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«’El Padrino’ es una obra sobre la diplomacia, y Vito Corleone es un profeta»

El sociólogo chileno Alberto Mayol publica un ensayo sobre el poder en la sociedad actual de la mano de los Corleone, sintetizando en píldoras de sabiduría unas cuantas lecciones de vida y maquiavelismo para toda la 'famiglia'

El sociólogo y politólogo chileno Alberto Mayol (1976) recuerda que ‘El Príncipe’ de Maquiavelo es un tratado sobre gestión del poder y, añade, ‘El Padrino’ es su actualización. Acaba de publicar en España ‘Las 50 leyes del poder en El Padrino‘, reminiscencia de aquel ‘bestseller’ de ‘Las 48 leyes del poder’, de Robert Greene, que nuestro entrevistado no conocía y leyó después resultándole «bastante equivocado». Su ensayo casi de ‘coaching’ha sido un éxito en Chile, más de 15.000 ejemplares vendidos, y llega a nuestro país, al igual que su persona; ahora vive en Valencia e investiga para el Instituto Universitario Ortega Marañón.

¿Por qué nos incomoda pensar en cómo tener poder?

-Siempre es desagradable tener que fijarse en dimensiones que suelen ser deficitarias.

Define su libro como ‘conservador’ en donde subyace una rebeldía.

-Vito Corleone, Vito Andolini en origen, es un niño a quien le han asesinado a su hermano, a su padre y a su madre. Y que está condenado a muerte, aunque es un niño, porque los enemigos de su familia saben que cuando cumpla cierta edad va a vengarles. Entonces, él corre hacia un barco, se sube de polizón y llega a Nueva York. No sabe nada de inglés y está solo. En ese niño hay un desarrollo intelectual donde él comprende que los amigos con los que frecuentaba en los bajos fondos no entienden el poder que pueden alcanzar.Lo dice textualmente, y es casi marxista, que las leyes están hechas por los poderosos para que no haya nuevos poderosos. Para que haya reproducción de clase y no producción de clase. Él defiende que la única forma de entrar a la parte alta de la sociedad es ir por el costado, por otro camino. No quiere impugnar el poder, quiere sumarse. No quiere la revolución, pero en la práctica hace la revolución hasta que le sirva para ingresar en la alta sociedad. La tesis de ir por fuera, de romper las estructuras de la elite, es una tesis de izquierdas. Pero la tesis final es la adaptación total conservadora. Para poder estar en una buena posición conservadora debo primero ser un rebelde.

«La Cosa Nostra es algo así como la conciencia de clase».

-Por Sicilia han pasado todos. De Medio Oriente, de Europa, todos han tenido algún momento gobierno. Los sicilianos entendieron que la mejor forma de mantener su poder era tener una estructura, funcionar entendiendo que siempre hay en ese lugar alguien ajeno, extranjero. Pero teniendo un mundo propio, teniendo un refugio. La palabra mafia significa refugio. No vamos a ir a hacer demandas a un Estado foráneo, no les vamos a ir a pedir y ni siquiera tienen que enterarse de lo que deseamos. Tenemos que ser capaces de comprender nuestra propia realidad. Eso es muy parecido a la propugnación marxista de la conciencia de clase. Entiende tu posición en el mundo y sé consecuente. El marxismo dice que tu única opción es la revolución total. En el caso de la Cosa Nostra, ellos entienden que no van a poder nunca tener un control total de las estructuras del Estado. Es un acto casi artístico, donde construyes las condiciones para que el otro crea que tiene algo que no tiene. Es muy interesante y una forma de conciencia de tu lugar en el mundo, una conciencia de clase.

Como CEO o líder político quién sería mejor: ¿Vito o Michael Corleone?

