DictaduraEconomía

Elías Amor: ¿’Trasladar inquietudes’ o hacer economía en Cuba?

'Desde el principio se vio que el régimen quería que las MIPYMES barrieran el espacio del trabajo por cuenta propia.'

Oferta de una MIPYME en Cuba.
Oferta de una MIPYME en Cuba. ACN

 

No compliquen las cosas. Es mucho más fácil. No hace falta organizar una II Jornada Económico-Productiva Cuba 2022, ni nada parecido, para lograr mecanismos que fomenten las relaciones entre los actores económicos del país. Mientras se asiste a esta jornada, lo que ocurre es que se pierde tiempo valioso para establecer acuerdos, contratos, operaciones conjuntas que permitan sacar el máximo provecho y rentabilidad a los negocios implicados.

Entonces, ¿cuál es el problema? Pues sencillo, al régimen comunista de Cuba no le interesa ese movimiento espontáneo, natural y eficiente de la actividad económica privada para establecer acuerdos mutuamente beneficiosos. Lo teme, y por ello, lo proscribe, como ocurre con el mercado, la oferta y demanda, que es el instrumento para el desarrollo de las relaciones voluntarias y no coercitivas que caracterizan a los agentes en la economía libre.

De modo que, como el régimen no quiere este ámbito de actividad libre e independiente en Cuba, promueve este tipo de jornadas que, al final, no sirven para gran cosa. Pero que nadie piense lo contrario. Dice una nota de Granma que esta jornada es «un espacio donde los actores económicos del país puedan trasladar sus inquietudes a las organizaciones globales rectoras de los procesos productivos y económicos».

¿Trasladar qué, y a quién? Inquietudes, no es el término. Las inquietudes de los actores económicos se plasman en proyectos para ejecutar, asociados a inversionesque tienen como objetivo ganar dinero y ser rentables, al tiempo que se satisfacen necesidades de los consumidores. La inquietud es otra cosa, y no merece consideración cuando se está hablando de la actividad empresarial y los negocios.

Más grave aún es que se tenga que trasladar esa «inquietud» a las organizaciones globales rectoras de los procesos productivos y económicos. Hay que dejarse de tanta palabrería, porque esas organizaciones no son otra cosa que el régimen y el Partido Comunista, que no solo quiere enterarse de todo, sino mantener un absoluto control de la actividad económica privada.

Cualquier inquietud, la que sea, tiene que ser aprobada por el régimen dentro del modelo social comunista cubano. Un modelo que, visto en perspectiva, aparece como profundamente reaccionario, anclado en una ideología de mediados del siglo XX, que fracasó allí donde se intentó implantar, pero que subsiste en Cuba, en buena medida por ese control absoluto y desmedido sobre la población.

Dicho de otro modo, de nada sirve aprobar a tontas y locasMIPYMESy llegar a 3.563 o 4.000 o 5.000, si esas pequeñas y medianas empresas y cooperativas no agropecuarias no tienen la autonomía, ni la libertad, ni la capacidad para generar y acumular riqueza y ostentar derechos de propiedad privada, sin límites. Mientras que su existencia misma dependa de una autorización gubernamental, hablar de empresa privada en Cuba es mentir. El régimen no permite la libre empresa de mercado, tal y como la conocemos, y los pasos que ha estado dando para autorizar las MIPYMES y las cooperativas no agropecuarias son un buen ejemplo de cómo se pretende mantener un control absoluto sobre la economía del país, la estatal y la privada.

Por eso, cuando en las jornadas se planteó que «deberían existir mecanismos que relacionaran a esta gran masa de actores, 1.842 entre las dos actividades económicas, para satisfacer las carencias existentes en el territorio en referencia a los sectores de la industria y la construcción», alguien debió decir que la respuesta no está en las jornadas, sino en el mercado, la ley de la oferta y demanda, y el definitivo alejamiento del estado de la injerencia en los asuntos económicos por medio del plan. La fórmula funciona en otros países y podría hacerlo en Cuba. De hecho, lo hizo de forma magnífica antes de 1959.

Por el contrario, los comunistas siguen preocupados por otros asuntos. Por ejemplo, no entienden cómo hay trabajadores por cuenta propia que no quieren convertirse en MIPYMES  o cooperativas no agropecuarias en sectores como la construcción. No entienden que el trabajo autónomo, en numerosos sectores, es fundamental para la organización de la producción y que, por mucho que lo intenten, no todos los peces van a entrar en la red. Más aun, cuando lo único que tiene el régimen comunista para ofrecer a esas MIPYMES de la construcción, es uno de esos proyectos de «desarrollo local» que no hacen otra cosa que malgastar los pocos recursos disponibles en aventuras banales y experimentos improductivos que no llevan a ningún sitio.

Desde el principio se vio que el régimen quería que las MIPYMES barrieran el espacio del trabajo por cuenta propia, que se sometieran a sus órdenes, que no subieran un solo peldaño con respecto a las empresas estatales socialistas, y que entendieran el mensaje de que la personalidad jurídica se puede perder en cualquier momento si se produce una desviación con respecto a la jerarquía de los gobiernos locales comunistas. En suma, que nunca en Cuba, con este sistema político y social, se permitirá una economía de mercado mixta, basada en empresas de propiedad privada, como en otros países del mundo. Cada paso que dan, confirma esta posición.

 

 

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