El PC chileno vela armas para entrar en el gobierno de la mano de Gabriel Boric
La inexperiencia de los asesores del joven candidato de la izquierda a la Presidencia pone a los comunistas en una posición de privilegio para resucitar la era de Allende
La ultraizquierda chilena, representada por el Partido Comunista y otros grupos menores, pero que están presentes en el pacto Apruebo Dignidad que lo respalda, terminará siendo uno de los grandes problemas que deberá sortear el candidato Gabriel Boric para llegar a la Presidencia el próximo 19 de diciembre.
Si bien Boric ha intentado dar certezas de que es él quien resuelve las directrices y políticas de su candidatura, diversos dirigentes han hecho evidente sus diferencias y han puesto al candidato en aprietos.
A esto se suma, la juventud de casi todos los asesores del diputado frenteamplista, que no superan los 40 años y que nunca han estado en cargos de poder. Es más, muy pocos han alcanzado un cargo oficial en los últimos 10 años y solo en las últimas elecciones de mayo pudieron instalarse en alcaldías importantes como Santiago, Maipú y Viña del Mar.
«El día que se tuerza un milímetro de su programa, me van a tener a mí el primero en la línea de denuncia» señaló hace algunas semanas el edil comunista Daniel Jadue quien se enfrentó a Boric en las primarias presidenciales del pacto y perdió ante él por una diferencia de casi 400.000 votos. Pocos días después, el PC emitió un comunicado celebrando las rechazadas elecciones presidenciales en Nicaragua.
Estos dos episodios evidencian esa tensión que se cierne sobre un eventual gobierno de izquierda, donde el PC tiene la mayor representación parlamentaria (dos senadores y 12 diputados) y que arrastra una larga historia de vinculación con las dictaduras de Cuba y Venezuela, con las cuales Boric también ha expresado su desacuerdo.
Boric salió al paso de ambas situaciones señalando que «no hay espacio para amenazas» por parte de sus aliados y, respecto de Nicaragua, dijo que «en nuestro gobierno el compromiso con la democracia y los derechos humanos será total, sin respaldos de ningún tipo a dictaduras y autocracias, moleste a quien moleste». Además, obligó a los comunistas a retractarse, tanto que el timonel de esa colectividad, Guillermo Tellier, debió afirmar por Twitter que «la política exterior en el gobierno de Apruebo Dignidad será responsabilidad de Gabriel Boric. El PC acatará, aunque se expresen diferencias».
Para el analista político Gonzalo Müller «el gran problema de Boric es el PC y sus satélites y, como lo intuye, creo, va camino de romper con ellos. Si llegaran al poder y el PC se queda en él, habrá mucha tensión». Una visión similar tiene el analista Alfredo Joignant, quien afirma que el problema no es el candidato sino su entorno. «Esto va a terminar mal. El PC de hoy no tiene nada que ver con el del pasado; es duro, edulcorado con un lenguaje feminista, pero la palabra socialdemocracia no está en su vocablo y eso le plantea un problema serio a Boric. Creo que van a terminar rompiendo», sentencia.
La historia del PC chileno es dispar. Si bien ha estado en el poder en dos ocasiones en calidad de partido minoritario (durante el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende, y luego en el de Michelle Bachelet en su segundo período), tiene un pasado revolucionario. En el régimen militar tomó el camino de las armas con el grupo terrorista Frente Patriótico Manuel Rodríguez, pero al devenir la democracia lo abandonó. Un grupo de activistas se descolgó y siguió realizando acciones violentistas como FPMR Autónomo hasta 1999.
Hoy se señala que el comunismo chileno afronta una lucha interna entre las posturas más duras representadas por Lautaro Carmona, Juan Andrés Lagos y Jadue (los autores del respaldo a Ortega) y las más moderadas de los diputados Tellier, Camila Vallejos y Karol Cariola. «Probablemente por eso Tellier perdió la senaduría en las recientes elecciones», apunta Joignant.
De cuna comunista son también algunos de los miembros del partido Comunes, que tienen bastante presencia en el comando de Boric, como la diputada Claudia Mix y la dirigente poblacional Doris González, quien ha calificado a Nicolás Maduro como el «presidente de la Patria Grande».
Otras colectividades que conforman el pacto Apruebo Dignidad, tales como Unir y Fuerza Común, y cuyas caras visibles son el diputado Marcelo Díaz, la electa diputada Lorena Fries y el miembro de la Convención Constitucional Fernando Atria, «son exsocialistas que fueron los primeros en dar un paso y tender un puente entre el PS y el FA», dice Müller.
Generación inexperta
La mayoría de los asesores de Boric son compañeros de la protesta universitaria que complicó el primer gobierno de Sebastián Piñera en 2011. Esos exdirigentes estudiantiles llegaron a diputados, entre ellos, Giorgio Jackson, Gonzalo Winter y Miguel Crispi de Revolución Democrática, Jorge Ibáñez de Convergencia Social (partido de Boric) y las comunistas Vallejos y Cariola. A todos ellos Michelle Bachelet los catalogó ‘hijos de la Concertación’ cuando conformaron el Frente Amplio como referente critico de los gobiernos de esa coalición.
Así, su círculo de asesores son jóvenes abogados, economistas y sociólogos ‘millennials’, varios con estudios en el extranjero (el London School of Economics es uno de los preferidos) y que están influenciados, principalmente, por el economista francés Thomas Piketty, la venezolana Carlota Pérez y la profesora de la Universidad de Columbia Stephany Griffith-Jones.
Uno de los asesores más cercanos a Boric es el sociólogo Sebastián Kraljevich, quien lo acompaña desde su primera campaña a la diputación por Punta Arenas, en 2013, y luego cumplió el mismo rol en la primera campaña presidencial del FA con Beatriz Sánchez el 2017, y en la reelección del presidente ecuatoriano Rafael Correa.
El candidato presidencial no ha negado su cercanía y semejanzas con Unidas-Podemos de España. Ya en 2016 se reunió con Pablo Iglesias en Madrid, y luego, con Iñigo Errejón cuando este visitó Santiago en 2018.
Joignant se hace cargo de este panorama, señalando que Boric tendrá un problema de gobierno, no solo para llenar los cargos políticos de primera línea, sino que la falta de tecnócratas entre sus seguidores lo va a trabar. «Tendrá que reclutar a personas independientes de la antigua tecnocracia exconcertacionista», augura.
Hasta el momento, los grupos violentos que han persistido en su acción desde el 19 de octubre de 2019 y se les denomina ‘primera línea’ por ser el grupo de choque con la policía, no dan muestra de considerar a Boric su candidato. Es más, en diversas ocasiones han agredido verbal y físicamente al diputado frenteamplista catalogándolo de moderado o amarillo por su respaldo al acuerdo político de noviembre de 2019 que dio una salida a la crisis y posibilitó el plebiscito constitucional. La última vez, el pasado fin de semana, fue escupido en la cara en actividades de campaña por una joven que le demandó la libertad de los ‘presos por luchar’.
Alfredo Joignant cree que la primera línea ya va en franca retirada y posiblemente no vaya a votar el próximo domingo 19, en el duelo final entre Boris y el conservador Kast. En la primera vuelta presidencial del 21 de noviembre pasado, la abstención alcanzó el 53% del padrón electoral y nada augura que cambie el escenario.