-Vito se impone, es mucho más completo que Michael. Michael es un muy buen aprendiz pero no tiene la parsimonia, no tiene la claridad estructural. A Vito Corleone no se le habría ocurrido poner en jaque su relación con su esposa, no se le habría ocurrido no solo por quererla o no quererla, sino porque no existe la posibilidad de generar un flanco abierto tan complejo. Michael tenía muchos defectos. Tenía gran visión, pero cuando quería ir rápido, porque quería cumplir el objetivo, iba muy rápido y no tenía con qué sostenerlo. Él estaba convencido de que había que lograr el objetivo de su padre, que era transformar a la familia en una familia honorable. ¿Y qué hizo? Creyó que comprando al Vaticano en una jugada de 10 o 12 meses iba a lograr hacer una conversión completa de su estructura de poder imposible. Era un gran líder pero le faltaban muchas cosas. Aumentaba el grado de conflictividad a veces innecesariamente, no entendía la importancia de que bajo ciertas condiciones hay que aceptar que no vas a poder cumplir con todo y que hay cosas que no se hacen, simplemente. Vito, si hubiese tenido un hermano como Fredo, habría sabido que merecía morir pero no lo habría matado.

‘El Padrino’ es una obra sobre la diplomacia.

-La construcción mitológica de Vito Corleone de Coppola y Puzo está pensada para que prácticamente sea un profeta, el representante de una sabiduría proverbial divina de un poder nada agradable. Mi tesis, a ratos explícita por parte de Mario Puzo, es que el punto de apoyo de la obra no es la Historia de la Mafia, no es la Historia de Estados Unidos, no es la Historia de Sicilia… es Maquiavelo. ‘El Padrino’ es una obra sobre la diplomacia. Vito Corleone jamás tuvo como primera medida un ataque. Igual a mucha gente le puede sorprender esta tesis, porque la película impacta mucho. Coppola es un tipo artísticamente sofisticado. Como la película es de Hollywood, hay una negociación. Y a Coppola le piden que haya violencia. Y no le gusta la idea y toma una decisión interesante, muy vinculada a la historia de su padre que es director de orquesta. Decide usar una violencia operática. Por eso la violencia de ‘El Padrino’ no es la típica violencia de una película americana, autos chocándose entre sí y una persecución, no. Es una obra con todo el carácter dramático y bufo de una ópera. El peaje es ridículo pero portentoso, muy operático. La muerte del obispo que es enviado a asesinar por Michael es operática. Cae por la boca de la escalera con todos los ropajes volando, es algo glorioso. No es ‘Pulp Fiction’. El libro tenía escenas que tú podrías haberlas hecho como Tarantino sin problema. La obra no busca la violencia, busca la argumentación, la razón, la historia…

-Hay una escena esencial en el dibujo de Vito Corleone como líder independiente y superlativo cuando en la famosa reunión con Sollozzo rechaza entrar en el negocio de la droga. Por moral, por valores. Pero también por estrategia. Y, sin embargo, a pesar del prestigio de ese movimiento, ¿no acaba todo como el rosario de la aurora a raíz de esta decisión? ¿Es tan acertada?

