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El ‘tarifazo’, la STASI y la represión castrista

El castrismo convirtió a la sociedad civil de Cuba en parte orgánica y fundamental de la represión política. La postura de dirigentes de la FEU ante las protestas contra ETECSA muestra cómo funciona el mecanismo.

 

El presidente de la FEU, Ricardo Rodríguez (segundo desde la izquierda), en una reunión del Comité Nacional de la UJC.
El presidente de la FEU, Ricardo Rodríguez (segundo desde la izquierda), en una reunión del Comité Nacional de la UJC. R. Rodríguez/Facebook

 

 

Por un momento, ubiquémonos en 1956 e imaginemos que José Antonio Echeverría, presidente de la FEU, y el vicepresidente, Fructuoso Rodríguez, elogian a Batista, exhortan a los estudiantes a no protestar contra la dictadura y aceptan que batistianos formen una delegación estudiantil para participar en un diálogo con el dictador, con el objetivo de desmovilizar al estudiantado y silenciarlo. Ah, y Echeverría es representante a la Cámara del Congreso por el PAU, el partido de Batista.

Ni Kafka habría podido imaginárselo. Pero eso es lo que han hecho el actual presidente nacional de la FEU, Ricardo Rodríguez, la vicepresidenta nacional, Litza González Desdín, el presidente de la FEU en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), Alain Álvarez, y otros dirigentes de la FEU en el país. Una flagrante traición a la gloriosa tradición patriótica de esa institución estudiantil, al aceptar abierta o disimuladamente los atropellos de la dictadura castrista.

¿Y por qué esa actitud de quien hoy ostenta el cargo que tuvo el héroe J.A. Echeverría? Porque él mismo, de hecho, forma parte de la maquinaria represiva dictatorial. Es diputado y miembro del Consejo de Estado. Formalmente, integra el poder político del país, y disfruta de los privilegios que le «corresponden».

Por eso, en vez encabezar el rechazo de los estudiantes universitarios al «tarifazo», no de ETECSA, sino de GAESA, la FEU como institución básicamente se opone al reclamo estudiantil de conectarse en forma asequible y normal a la internet y las comunicaciones vía satélite.

La decisión del régimen es ambivalente, pues al tiempo que dificulta, o incluso impide en buena medida el acceso ciudadano a la más trascedente revolución tecnológica en siglos, presiona a la diáspora cubana a gastar aún más dólares en la financiación del castrismo-comunismo.

Y mientras Ricardo, Litza y otros dirigentes de la FEU se oponen al justo reclamo de sus colegas, la mafia dictatorial envía esbirros a invadir universidades y a amenazar a los estudiantes que levantaron la voz con la expulsión de la universidad, o con la cárcel.

Los obligan a leer delante de sus compañeros declaraciones en las que se «retractan» de lo que hicieron ¿Se acuerda alguien del «Caso Padilla»? Es la misma historia. Y ese es el punto hoy. Echar un vistazo a las raíces y las características del monstruo represor castrista.

Con la STASI y los aportes de Castro I el MININT devino monstruo

En el otrora «Campo Socialista», la maquinaria de represión política considerada como la más efectiva por su científica sofisticación psicológica, su minuciosidad, masividad y efectividad, fue el Ministerio para la Seguridad del Estado (en alemán Ministerium für Staatssicherheit) de la República Democrática Alemana (RDA, la ocupada por la URSS), más conocido como la STASI, su abreviatura.

Creada en 1950, con su espionaje interno y terror psicológico la STASI superó a la terrible KGB soviética, menos sofisticada. La misión principal de la STASI era doblegar la voluntad y la personalidad de quienes no aceptaban el poder comunista, a quienes acusaba de «desviación de la norma socialista».

Contaba con 170.000 «informadores no oficiales» (chivatos). Con su táctica maestra de Zersetzung (descomposición), la STASI era experta en «descomponer» psicológica y psíquicamente a los arrestados, o ya presos. Socavaba su dignidad y decoro con acusaciones inventadas y montajes para minar sus relaciones con familiares, colegas y amistades, hasta que dudaran incluso de sí mismos. Aquello dañaba a veces fatalmente su psiquis y salud mental.

Pues bien, ese mismo engendro llamado STASI, con su cultura científica de la «descomposición» fue la institutriz principal de la Seguridad del Estado del castrismo, que también contó con las enseñanzas de la KGB. Por eso, no ha habido nunca en América algo ni siquiera parecido en materia de represión política.

