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El temor al gran apagón desata la fiebre por el acopio

Una masa sigilosa de españoles lleva semanas abasteciéndose de alimentos y material de ferretería, aterrada por el fantasma del apagón eléctrico. El alarmismo lleva al ‘preparacionista’ a buscar cursos de supervivencia exprés en la gran ciudad. La vida corriente, para ellos, cada vez se parece más a una serie de ficción

Todo se para. Ni luz, ni agua, ni siquiera las suficientes latas de conserva en el supermercado para abastecer a una ciudadanía psicótica y alerta. Tampoco queda ‘stock’ del cotizado papel higiénico en los meses de confinamiento. Es el argumento de la serie francesa ‘El Colapso’, estrenada en 2019 y que especula en torno a lo que ocurriría en la Tierra si el sistema se derrumbase definitivamente. Si la vida, tal y como la conocíamos, se extinguiese. Aunque parezca mentira, esta tesis apocalíptica propia de una serie de ficción sobrevuela las cabezas de una parte de la sociedad española. Tras una pandemia, Filomena, un volcán en erupción y los rumores de un hipotético -aunque improbable- apagón, la gente siente angustia por saber qué será lo próximo. Lo que antes era imaginación y conspiranoia, ahora es miedo real. ¿La última preocupación que añadir a la lista de desvelos? Un fallo en el suministro eléctrico. «En los últimos tiempos, hemos visto cómo se ha instalado la psicosis en una parte de la población sin razones fundadas», asegura Ignacio Ortega, de la Escuela Española de Supervivencia, que no deja de impartir cursos en cada rincón de la península en los que enseña a buscar recursos en una situación extrema, si hubiera problemas de suministro en las grandes ciudades.

La otra prueba del terror que sienten algunos la tienen las ferreterías de toda España, que han registrado un aumento considerable de sus ventas en las últimas semanas. «La gente ha perdido la cabeza. Las mercancías que normalmente vendíamos en cuatro meses se han agotado en una semana», apuntan desde Comafe, la Cooperativa Madrileña de Ferreteros, que cuenta con un almacén en la capital y otro en Alicante, desde los que distribuyen existencias a todo el país. El rumor del apagón se ha expandido desde que el Ministerio de Defensa de Austria lanzase una retahíla de consejos a la población ante un supuesto ‘blackout’, (término que se refiere a una falla de energía a gran escala durante varios días o semanas).

«La gente ha perdido la cabeza. Las mercancías que normalmente vendíamos en cuatro meses se han agotado en una semana»

 

Las autoridades austriacas recomendaron públicamente hacer acopio de combustible, velas, baterías, conservas y agua potable, así como pactar de forma previa con familiares y amigos un punto de encuentro y sentar las bases de una red de cooperación vecinal. La ministra de Defensa de Austria, Klaudia Tanner, dijo el pasado 29 de octubre que «la cuestión no es si habrá un gran apagón, sino cuándo» y se encargó de supervisar una serie de maniobras militares e iniciativas de concienciación sobre lo que aseguró es «un peligro real, aunque subestimado».

Sin embargo, aunque la vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha asegurado que el suministro de electricidad en España «está garantizado» y que la generación eléctrica prácticamente duplica la demanda en momentos pico, los titulares del fantasma del apagón en Austria han funcionado como una alerta apocalíptica para algunos españoles. Los hay completamente incrédulos con el tema, pero también están los bautizados como ‘preparacionistas’, que están haciendo acopio de enseres «por si acaso», como declaran algunos de ellos.

‘Efecto papel higiénico’

Lo sabe bien Miguel Berbés, propietario de una ferretería de Vigo en la que las ventas de cocinas de camping gas, linternas y pilas se han disparado en el último mes. «Las cocinas están agotadas, hemos vendido unas 600 y tengo previsión de entrada mañana. Si puedo me traigo todas las que hay en España para mí», asegura este profesional del sector, que palpa la «angustia» a pie de calle. «Están llegando clientes de todas las puntas de la ciudad e incluso de otros municipios. Le han visto las orejas al lobo, es lo que dicen, pero esto ya viene de atrás y hay gente que se viene preparando desde hace tiempo. Yo llevo desde el mes pasado reponiendo», señala desde el mostrador de su negocio.

 

La ferretería de Miguel Berbés, en Vigo, está teniendo problemas de existencias por la avalancha de preparacionistas
La ferretería de Miguel Berbés, en Vigo, está teniendo problemas de existencias por la avalancha de preparacionistas – MIGUEL MUÑIZ

 

Además de los ansiados hornillos, linternas y pilas se han convertido en los otros objetos de deseo de los compradores, que cuando van «ya cogen para ellos y para sus familias». Así, en esta ferretería olívica han pasado de vender cuatro linternas en un día, a vender treinta. «Es el efecto papel higiénico, el miedo a que se vaya a acabar el producto provoca que se agote antes de tiempo. Yo compraré todas las que pueda aunque nos van a limitar las compras los proveedores, pero si me dejan traerme 200, lo haré», mantiene el dueño de este negocio.

«La palabra incertidumbre vuelve a estar en la calle», resume este vigués ante un temor que se ha trasladado de lo sanitario a lo energético. «Está claro que el confinamiento nos ha vuelto más previsores. Después de lo que pasamos ya nadie se fía», zanja.

Rita, que vive en Reus (Tarragona) y prefiere ocultar su nombre real porque reconoce sentir algo de vergüenza con esta cuestión, lleva días agobiada con un posible apagón. «En casa lo tenemos todo eléctrico. No podríamos estar calientes y no sé qué podría llegar a pasar», confiesa con angustia.