-No, él comete un error ahí. A ver, en rigor, estaba enfrente de una contradicción.Su decisión ahí no es política sino de valores. Él no dice la verdad cuando dice: ‘A mí no me importa en qué se va a ganar la vida usted’. Él desprecia cierto tipo de negocios, no le gustan. Trabaja con la gente que los hace pero no le gustan. Esa reunión con Sollozzo, a la media hora de iniciar ‘El Padrino 1’, es un himno a la comprensión de fenómenos políticos. No obstante Vito comete un error que igual no podía no cometerlo. La contradicción central es: si tú entras en la droga, tu gran capital, que no es el dinero ni el poder militar, sino su poder civil, sus abogados, jueces y senadores. Ese es su poder fundamental, que nadie más tiene. Todos tienen pistoleros. Él tiene menos pistoleros que los demás, pero él tiene este poder intelectual. Vito comprende tempranamente que financia sin miramientos del costo. Eso no se calcula en términos de rentabilidad. Podemos estar sin utilizar dos años pero seguiré pagando a estas personas. Es fundamental. Ese poder queda en cuestión si quiere entrar en la droga. Porque los jueces, los políticos, la policía, todo el personal fuera de la Mafia, es muy institucional. Va a ir en su contra. Porque no es lo mismo que el juego, las prostitutas, traficar aceite… No es un problema tributario. Yo no puedo perder eso, y por eso le digo que no. Pero no voy a ser ningún obstáculo. El argumento de Sollozzo que después explicita elegantemente es que ‘Al negar usted esa ayuda, y a sabiendas de que para nosotros es fundamental, usted se pone al otro lado. Ya no estás entre las cinco familias’. Porque ellos habían armado una estructura política que era La Comisión y que existió realmente. Aparentemente ya está disuelta, pero se ha verificado que duró hasta hace no mucho tiempo. Esa Comisión de las principales familias considera que esto es hostil. ¿Cuál es el error de Vito Corleone? Pensar que su conducta muy cuidada y comedida, muy fundamentada, pensar que esa conducta había sido suficientemente amable para no levantar ningún conflicto. Y Sollozzo lo que va a leer es otra cosa. Pero el error fundamental ahí no es de Vito, es de su hijo, de Sonny, cuando este interrumpe a su padre y le pregunta a Sollozzo: ‘¿Cuánto serían las utilidades del negocio?’. Sollozo, que sonríe en ese momento, se da cuenta que Sonny y quizá el resto, y Sonny es el heredero, sí están dispuestos al negocio. Y, por tanto, si mata a Vito Corleone, Sonny va a estar muy enojado los primeros días pero va a llegar a un acuerdo porque no es tonto y va a aceptar. Vito no entiende que se acabó el tiempo de la paz. En el libro lo dice su esposa claramente: ‘Ya no es el mismo’. Y por eso le pasó lo que le pasó, si no no le hubiera pasado. Ella misma lo dice. El realismo de la esposa es total. Mi esposo está un poco ido porque ya no piensa como antes… Entonces, Sollozo dice que hay que matar a Vito Corleone y eso va a resolver todos los problemas. Sí comete un error, pero el fundamental es de Sonny. Su error es de diagnóstico desde ese instante de no comprender que su casa va a tener que ser una fortaleza, que no puede caminar por el centro de la ciudad, que no puede ir a comprar naranjas y que no puede hacer la vida que venía haciendo. Y eso se le puede decir a Europa, no se puede convertir en herbívoro si está rodeado de carnívoros, que es un término del profesor Lamo de Espinosa, no es mío, lo cito porque me gusta citar cuando uso palabras ajenas.

-Conoce las criticas a romantizar a la mafia. ¿Las tuvo en cuenta a la hora de escribir su ensayo?

En esto soy muy radical, si tú moralizas el arte acabas de perder prácticamente un porcentaje muy importante del proyecto civilizatorio occidental. Y como me declaro un occidentalista fanático me molesta mucho cuando veo hoy en día ese argumento. Es homólogo a decir: ‘Resulta que porque nos enteramos de que x escritor tenía una denuncia de acoso sexual hace 30 años su obra ya no vale lo mismo’. ¿Qué tiene que ver? Al tío que le metan preso. Y, si no le metieron preso, condenemos su conducta en lo humano. Es como quien dice que solo Jean Jacques Rosseau puede haber fundado gran parte del pensamiento de izquierdas porque era un pésimo padre. Era un pésimo padre, espantoso, vergonzoso, pero ¿yo voy a abolir su filosofía por eso? Ordenémonos. Estamos en una época donde tiende a producirse y la verdad es que esto va más lejos. Mario Puzo no tenía ni la menor idea de la Mafia. Sabía lo que sabía cualquier italoamericano, que es bastante, pero nada. Los fundamentos de su obra no tienen nada que ver con eso, los vestuarios de sus personajes no tienen nada que ver con eso, la foto nada que ver con eso… Lo que sí se sabe es que los mafiosos posteriores al Padrino si empezaron a comportarse como el Padrino, no los anteriores. Entonces, la verdad es que es una obra de arte y ya está. Es una obra intelectualmente extraordinaria que debe ser tomada como una actualización con casos más cercanos a nosotros de lo que la reflexión de Maquiavelo. Digo yo eso, y puedo estar equivocado. Pero ¿es una obra condenable porque sencillamente vivimos en una época en la que vivimos en una época en la que admiramos a los famosos? No, por favor. Vivimos en una época en donde admiramos locamente a los futbolistas. ¿Por qué juegan bien al fútbol? No, los anteriores también jugaban bien y no lo eran. Son admirados porque ganan mucho dinero. Los contratos se publican porque eso hace que la gente admire más a esa persona. Se adora al narco porque gana mucho dinero. El problema es que tenemos de Dios al dinero. El problema no es que adoremos a los mafiosos. Sabemos que el cantante que más dinero ganó el año pasado es Bad Bunny. Sabemos que no es cantante, que no es músico, sabemos que es una ironía, una broma, que no puede ser. Pero sabemos que ganó dinero. Con eso basta y se explica solo. No se ha romantizado el crimen, lo que ha ocurrido es que se admira mucho el éxito.

