Europa cambia su política de asilo
Von der Leyen quiere abolir Dublín y fijar un mecanismo fuerte de solidaridad
Frágiles somos, pero en frágiles no nos convertiremos. Ésta fue la idea central que ayer desarrolló Ursula von der Leyen al presentar los planes para el próximo curso político en la Unión Europea. Fragilidad fue una de las palabras más utilizadas en su largo discurso ante el Parlamento Europeo. Diez veces la citó. Frágiles por la pandemia, fragilidad de nuestros valores, del planeta en general y de Europa en particular. Ante ello, su receta es que ha llegado el momento de pasar “de la fragilidad a la nueva vitalidad”, y para conseguirlo, desgranó sus prioridades en lo que fue su primer debate sobre el estado de la Unión, la gran misa anual de cualquier presidente de la Comisión Europea cuando presenta sus iniciativas. Más aún para Von der Leyen, al suponer su estreno.
Entre los objetivos anunciados, hay un cambio que puede ser muy significativo en migración. Von der Leyen avanzó que propondrá abolir el convenio de Dublín, el reglamento que regula el proceso de solicitud de asilo en la UE, y que incorporará un mecanismo de solidaridad potente. “Puedo anunciar que aboliremos el convenio de Dublín y que lo substituiremos por un nuevo sistema de gobernanza europea sobre migración.
Tendrá una estructura común de asilo y retorno y un nuevo mecanismo de solidaridad fuerte”, dijo Von der Leyen en las réplicas de su intervención ante el Parlamento Europeo.
No concretó más. La propuesta se presentará el próximo miércoles, pero la referencia al mecanismo de solidaridad iría en la dirección que pretenden países como España, Italia y Grecia, de conseguir apoyos para afrontar la gestión de los refugiados que llegan a sus costas. Sin embargo, es difícil pensar que puedan plantearse cuotas de reparto obligatorias, visto el rotundo fracaso del intento del 2015 y la oposición visceral que mantienen países como Austria o algunos del este europeo. Más bien, podría tratarse de una solidaridad a la carta o solidaridad flexible, que permita elegir a cada país si colabora aceptando refugiados o aportando dinero. Uno de los puntos clave del reglamento de Dublín, la normativa que Von der Leyen quiere abolir, es que otorga al país a través del cual el migrante entra por primera vez en la UE la responsabilidad de gestionar su demanda de asilo. Una fórmula para simplificar procedimientos y evitar lo que en el argot se denomina asylum list , cuando el solicitante busca entre los países el régimen que mejor le conviene. Sin embargo, uno de sus efectos es que acaba cargando todo el peso en los estados que están en primera línea.
La presidenta de la Comisión Europea dijo que su propuesta adoptaría “un enfoque humano. Salvar vidas en el mar no es opcional. Los países que cumplen sus deberes legales y morales y que están más expuestos que otros, tienen que poder confiar con la solidaridad del conjunto de la UE”.
El estado de la unión
La presidenta fija la transformación verde y digital como vía para recuperar la economía
Por otro lado, Von der Leyen también reforzó su estrategia de impulsar la recuperación y la transformación de la economía europea a través del plan verde y de la innovación digital. Un 57% de los 750.000 millones de los fondos de recuperación europeos irán destinados a estas dos áreas, con lo que se constata que la irrupción de la pandemia no ha hecho cambiar las prioridades de fondo marcadas por Von der Leyen ya en su discurso de investidura en el mes de julio del año pasado. En el terreno medioambiental anunció un objetivo esperado, la propuesta de reducir las emisiones de efecto invernadero un 55% para el 2030, un paso que considera imprescindible para poder convertir a Europa en el primer continente climáticamente neutro en el 2050. “Reconozco que este incremento es demasiado para algunos y no suficiente para otros. Pero nuestro análisis de impacto dice que nuestra economía y nuestra industria pueden conseguirlo”, dijo Von der Leyen, que calificó el objetivo como “ambicioso, realizable y beneficioso para Europa”.
Actualmente, la UE se mueve en un objetivo de disminución del 40% de los niveles de CO2respecto a los niveles de 1990, pero lleva tiempo asumiendo que este objetivo se queda muy corto para conseguir la neutralidad climática. En marzo pasado, el objetivo fijado era una horquilla de entre el 50 y el 55%, y ahora da un paso más, situándola en la franja más exigente.
Von der Leyen hizo otro guiño al medio ambiente. Señaló que el 37% de los fondos del plan de recuperación se destinarán directamente a objetivos incluidos en el pacto verde, y añadió una novedad: el 30% de estos 750.000 millones de euros se recaudarán en los mercados a través de bonos verdes.
Precisamente, hoy se conocerán los detalles de los formularios para elaborar los planes de recuperación y resiliencia que cada país deberá presentar para optar a estos créditos y transferencias. En este terreno, el de la recuperación, Von der Leyen también dijo que mientras reine la incertidumbre creada por la pandemia, “no es el momento para retirar el apoyo” a la economía. Es decir, que los estímulos continuarán y que las reglas de disciplina fiscal seguirán guardadas en el armario.
Por otro lado, Von der Leyen dijo que no hay lugar en Europa para las denominadas zonas libres de gais, una crítica al Gobierno polaco en pleno recorte de los derechos de personas lesbianas, gais, bisexuales y transexuales. “Son zonas libres de humanidad y no tienen sitio en nuestra Unión”, dijo Von der Leyen, añadiendo que no toleraría violaciones del Estado de derecho.
Cambio climático
Bruselas propone reducir un 55% de emisiones en el 2030 e invertir en bonos verdes
También pasó revista a las relaciones con los vecinos. Por un lado, afirmó que siempre intentarán mantener buenas relaciones con la Casa Blanca, pase lo que pase en noviembre; y por otro, tuvo palabras duras para Rusia, al considerar que el envenenamiento de Alexéi Navalni no es un hecho aislado, sino “un patrón que hemos visto en Georgia, Ucrania, Siria y Salisbury”.