Lo que más le preocupa es el bienestar de su hijo de dos años y por este motivo ha empezado a comprar más pañales de la cuenta. También papel higiénico -reminiscencias de la pandemia-, pero su acopio va más allá de productos de higiene. Esta joven de 35 años ha reservado un espacio en la cocina para una hipotética emergencia. «Tenemos una caja especial con latas de conserva, leche, cereales para el niño, botes de legumbres y otros alimentos no perecederos. También contamos con más agua embotellada que habitualmente. Y porque vivimos en un piso y no tenemos más espacio…Pero como mínimo contamos con algo de previsión», remarca.

«Sé que puedo parecer paranoica, pero también pensábamos que no iba a pasar nada con el Covid. Lo veíamos lejano y luego mira cómo acabamos»

El miedo llevó a Rita, como otros ‘preparacionistas’, a acudir a la ferretería: «Compré un camping gas, porque si pasara algo, al menos podríamos comer. Me vendieron el último que les quedaba y me contaron que ya no encontraban más en ‘stock’». Su incertidumbre es tal, que ha llegado a hablar de la cuestión con su familia, con quien ha abordado incluso posibles escenarios futuros. «A malas iríamos a vivir temporalmente a casa de mis padres, al pueblo, porque tienen chimenea y una estufa catalítica», explica. «Sé que puedo parecer paranoica pero también pensábamos que no iba a pasar nada con el Covid. Lo veíamos lejano y mira luego cómo acabamos», sentencia.

‘Boy Scouts’ de ciudad

Los números de los ferreteros atestiguan los efectos del alarmismo, pero también dan fe del creciente sentimiento de preocupación los organizadores de cursos de supervivencia, que antes se reducían a entornos más rurales. «Tradicionalmente, lo que hacíamos era impartir formaciones para sobrevivir en medios naturales. A los asistentes les interesaba la gestión del agua, del fuego o tener nociones de cartografía. Pero, últimamente, estamos registrando una mayor demanda por parte de personas que quieren aprender a sobrevivir en las ciudades», explica Ortega, de la Escuela Española de Supervivencia.

 

En la imagen, Ortega calienta alimentos en una fuente de energía fabricada con objetos cotidianos
En la imagen, Ortega calienta alimentos en una fuente de energía fabricada con objetos cotidianos – RAMÓN L. PÉREZ

 

Los perfiles que requieren la formación abarcan todo tipo de edades y niveles sociales: «Me han llamado familias preocupadas y yo les aconsejo que acudan con todos los miembros del núcleo familiar: desde el bebé recién nacido, al abuelo de 80 años. Muchos conocimientos son eminentemente prácticos y los niños lo pasan bien en las formaciones», informa este instructor.

¿Qué le preocupa a la gente? Poder comer algo caliente en una situación extrema y tener luz. «Con aceite para reciclar se pueden fabricar velas que duren entre ocho y diez horas, por ejemplo. Tenemos fuentes de energía enormes en nuestras casas, pero las desconocemos», cuenta Ortega a los ‘preparacionistas’ que acuden a sus cursos con el objetivo de ser capaces de salir airosos de una catástrofe energética en la urbe.

Las consultas por los cursos de supervivencia han aumentado significativamente en toda España. También lo atestigua Javier Manzarbeitia, instructor de esta disciplina en el centro Multiaventura Campo Base de La Pinilla, en Segovia. «Hay bastante más interés, pero es un interés un tanto nervioso por falta de conocimiento», confiesa.

A diferencia de Ignacio Ortega, que sí prepara al urbanita frente al desastre, las formaciones de Manzarbeitia son para aprender técnicas ancestrales, como hacer fuego. Este profesional describe las llamadas confusas que recibe, como parte de una «espiral de locura», fruto de la desinformación y de una psicosis colectiva que no se ajusta a la realidad. Pero también, dice, se debe a la irracional costumbre de emular lo que hace el vecino, como ya se pudo ver al inicio de la pandemia.

 

Manzarbeitia enseña en Segovia técnicas ancestrales, como la de hacer fuego
Manzarbeitia enseña en Segovia técnicas ancestrales, como la de hacer fuego – ABC

 

De rellano en rellano se va propagando la preocupación de que llegue el día en que el interruptor de la luz no obedezca. También lo han notado en las ferreterías de Toledo. Iván González, encargado de una de las más conocidas de la ciudad, afirma que tiene una lista de espera inmensa -de más de cuarenta personas- para adquirir hornillos de camping gas, un producto del que únicamente se vendía alguna unidad de vez en cuando. Aunque González cree en lo que dicen los expertos, que aseguran que la posibilidad de ese gran apagón eléctrico es poco probable, en los últimos días numerosas personas se acercan a su establecimiento para preguntar no solo por estos hornillos, que funcionan con cartuchos de gas, sino también por estufas de butano o difusores de gas para paellas: «Cualquier cosa que no funcione con electricidad», dice. En su ferretería se han agotado también las linternas y las pilas grandes, que hasta hace poco apenas se demandaban.

Ejército sigiloso

Los ‘preparacionistas’ cuentan cada vez con más adeptos en España, un ‘ejército’ que se abastece sigilosamente por si finalmente llega la ‘tormenta perfecta’, cuyo riesgo niegan autoridades y expertos. Hay quienes tienen ahora más presente que nunca el lema de los ‘Boy Scouts’: «Prepárate». La biblia del ‘preparacionista’ parte de la máxima de que nunca está de más contar con unos conocimientos básicos por si ocurriera una desgracia, pero el desvarío comienza cuando la vida corriente se parece más a una serie de ficción que a la realidad.

 

* Reportaje elaborado con informaciones de: Patricia Abet, Anna Cabeza, Javier Ayuso y María del Valle Sánchez

 

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