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El populismo y la erosión democrática en América Latina

Populismo en América Latina. Imagen creada con inteligencia artificial DALL-E.

 

El populismo es un concepto ampliamente debatido en la teoría política, sobre el cual no hay un consenso definitivo. Sin embargo, podemos aproximarnos a su definición considerando el contexto donde se produce el fenómeno. Este usualmente nos plantea una confrontación entre las nociones de liberalismo y democracia. En la discusión encontramos diversas expresiones relativas a su naturaleza. Por una parte, una corriente lo define como ideología, mientras otras lo conciben como movimiento político y social. Encontramos también que algunas de sus caracterizaciones reflejan las experiencias en Europa contrastando con las de Latinoamérica. Del mismo modo, en la teoría política, podemos distinguir la escuela norteamericana del populismo, la visión de Laclau y Mouffe, y la socioeconómica, ahora mucho menos prominente. De igual forma, no podemos olvidar la perspectiva de Germani como forma de dominación autoritaria en respuesta a la exclusión política.

El populismo, un concepto

En el argumento de Mudde encontramos la esencia del debate populista. Las contradicciones se presentan entre una identidad popular basada en la pureza, en oposición al poder de las élites.

«Un cuerpo ideológico delgado que considera que la sociedad está, en última instancia, separada en dos grupos homogéneos. y grupos antagónicos, “la gente pura” versus “la élite corrupta”, y que argumenta que la política debe ser una expresión de la volonté générale (voluntad general) del pueblo».

La categorización del populismo no se limita a la visión teórica. Mudde concibe una visión más pragmática del populismo como una estrategia centrada en el liderazgo carismático-personalista o folklórico con el propósito de movilizar a la población. Es un concepto lo suficientemente flexible como para expresarse desde diferentes tendencias ideológicas. Sin embargo, es posible encontrar elementos comunes en el lugar que ocupan el pueblo, las élites y la voluntad general. El destino común es la idea de la democracia radical (Laclau y Mouffe), donde la superación de la búsqueda de equilibrio entre la libertad y la igualdad permite que sea esa naturaleza conflictiva la que conduzca a la unificación de los movimientos plurales, y con ello, profundizando la democracia radical.

Reacción antidemocrática

El discurso populista presenta dimensiones claramente diferenciadas cuando se trata de caracterizar a su oponente. Por un lado, la veta nacionalista se expresa como un argumento moral en defensa de la soberanía (Chávez). Por otro, hay un componente claramente etnopopulista (Bolivia), a diferencia de los rasgos xenofóbicos excluyentes presentes en la versión europea del populismo nacionalista. En un escenario donde las élites representan intereses foráneos, el sentimiento nacionalista se traduce en la reacción anti-imperialista presente en Latinoamérica.

Más aún, la encarnación del poder del pueblo tiene como misión no solamente desplazar a las élites corruptas, sino traer la justicia social para corregir las profundas inequidades producto de la influencia de dichas élites sobre la economía y la sociedad. Es por tanto que podemos encontrar en la experiencia peronista de Argentina, como en la chavista de Venezuela, los elementos que sostienen a un modelo de inclusión social que progresivamente se alejó de las formas y prácticas democráticas para en nombre del pueblo abrogarse su representación exclusiva, argumentando la necesidad de protegerlo de las amenazas externas.

En la actual reacción antidemocrática hay elementos que se adscriben a la tradición discursiva del antiimperialismo. Sin embargo, coexisten otras causas. Están presentes la aspiración a la movilización social en contra de los intereses de las oligarquías, la superación de las inequidades sociales y el fortalecimiento de la voluntad popular. El contexto, indistintamente de la inspiración, es el de un alejamiento de la causa democrática al vincular sus prácticas con el fortalecimiento de la relación entre el pueblo y la encarnación del poder. El sacrificio de las formas democráticas se justifica en los esfuerzos por cerrar una brecha social al costo de la renuncia de las libertades democráticas.