¿Qué personaje popular domina las reglas del poder?

-El ejemplo más notable, aunque no me cae muy bien, es Elon Musk. Si analizas las empresas de Musk (Tesla, Paypal, Starlink, Twitter), el peso que tienen real y sus movimientos… Ha convertido todas ellas en virtudes a través de la capacidad de manejar la relación conflictiva, de construir conflictos que él sabe que va a ganar, del manejo comunicacional en el cual a los demás les importa más el dinero que ganar la batalla comunicacional. Él es capaz de dar vueltas a escenarios y mantener el precio de sus compañías, el precio fantasioso en niveles altísimos al punto de que lo han declarado incluso la persona más rica del mundo. Ha construido una narrativa tan completa, tan sólida, tan prestigiosa, tan interesante, tan fuera de las estructuras que no le pueden alcanzar aun cuando su capacidad industrial es muy, muy inferior a la competencia.

Como profesor en la Universidad descubrió tarde que no tenía poder: «Mi asesinato fue sencillo».

-Creí que era mucho más hermoso y limpio demostrar mis capacidades y talento que luchar el poder. Cuando ya la vida me llevó por derrotas importantes traté de comprender qué es lo que pasaba. Y lo que pasaba es que no estaba comprendiendo las señales de mis debilidades ni cómo estaba gestionando el poder.

Ser buen investigador no vale en la Universidad.

-Las buenas investigaciones se valoran, pero si y solo si alrededor tú eres capaz de construir las condiciones para que esa relevancia sea posible. El poder es una acumulación de prestigio, de autoridad, de relaciones sociales, de riesgos de meterse contigo. También trabajé en un banco y era igual. La lucha es fundamental en el ser humano, en los mamíferos. Yo era peligroso. Trabajo una cantidad enorme, soy productivo. Y eso, que son virtudes importantes, si no brillas y trabajas para un tercero, en el momento en que empiezas a verte mejor se transforma en un defecto. Y vas a tener que afrontar ese escenario. Yo pensaba que la mejor solución era ser todavía más productivo y tranquilizar a todos porque logré conseguir unos fondos. Y fue peor. Llegué a la Universidad habiendo conseguido un fondo muy grande para una investigación muy grande y me la rechazaron. La Universidad no producía en el año el 10% de fondos de lo que yo estaba llevando. No les importó no tener ese dinero. Lo que les importó era que no estableciera una estructura de poder que yo ni siquiera me había imaginado.

-¿Podría decirse que es un libro de autoayuda?

-Más que de autoayuda o autoconocimiento, un poco sí, pero más que eso lo considero parecido a lo que se hace en el mundo del ‘coaching’. De poder encontrar claves para otorgar ciertos comportamientos que te pueden resultar útiles. Mi interés fundamental es que se entienda esta dimensión permanente de la disputa del poder. El poder no es algo que solo existe en el sistema político. El sistema político lo que hace es domesticarse. El poder es una entidad amorfa que recorre la sociedad en todos sus lugares y nosotros muchas veces como ciudadanos dejamos el poder en una mesa para que se lo lleven los políticos. Y podría no ser así.

 

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