El miedo a Podemos ayuda a Rajoy
El comisario europeo de Asuntos Económicos y Financieros, Pierre Moscovici EFE
La decisión de Bruselas de conceder a España un año más para dejar el déficit por debajo del 3% y de aplazar hasta el mes de julio la decisión sobre la multa por no haberlo cumplido en 2015 (por cuarto año consecutivo) es un balón de oxígeno para el Gobierno de Rajoy que viene condicionado por tres causas:
1ª Reconocimiento del esfuerzo realizado desde 2011: nuestro país ha pasado de un déficit del 9,3% al esperado 3,7% (objetivo para este año).
2ª La inestimable ayuda de Alemania, en especial del ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble.
3ª Evitar el daño político al gobierno que provocaría el anuncio de la sanción en plena campaña electoral.
Este último aspecto es esencial. Ayer, en un editorial, The Wall Street Journal lo expresaba de una forma meridianamente clara: «La multa ahora sólo conseguiría atizar el populismo anti Rajoy».
El presidente en funciones no parece especialmente preocupado por el déficit. Muy al contrario, el pasado miércoles lanzó un mensaje a los mercados en una entrevista en el Financial Times : habrá nuevos recortes de impuestos si el PP gobierna tras el 26-J.
La economía española ha mantenido un elevado ritmo de crecimiento este año y todo hace pensar que la velocidad de crucero se mantendrá durante el próximo ejercicio. Siempre y cuando no se produzcan cambios que alteren la política económica.
Bruselas nunca lo va a decir expresamente y, por supuesto, tampoco Alemania, pero en las principales cancillerías europeas existe una preocupación real por el resultado electoral del 26 de junio.
La posibilidad de que una coalición de izquierdas (PSOE/Podemos) sume más escaños que el centro derecha (PP/Ciudadanos) plantearía una transformación radical del panorama económico. El aumento del gasto que propone la formación de Pablo Iglesias haría imposible el cumplimiento de los objetivos de déficit. Por otro lado, sería muy difícil mantener un ritmo de crecimiento económico como el actual si se anula la reforma laboral y se produce un frenazo en la inversión extranjera.
La cuestión esencial es mantener el crecimiento y esa receta no sólo sirve para España, sino que debería ser la guía para todos los países del euro.
Hay una especie de consenso de que las políticas de ajuste duro llevadas a cabo hasta ahora, con la vista puesta exclusivamente en el cumplimiento del déficit, coadyuvaron al triunfo de Syriza en Grecia y dieron alas a los partidos populistas y euroescépticos en otros países europeos.
El editorial de The Wall Street Journal abunda en esa tesis: «Un exceso de austeridad ha impulsado el apoyo a partidos populistas y anticapitalistas como Podemos».
El gobierno sabe que juega con esa ventana de oportunidad y por ello está convencido de que, finalmente, Bruselas ni siquiera impondrá una multa simbólica a España.
La tradicional dureza del comisario Pierre Moscovici se trastocó el pasado miércoles en un mensaje de comprensión hacia España y Portugal: «No es el momento adecuado para dar ese paso» (imposición de la multa).
La conclusión es clara: es mejor asegurarse que las políticas económicas generen crecimiento, porque esa es la única forma de reducir el déficit. Y, de hecho, los nuevos objetivos para España (3,7% para este año y 2,5% para 2017) son perfectamente asumibles con crecimientos superiores al 2,5%.
Lo que da pánico es pensar que en España puede haber un gobierno que, además de no garantizar el cumplimiento del déficit, frene el crecimiento y vuelva a disparar las cifras de paro.