Liderazgos populistas

La experiencia populista de Latinoamérica es amplia y diversa.

En la región podemos identificar una primera etapa caracterizada por la transición económica de base rural a una industrial. La política de sustitución de importaciones se contradice con los intereses de las élites políticas de la oligarquía terrateniente (Gratius), como en Argentina y Brasil.

En una segunda etapa, el advenimiento del neoliberalismo trajo consigo una renovada clase política (Perú y Argentina como casos emblemáticos). Bajo la promesa de reducir la pobreza, este modelo adoptó las premisas del Consenso de Washington en un intento por corregir las distorsiones económicas. Se aplicaron las llamadas terapias de shock que, lejos de cerrar brechas, profundizaron las dificultades de los sectores más vulnerables y desasistidos.

En la tercera etapa nos encontramos con el regreso de la izquierda populista de la mano del chavismo en Venezuela, lo que inició un tiempo de gobiernos democráticamente electos con una clara tendencia anti-imperialista, filiación de izquierda radical (Bolivia y Venezuela en principio), cuyo argumento central es el rechazo a las políticas reformistas neoliberales y el rescate del pueblo como actor político.

 

EtapaPresidentePeríodo
Estado Burocrático Autoritario 1930-1970Juan Domingo Perón (Argentina)1946-1955; 1973-1974
Getúlio Vargas (Brasil)1930-1945; 1951-1954
José María Velasco Ibarra (Ecuador)1934-1970
Neopopulismo Liberal 1990-2000Carlos Menem (Argentina)1989-1999
Fernando Collor de Melo (Brasil)1990-1992
Alberto Fujimori (Perú)1990-2000
Marea Rosa 2000-2020Hugo Chávez (Venezuela)1998-2013
Evo Morales (Bolivia)2006-2019
Rafael Correa (Ecuador)2007-2017
Daniel Ortega (Nicaragua)2007-
Derecha Populista 2019-Nayib Bukele (El Salvador)2019-
Javier Milei (Argentina)2023-

Populismo autoritario

La marea rosa expuso la práctica populista en su variante autoritaria, en varios casos, los más emblemáticos fueron Hugo Chávez y Daniel Ortega. Mientras, en el pasado Fujimori, y ahora Nayib Bukele y Javier Milei, representan la versión autoritaria de derecha de la vertiente populista Latinoamericana. La maleabilidad del populismo evidencia su capacidad de adaptación, indistintamente de si se trata de un gobierno de derecha o de izquierda. La guerra en Ucrania ha convocado a los populistas, reuniéndolos no en torno a Zelensky, sino enreverencia a Putin.

A diferencia de la época de bonanza económica que acompañó al chavismo en su onda expansiva por región, hoy estas expresiones devenidas enautoritarismoscerrados (Venezuela y Nicaragua) enfrentan profundas crisis económicas. Sin embargo, su encanto es tal que logran imponerse en contextos volátiles, como en El Salvador o Argentina, bien sea por la necesidad de conseguir seguridad a cualquier precio, o por la bancarrota que el populismo de izquierda deja a su paso.

El populismo sobrevive tanto en ambientes democráticos, como en aquellos autoritarios. Las causas que invitan su aparición van desde la debilidad de los sistemas de partidos, hasta la recurrencia de las crisis económicas que profundizan la brecha social.

El sentimiento que alimenta a los populismos puede ser revanchista o reivindicador. La democracia es vista de forma utilitaria, mientras permita el ascenso al poder, pero no hay lealtad hacia sus instituciones ni confianza en sus principios. En la tradición política Latinoamericana, el populismo ha sido una experiencia omnipresente que seguirá transformándose para atraer a aquellos defraudados por la democracia y sus limitaciones.

 

 

Doctora en Ciencias Sociales. Magíster en Ciencia Política y Administración Pública. Profesora adjunta en el Valencia College. Autora del libro «Crisis de la democracia: ¿en el umbral de la posdemocracia?» (2021)

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