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El PSOE, en la lucha por ser alternativa

Un año después de las primarias, los socialistas caen en las encuestas y batallan para no acabar en la irrelevancia

Pedro Sánchez ha desempolvado esta semana la corbata que llevaba meses proscrita en su armario. No la vistió, por ejemplo, ni para cumplir el protocolo de la recepción Real por la fiesta Nacional del pasado octubre, pero sí lo ha hecho ahora para suscribir un acuerdo con Mariano Rajoy sobre una nueva aplicación del 155. El líder socialista ha celebrado el primer aniversario de su victoria antiestablishment en las primarias del PSOE con corbata y en La Moncloa, dispuesto a una intervención más dura en Cataluña, que incluya a los medios públicos catalanes. Un año después de su triunfo interno a lomos del no a Rajoy, la crisis catalana le obliga a pactar con Rajoy.

Nadie en el PSOE ha cuestionado las últimas decisiones de Pedro Sánchez: 12 meses después de las primarias de su renacer político, el 21 de mayo del año pasado, el partido ha pasado de la combustión a la aparente calma. En público no se escuchan voces críticas ante el estancamiento y lento declive que reflejan las encuestas. En privado empieza a bullir la preocupación.

El momento es cuanto menos de incertidumbre: en el ecuador de la carrera a La Moncloa, Sánchez y el PSOE se enfrentan a la hora de la verdad. En un contexto europeo de crisis de la socialdemocracia, en la que varios de los partidos socialistas, como el PS francés, batallan para sobrevivir, y donde ya solo quedan seis primeros ministros socialdemócratas en 28 países, el riesgo para los socialistas españoles también es alto: la alternativa de Gobierno o la irrelevancia.

Las encuestas apuntan a un escenario preocupante para el PSOE. La reelección de Pedro Sánchez propulsó al partido cinco puntos de intención de voto desde el último registro de la gestora, según el CIS, hasta el 24,9% en el que le situó el barómetro de julio de 2017. En el último sondeo del instituto demoscópico, el de abril, el PSOE ha perdido casi tres puntos respecto a ese pico, hasta el 22% de intención de voto, y ha sido adelantado por Ciudadanos (22,4%) y el PP (24%), mientras Unidos Podemos queda por detrás (19,6%). Metroscopia ha situado en mayo al partido en cuarta posición con un 19% de voto, casi empatado con el PP (19,5%), pero por detrás de Podemos (19,8%) y sobre todo a mucha distancia de Ciudadanos, en cabeza con casi el 30% de los votos. Los socialistas se agarran al margen de error de los sondeos para hablar de un «triple empate» cuando no denuncian un empeño mediático por infravalorarles.

El partido ha perdido casi tres puntos tras el ‘efecto Sánchez’

Según estas encuestas, el PSOE está hoy por debajo de su resultado en las últimas elecciones generales (22,7%). «El efecto luna de miel de Pedro Sánchez se ha desvanecido», analiza el doctor en Ciencias Políticas y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid Pablo Simón, que ve al PSOE «estancado o con poca capacidad de crecer». Los datos indican, explica el politólogo, que el PSOE ha cortado la pérdida hacia Podemos. Pero a cambio, los socialistas «mantienen un flujo constante, de en torno al 7 u 8%, que se va hacia Ciudadanos». Y la izquierda está desmovilizada.

En las fuentes consultadas por EL PAÍS, entre miembros de la cúpula, barones, pesos pesados que apoyaron a Sánchez en las primarias, antiguos asesores, diputados y antecesores, el análisis sobre el estado del partido bascula entre la expectativa y la inquietud.

“Cataluña sitúa a Pedro como un político de Estado”, dice una destacada dirigente de la cúpula

El PSOE no crece a pesar de la debacle del PP, admiten todos, aunque apuntan razones diversas. En el entorno más inmediato del líder se lamenta ser víctimas de un boicot mediático, la falta de rigor de las encuestas y se atribuye a una hipermovilización en la derecha por la pugna entre el PP y Ciudadanos. Como escasa autocrítica se observa un problema de comunicación. En el sector crítico se subraya la falta de consistencia en la posición política (con vaivenes como la apuesta por pactos de Estado y la ruptura del pacto educativo, o el respaldo y luego crítica al ministro Rafael Catalá por su juicio sobre uno de los jueces de la sentencia de La Manada), la ausencia de un proyecto claro y el problema de la unidad: las heridas no se han superado.

