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El peso de la ideología

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Estados Unidos se encamina hacia la próxima campaña electoral con tres grandes debates: inmigración, sanidad y cambio climático. Para avanzar en estos frentes y vencer una visión cortoplacista es necesaria la educación del público.

El mundo está cada vez más polarizado por divisiones ideológicas, religiosas, raciales, étnicas, etcétera. La ciencia y la evidencia son resistidas por la ignorancia, prejuicios y quimeras. El más reciente ejemplo es Grecia: crecía el 3%, pero ahora el PIB ha caído un 30% y Tsipras terminó aceptando un paquete de rescate mucho peor al que le ofreció la UE antes del no, cuya victoria fue celebrada en las calles por griegos jubilosos que desconocían lo que les esperaba. EE UU no es una excepción, como prueban tres temas candentes que se discutirán en las elecciones presidenciales en noviembre.

A la inmigración se opone la mayoría de los republicanos que aducen que los inmigrantes roban trabajos a los nacionales. Contra toda prueba económica, el magnate multimillonario Donald (como el colérico pato de Disney) Trump, famoso entre otras cosas por su tupé y programa televisivo El aprendiz (“¡Estás despedido!”), provocó una conmoción nacional al acusar a los mexicanos inmigrantes de ser traficantes de drogas, violadores de mujeres y criminales, así como proclamando que si es elegido presidente, él construirá una cerca impermeable —que sería costeada por México— contra la inmigración, o sea, a la inversa del Muro de Berlín.

Recién regresé de un viaje por California donde virtualmente toda la mano de obra es mexicana: cosecha 200 productos agrícolas, opera la elaboración de vino, sirve en los hoteles y restaurantes, recoge la basura, todos ellos oficios que los blancos rehúsan hacer. Hablé en español con todos los que pude y fueron atentos, serviciales y eficientes; ellos generan la riqueza californiana y contribuyen con impuestos a financiar el país. California es el principal elaborador de vino en EE UU, está a la cabeza en la producción de muchas frutas, hortalizas, productos lácteos, aceitunas, almendras, nueces y pistachos, y es el segundo en ganado, uvas y algodón, además de ser el primer destino del turismo. Estos sectores generan unos 70.000 millones de dólares anuales y sin los trabajadores mexicanos, la economía del Estado se iría a la ruina. Pero a Donald el tiro le salió por la cola: las cadenas de TV Univisión, NBC y Televisa han cancelado los programas de Miss EE UU y Miss Universo, así como El aprendiz, y la tienda Macy’s y otras corporaciones han terminado la relación comercial con el iracundo magnate. Una plétora de republicanos clave han repudiado lo que él dijo, entre ellos el líder de la Cámara John Boehner y el candidato presidencial Jeb Bush, los cuales temen perder aún más votos de los electores hispanos. Tras las acusaciones de Trump contra el historial de John McCain en la guerra de Vietnam, ha aumentado el repudio y el senador Lindsey Graham le dijo: “¡Estás despedido!”. Pero Trump encabeza a los 17 candidatos republicanos a la presidencia, demostrando la falta de conocimiento de muchos estadounidenses.

Los republicanos conservadores han votado más de 50 veces para eliminar la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible (ASA) que protege a más de 15 millones de personas antes carentes de atención. Han fracasado dos demandas interpuestas ante el Tribunal Supremo contra este crucial programa; la reciente resolución desechó el alegato (basado en seis palabras de las 900 páginas de la ley) contra los subsidios que reciben 6,4 millones de personas de bajos ingresos y que los hubiera dejado desprotegidos. Al inicio se arguyó falsamente que la ASA reduciría la cobertura, subiría las primas y el costo sanitario, destruiría empleo y expandiría el déficit presupuestario. En un artículo reciente, el Nobel Paul Krugman refuta todos estos alegatos: la cobertura ha crecido y el número de no asegurados se ha reducido en 80% (no ha aumentado más porque 13 Estados se niegan a que el Gobierno Federal inscriba a los más pobres en el programa de Medicaid), los costes sólo han subido un 2% (mucho menos que lo proyectado), ha disminuido el gasto sanitario, ha crecido el empleo a una media de 240.000 puestos anuales desde que se aprobó la ley, y han mermado los gastos sanitarios y el déficit presupuestario. Pese a la evidencia y las múltiples derrotas, Boehner ha prometido renovar la lucha para socavar la ASA: “Los republicanos continuaremos escuchando a las familias americanas y trabajando para protegerlas contra las consecuencias adversas de Obamacare”.

El calentamiento global por el crecimiento en la emisión de gases está probado por innumerables estudios científicos: los océanos crecen amenazando costas importantes como Nueva York, Nueva Orleans y Florida; en los polos Norte y Sur, los glaciares se derriten contribuyendo al ascenso del nivel del mar y poniendo en peligro la fauna; las tormentas y huracanes son más frecuentes y fuertes; la sequía, los fuegos y la falta de agua amenazan a zonas desérticas como California y Arizona; las avalanchas de lodo destruyen barrios enteros; la destrucción de bosques aumenta el agujero de ozono; las inundaciones son más frecuentes y devastadoras; la contaminación del aire es severa en Los Ángeles. El Protocolo de Kioto de 1997 para controlar la emisión de gases ha sido firmado por 192 países; Estados Unidos es el principal emisor y participó en el Protocolo, pero sin ratificarlo; no obstante, se espera que firme un nuevo acuerdo de las Naciones Unidas en 2015 y las recientes propuestas legales de Obama van en la dirección correcta. Pero los conservadores, incluyendo los republicanos extremistas en EE UU, rechazan toda la evidencia y aducen que se trata de un embuste creado por los expertos ambientales y los que apoyan a un Gobierno que imponga más regulaciones; ellos afirman que se trata de un ciclo más en la tierra y que los controles de emisión serían muy costosos para la industria y crearían desempleo masivo. El papa Francisco interviene en el tema con su encíclica Alabado seas, culpando de este desastre a la actividad humana y a los poderosos, pidiendo un cambio cultural con sacrificio compartido para salvar a la tierra. Una postergación de las medidas urgentes necesarias acelerará la catástrofe y acabará con la humanidad, pero hay una visión cortoplacista de continuar las ganancias aunque a largo plazo la economía y el mundo se vayan a pique.

Una pregunta clave es si la ideología es la única razón para la descrita actitud irracional o existen otras causas encubiertas. En el caso de Trump, este sostiene que México le debe 12 millones de dólares por el concurso de Miss EE UU en 2007; la oposición a la ASA se debe en parte a una cuestión racista (impedir que un presidente afroamericano deje un legado de sanidad para millones de estadounidenses), y tras el antagonismo al control en la emisión de gases está la industria. En una apretada decisión (5 a 4), el Tribunal Supremo calificó de “irrazonable” las regulaciones de la Agencia de Protección del Ambiente de EE UU sobre plantas alimentadas con carbón que se estima provocan cientos de miles de muertes y enfermedades, así como días de trabajo perdidos, a un costo entre 37.000 y 90.000 millones de dólares anuales. La educación del público es esencial para avanzar en estos y otros frentes.

Carmelo Mesa-Lago es catedrático emérito en Economía y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Pittsburgh.

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