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¿Es inevitable la caída del Gobierno francés en los próximos meses?

El rechazo al plan presupuestario ha unido a la oposición para censurar al Ejecutivo en este próximo otoño

François Bayrou este miércoles en la Asamblea Nacional

                                      François Bayrou, en la Asamblea NacionalAFP

Cuando el primer ministro francés, François Bayrou, ascendió al poder el pasado mes de diciembre, precedido por la censura a Michel Barnier, sabía que lo hacía con un cronómetro sobre su cabeza. La caída de su predecesor no atajó ninguno de los grandes e irresolubles problemas que asolan al país galo. A saber, una deuda disparada, una situación social cada día más polarizada y, por si fuera poco, una Asamblea Nacional dividida en tres grupos que dificulta cualquier pacto.

De primeras, Bayrou fue sorteando los obstáculos y ha logrado superar hasta ocho mociones de censura en estos meses en el cargo. Entre la fractura del Nuevo Frente Popular, la coalición de izquierdas, y una Agrupación Nacional de Le Pen que no quería agudizar en la inestabilidad de Francia –además de estar preocupada por sus propios asuntos, logró ir sobreviviendo. Hasta el pasado 15 de julio, cuando, obligado a afrontar de cara el problema de la deuda, presentó un plan de ajuste presupuestario que incluye 44.000 millones de euros de recortes y medidas muy criticadas, como suprimir dos días festivos.

En concreto, el Ejecutivo espera reducir el déficit del 5,4 % actual a un 4,6 % en 2026 y con el objetivo de estar por debajo del 3 % en 2029. Sin embargo, las medidas se han enfrentando a un gran rechazo, con el pueblo sintiendo que trabajará más por menos.

Inmediatamente después de presentar el proyecto, todas las formaciones de la oposición se movilizaron a favor de censurar al Ejecutivo cuando se reanude el debate parlamentario el próximo 22 de septiembre. «Con la ley en este estado, es imposible no censurar el Gobierno», señaló Marine Le Pen. Por otra parte, La Francia Insumisa de Jean-Luc Melénchon ya ha anunciado que presentará una moción de censura el propio día 22, a la que se espera que se sumen todas las formaciones izquierdistas.

Las organizaciones sindicales, por su parte, se reunirán el 1 de septiembre para coordinar el calendario de movilizaciones y el día 10 de ese mismo mes ya está convocada una jornada de bloqueo en todo el país. Un movimiento colectivo, alimentado por las redes sociales, que lleva el nombre de ‘Bloqueemos todo’.

Por lo tanto, Bayrou está apurando la temporada estival para lograr acuerdos que permitan su supervivencia. Ha creado un canal de YouTube para explicar sus medidas, ha animado a los franceses a escribirle directamente si tienen dudas y negocia entre bambalinas con las diferentes formaciones políticas. Como mínimo, se espera su supervivencia hasta el primer martes octubre, que es el límite para presentar la ley presupuestaria. Si entonces no ha logrado los apoyos necesarios, tendrá que aprobar el texto mediante ‘decretazo’, es decir, invocando el artículo 49.3 de la Constitución que permite sacarlo adelante sin apoyos. Pero es una manzana envenenada, pues abre la puerta a una moción de censura.

En ese supuesto, se espera que la Agrupación Nacional –al igual que cuando tumbaron a Barnier y en vez de todas estas veces previas– una fuerzas junto a la izquierda en su búsqueda por censurar al Ejecutivo, reuniendo los apoyos necesarios para lograrlo.

En ese caso, el presidente de la República, Emmanuel Macron, que sigue arrastrando el error de adelantar las elecciones el pasado verano, se enfrentará al dilema de elegir a un nuevo primer ministro –que tendrá los mismos problemas que han sufrido Barnier y Bayrou–, o convocar unas elecciones que podrían terminar de enterrar su legado político. Y Francia, mientras tanto, ve cómo sus problemas se siguen sin resolver y el bloqueo político frena todas las propuestas.

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