En la elección de las candidaturas para las municipales de 2019 empiezan a aflorar esas tensiones latentes. Ferraz ha abierto este viernes una investigación sobre una extraña afiliación masiva en la agrupación municipal de Almería (de 500 nuevas altas en una agrupación con 800 militantes) justo en los días previos al cierre del censo para las primarias que enfrentarán a dos candidatos pedristas y a otro susanista.

Aunque los barones socialistas, y especialmente quien fue la rival de Pedro Sánchez en las primarias, Susana Díaz, se han replegado en sus territorios sin inmiscuirse en el rumbo nacional. Pero las destacadas ausencias en la escuela de Gobierno del PSOE, celebrada en marzo, revelaron esas heridas. Díaz plantó a Sánchez en el foro, al que tampoco acudieron Felipe González ni Alfredo Pérez Rubalcaba. «Nadie va a preparar una conspiración contra Sánchez», descartan en el entorno de los dirigentes históricos.

«Ninguno de nosotros se plantea ni de lejos romper la unidad», apunta uno de los presidentes socialistas. Al líder del PSOE nadie va a molestarle hasta las generales, dice un presidente de los más críticos: «La candidatura de 2020 es suya». Otro barón apunta sin embargo que la estabilidad interna depende de los resultados de las elecciones autonómicas, municipales y europeas del año próximo. «La gente va a leer los resultados de las europeas, son un factor psicológico importante», advierte. Rubalcaba, recuerda, dimitió por el fracaso del PSOE en las europeas de 2014.

«Queda tiempo, hay margen para darle la vuelta a las encuestas, y vamos a un panorama fragmentado en el que lo más importante es qué partido tiene más capacidad de pacto. El PSOE es el que menos rechazo genera», argumenta una destacada miembro de la ejecutiva. Esta dirigente considera que este año ha servido para «resolver una de las principales incógnitas sobre Pedro, a quien se atribuía falsamente que era un peligro por su supuesto posible pacto con los independentistas. A cambio, la realidad catalana le ha situado como un político de Estado».

La cúpula desdeña las encuestas y afirma que ve con esperanza los próximos comicios. Sánchez ha asegurado que el PSOE será la primera fuerza en las municipales. Uno de los sociólogos del PSOE lo explica con un símil automovilístico: “Si esto fuera una carrera, estamos en las pruebas de clasificación. Hay tres prácticamente en empate técnico, en un pañuelo, y muy cerca Unidos Podemos. ¿Qué es lo que sabemos? Que el panorama político es muy competitivo ahora. Están a unas diferencias de décimas”.

Sin entusiasmo colaborativo pero sin ponerle palos en las ruedas, Sánchez tiene manos libres para dirigir al PSOE. El presidente de Castilla La- Mancha, Emiliano García Page, lo describe con una metáfora taurina: «En los toros no afecta sustancialmente lo que hayan hecho los banderilleros, los picadores; al final lo decisivo es la faena del matador y cómo remata«, ejemplifica. El líder del PSOE está ahora solo en la plaza frente al toro.

“NO SOMOS REFERENCIA, ESE ES EL PROBLEMA”

La crisis en Cataluña ha trastocado el guion del PSOE, pero el partido “tampoco ha logrado capitalizar los otros temas que han centrado el debate público y que le eran favorables, como las pensiones y el feminismo”, recuerda el politólogo Pablo Simón. “No somos referencia para nadie, más allá de los socialistas, ese es el gran problema”, se lamenta un veterano diputado con amplia experiencia de Gobierno. El líder tiene también el hándicap de que no es diputado en el Congreso, “pero ha optado estos meses por ir a hablar a los militantes en asambleas de partido”, alerta este diputado. Y la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, cuestionada, “no puede suplir el papel de la comunicación del líder con los ciudadanos”, apostilla.

Sánchez ha recuperado presencia pública tras unos meses de perfil bajo, una estrategia que algunos barones y miembros de la dirección no entendieron. “La gente está todavía como esperándonos. Hace falta iniciativa, creatividad», reclama un presidente.

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