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El Salvador incluido en lista de países con gobernantes autócratas

Human Rights Watch lamenta que la democracia vaya en declive, y la autocracia en ascenso. Cuestionan que los gobiernos no tomen acciones contra Bukele por la concentración de poder que tiene.

Las decisiones tomadas por el Gobierno y que atentan contra la independencia judicial, la separación de poderes y la libertad de prensa han valido para que El Salvador aparezca en una lista de países que son gobernados por autócratas.

Human Rights Watch (HRW) coloca a El Salvador al mismo nivel de Hungría, Brasil, Polonia, India y Filipinas.

En el más reciente informe de la organización en el que hacen una análisis sobre los derechos humanos en el mundo, el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, plantea la idea de que la democracia está ante una clara afrenta debido a tendencias autocráticas que surgen desde diferentes países.

«La sabiduría convencional en estos días es que la autocracia está en ascenso, la democracia en declive. Ese punto de vista cobra vigencia a partir de la intensificación de la represión de las voces de la oposición en China, Rusia, Bielorrusia, Myanmar, Turquía, Tailandia, Egipto, Uganda, Sri Lanka, Bangladesh, Venezuela y Nicaragua… Y obtiene sustento del surgimiento de líderes con tendencias autocráticas en democracias una vez o aún establecidas como Hungría, Polonia, Brasil, El Salvador, India, Filipinas y, hasta hace un año, los Estados Unidos», plantea el director ejecutivo de HRW.

«Con autócratas a la defensiva ¿Pueden los demócratas estar a la altura de las circunstancias?», es el título del ensayo introductorio con el que abre el informe.

Un aspecto preocupante que plantea HRW son las recurrentes violaciones a derechos humanos que ocurren en las naciones que son gobernadas por personas con tendencias autocráticas, como es el caso de El Salvador, donde desde 2019 Nayib Bukele está en la presidencia.

El caso salvadoreño ocupa un extenso apartado en el informe de Human Rights Watch. En él, hacen un repaso de las acciones cometidas por el oficialismo y que representan, según el análisis planteado, un socavamiento a la democracia nacional.

Desde el 1.º de mayo del 2021, cuando asumió una nueva legislatura con mayoría a favor del presidente que «destituyeron y reemplazaron de forma sumaria a los cinco jueces de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema, así como al fiscal general» y colocaron en sus lugares a personas afines al oficialismo, la concentración de poder a favor de Bukele se tornó más evidente.

La concentración de poder es, de acuerdo con HRW, una tendencia propia de un líder autócrata.

«Forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley», de esa forma define el Diccionario de la Lengua Española (DLE) el término «autocracia».

De manera explícita, funcionarios de los diferentes Órganos de Estado en El Salvador han aceptado que responden al presidente Bukele. Incluso han manifestado su lealtad a él.

El director ejecutivo de HRW sostiene que para los gobernantes autócratas puede existir un «futuro sombrío», esto en razón de que » la gente ve que inexplicablemente los gobernantes priorizan inevitablemente sus propios intereses sobre los del público», por tanto, «la demanda popular de una democracia que respete los derechos a menudo sigue siendo fuerte».

Un aspecto que reprocha Roth es la falta de acción de los gobiernos ante los gobernantes autócratas que están en ascendencia en los países de occidente.

«Fuera de Occidente, los gobiernos han tomado al menos alguna acción por la democracia contra los golpes militares abiertos», dice Roth y menciona los casos de Myanmar, Sudán, Guinea y Malí, pero agrega que » no han mostrado un interés comparable en abordar los derechos endémicos, abusos de líderes autocráticos de larga data» y es más específico al decir que «la Organización de Estados Americanos se ha alzado contra las dictaduras de Maduro en Venezuela y Ortega en Nicaragua pero aún da un pase a las tendencias autocráticas de Bolsonaro en Brasil y el presidente Nayib Bukele en El Salvador».

En efecto, más allá de las condenas internacionales por las acciones ilegales cometidas por el oficialismo en El Salvador, la comunidad internacional no ha procedido con acciones concretas, a excepción de la reorientación de fondos de USAID que antes dirigía a instituciones públicas y ahora lo hacen a organizaciones sociales, y el anuncio de Alemania de cese temporal de ejecución de proyectos.

 

 

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