La sociedad civil fue convertida en parte orgánica de la represión

Pero hay más, las fuerzas represivas castristas, además de haber sido amamantadas y equipadas por la STASI y la KGB, cuentan con aportes originales del Misántropo en Jefe, Fidel Castro. Y simultanean la sofisticación con sembrar el terror físico en las calles. Golpean brutalmente a los ciudadanos, empujan y lanzan al piso incluso a mujeres en la vía pública, y ya como cosa habitual militarizan las calles, sobre todo durante los largos apagones.

En fin, si exceptuamos a los Duvalier, con sus Tonton Macoutes, que asesinaron a unos 150.000 haitianos, que se sepa pocas dictaduras en Latinoamérica han asesinado o causado la muerte a más personas que los Castro en los últimos 100 años.

La cifra supera los 8.000, documentados por Archivo Cuba, que incluyen 4.399 ejecuciones por fusilamiento judiciales, o sin juicio (básicamente en el Escambray); 305 asesinados cuando intentaban salir del país; 87 desapariciones forzosas; 531 muertes médicas sospechosas, mayormente en custodia; 29 fallecidos en huelga de hambre; 206 suicidios; y otros 2.885 muertos por otras causas, todas políticas y responsabilidad de la dictadura.

Tanta sangre pone a los Castro al nivel de Trujillo, los Somoza, Batista, Pinochet, Stroessner, Pérez Jiménez, o los dictadores de Brasil y Argentina.

¿Cuáles fueron los aportes de Fidel Castro? En primer lugar, no se conoce en el mundo, que se sepa, nada parecido a los Comités de Defensa de la Revolución, cuyas siglas (CDR) deben leerse como «Comités de Delatores Revolucionarios».

Al crearlos (1960), Castro I convirtió a la sociedad civil en parte orgánica y fundamental de la represión política. En la Alemania nazi no hubo institucionalmente comités de chivatos vigilando a los vecinos en cada cuadra. Sí había chivatos, pero individuales, no estructurados como institución pública organizados en comités en cada cuadra.

En segundo lugar, tampoco ninguna dictadura, que se conozca, ha convertido a los sindicatos y a los trabajadores del país en hordas represoras como las «Brigadas de Respuesta Rápida», armadas con barras de hierro, palos, y a veces con fusiles, para apalear en las calles a quienes critican al Gobierno.

Una de esas brigadas, el «Contingente Blas Roca», hirió de gravedad con hierros y bates de béisbol a manifestantes durante la protesta popular en La Habana conocida como el «Maleconazo», en agosto de 1994. Además, el Partido Comunista organiza mítines de repudio contra opositores y defensores de los derechos humanos, parecidos a los que se organizaban en el medioevo contra las «brujas». Les gritan obscenidades, lanzan pintura y rompen a pedradas puertas y ventanas. Gritan en las calles «Abajo los derechos humanos».

Y eso de convertir a los sindicatos y los ciudadanos en «esbirros voluntarios» no lo hicieron Hitler, Mussolini, Stalin, Sadam Hussein, o Slobodan Milosevic. Ni nadie en América. Cuando la «revolución cultural» de Mao Tse Tung en China (1966-1976) los «guardias rojos», que asesinaron a diestra y siniestra, eran fanáticos milicianos uniformados, no civiles sindicalizados.

A más temor a perder el poder, más dólares gastan para reprimir

Hoy, con la crisis asfixiante y los apagones, la mafia usurpadora del poder tiene temor a una rebelión nacional, e invierte cada vez más millones de dólares en ampliar y seguir equipando a sus hordas represivas con armas sofisticadas, vehículos, equipos antimotines, incluyendo a las fascistas «avispas negras», que siembran el terror en las calles.

Viví en el batistato. No recuerdo haber visto nunca tantos esbirros en las calles ni «perseguidoras», como les llamábamos a los vehículos policiales. Hoy, el número de efectivos del MININT posiblemente supera los 170.000 represores que tenía la STASI para 16,7 millones de alemanes, contra 9,7 millones de habitantes que hay en Cuba.

Ah, de los Comités de Delatores Revolucionarios (CDR) me faltó un detalle: Con la crisis devastadora castrista, sus dirigentes en las cuadras han perdido «entusiasmo revolucionario» para ser chivatos voluntarios del régimen que los hambrea, pero la dictadura sigue contando con ellos, pues siempre hay «trompetas» voluntarias.

Así lo reveló en La Habana un exoficial del MININT al periodista independiente Iván García. Dijo que el andamiaje de control político del Gobierno es una «barrera de contención difícil de superar». La gente en sus casas puede hablar de todo, pero si se huele que se gesta una protesta «en cada cuadra siempre hay un tipo que hace un informe al respecto». O sea, siempre hay un «trompetista» disponible.

¿Hasta cuándo?

 

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