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El «timing» es (casi) todo: cuándo damos los mensajes en política

Desde cuándo anunciar la candidatura hasta un tuit oportuno relacionado con hechos fuera del ámbito político: el timing lo es todo. Este anglicismo refiere al manejo del tiempo y no solo pensando en la organización de los mensajes, sino en captar las oportunidades para poder abarcar temas que escapan a la planificación de campaña.

En la vida pública el timing es de extrema importancia. La misma acción puede tener efectos diferentes dependiendo del momento en el que se haga, y hoy, con la rapidez con la que suceden los hechos en el escenario mediático, todavía más.

El timing es la elección del momento pertinente para plantear un tema o una acción al electorado, que puede tener que ver con fechas especiales o con saber captar cuál es la preocupación de un momento determinado para medir la relevancia de nuestro mensaje. Por ejemplo, en la mayoría de los países de Latinoamérica —y para la mayoría de los electores— un mensaje que llegue a la hora de un partido de la selección nacional no tendrá demasiado alcance.

La campaña, por lo tanto, necesita estar pendiente de los elementos contextuales: cosas que a priori pueden parecer ajenas al ámbito político harán que un mensaje pierda fuerza o que se genere el ambiente propicio para darlo. No estar atento podría herir la campaña o hacer que se pierdan oportunidades propicias para salir con fuerza con un asunto de interés.

¿Cuál es la clave, entonces? En primer lugar, y como en cada una de las acciones de la campaña, es fundamental conocer al electorado para entender qué temas le preocupan y en qué momentos estará dispuesto a recibir los mensajes del candidato. En segundo lugar, tener muy clara la coyuntura y aprovecharla a favor de la campaña, para salir de forma rápida y acertada cuando haya que hacerlo.

 

 

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