Fallo de La Haya: el triunfo del derecho por sobre lo “políticamente correcto”
“Este no es solo un triunfo para Chile, es un triunfo para el derecho internacional”, con esa frase del agente chileno Claudio Grossman se confirmó que, con la sentencia, la política exterior del país quedó fortalecida, y que el derecho internacional se puso por sobre la estrategia político-comunicacional de Bolivia. En la misma línea, el abogado y asesor de cancillería, Luis Winter asegura a «El Líbero» que «el fallo fue impecable desde el punto de vista jurídico».
Pasado el mediodía y, casi una hora después de que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) realizara la lectura del fallo, el agente chileno Claudio Grossman manifestaba las primeras reacciones y era claro en decir que “este no es solo un triunfo para Chile, es un triunfo para el derecho internacional”.
Así, apostado fuera del Palacio de la Paz, en La Haya, en su rostro era evidente su satisfacción tras el categórico resultado que favorecía a Chile por 12 votos y 3 en contra. “No podemos no tener satisfacción cuando la Corte analizó cada una de las pretensiones que presentó Bolivia. Todas ellas fueron de manera muy rigurosa rechazadas”, sentenció.
Precisamente tras el veredicto de la CIJ, se despejaban algunas dudas que surgieron durante el último tiempo sobre la influencia política y comunicacional que podría incidir en la máxima instancia internacional. Ello, tras las estrategia que desarrolló el Presidente de Bolivia Evo Morales, en los medios de comunicación y en las distintas asambleas internacionales, donde era categórico en manifestar su descontento por no tener una salida soberana al Océano Pacífico.
Y no solo del país altiplánico, también en Chile había voces sobre la necesidad de tener una estrategia más “al choque”, con más elementos comunicacionales y no solo defender los aspectos jurídicos. Pero finalmente fue ésta la opción que triunfó.
“El fallo fue impecable desde el punto de vista jurídico y aplicando el derecho internacional. Es un fallo ordenado, metodológicamente perfecto e impecable en su razonamiento, pasó revista a cada uno de los aspectos planteados por las partes”, asegura a “El Líbero”, el abogado y asesor de cancillería para la demanda marítima de Bolivia, Luis Winter.
En la misma línea el ex subsecretario de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Michelle Bachelet, Edgardo Riveros afirma que el veredicto “va a tener importancia no solo para este caso, sino que va a establecer jurisprudencia en diversas materias”.
Incluso, fuentes de cancillería reconocen que la política chilena en el exterior quedó “fortalecida”. Y destacan, además, que la política internacional de nuestro país se ha basado en respetar los acuerdos y tratados internacionales, y que en medio de ese escenario se “impuso” el derecho internacional.
Postura que toma especial relevancia, luego de que fueran varias las críticas en torno a decisiones anteriores de la CIJ. Especialmente tras el fallo de 2014, por la demanda de Perú contra Chile. Y dos años antes la Corte ya había fallado a favor de Nicaragua sobre la disputa territorial y de delimitación marítima en el mar Caribe contra Colombia.
Decisión que finalmente terminó desembocando en que ese país abandonara el Pacto de Bogotá. De este modo, comentan los entendidos, los cuestionamientos a los fallos anteriores habrían pesado de cierto modo en los jueces. Además, en el entorno de la Corte no es bien visto que Chile fuera por el mismo camino, puesto que es uno de los países de la región con mayor influencia en cuanto a política exterior.
“Los jueces no son de palo, leen los diarios, se asoman a las reacciones frente a sus posiciones y tienen que haberse dado cuenta que habían estirado mucho la cuerda cuando aceptaron una demanda sin fundamento jurídico”, dice a “El Líbero”, el abogado y diplomático José Rodríguez Elizondo.
Un factor que generó sorpresa en la comitiva chilena, según fuentes de Cancillería, fue el voto del juez brasileño Antonio Cancado Trindade quien respaldó la postura chilena. Para mucho en el edificio Carrera, el magistrado era de la tendencia “más política” de realizar un “gesto de justicia” por sobre el derecho. Cancado tiene un historia profesional ligada al mundo de los Derechos Humanos y muchos creían que Chile no contaría con su voto. Pero su actuar de ayer es una muestra más, comentan, de la fuerza con que se impuso la mirada jurídica por sobre otras consideraciones.
Pero es tal la coincidencia en que el fallo fue apegado a derecho que, señalan, marca un umbral más alto sobre los requisitos para que en las negociaciones entre los países se desprenda algún tipo de obligatoriedad en caso de que después existan reclamos.
La pregunta que aún queda abierta es si la Corte tendrá esta misma mirada -más jurídica que política- en la demanda que Chile presentó contra Bolivia en La Haya sobre el río Silala. En todo caso, explican que ese caso representa un escenario más “técnico”por lo que podría haber más confianza que la incertidumbre que existía previo al veredicto de ayer. Sin embargo, no se descarta ningún escenario.
Párrafo 176 del fallo: ¿Queda una opción para Bolivia?
Tras la lectura del fallo y, a pocos minutos de que el agente chileno Grossman se refiriera al veredicto, fue el turno del Presidente boliviano, Evo Morales. Sus declaraciones apuntaron al párrafo 176 de la sentencia. “Con este párrafo la Corte entiende que es un tema pendiente que aún queda entre Bolivia y Chile”, dijo.
Texto en que se señalaba que “la conclusión de la Corte no debe entenderse como un obstáculo para que las partes continúen sus diálogos e intercambios, en un espíritu de buena vecindad, para abordar las cuestiones relativas a la situación sin salida al mar de Bolivia”.
De este modo y pese al contundente resultado desfavorable para el país altiplánico, el Mandatario parecía no perder la esperanza en torno a una salida soberana al mar. Sin embargo, desde Cancillería y diversos expertos destacan que fue un párrafo destinado para que ambos países mantengan buenas relaciones bilaterales. Explican que el párrafo 176 se puede tomar como una “recomendación” de que el fallo no sea un “obstáculo” para continuar las conversaciones entre ambas partes y que se puedan generar entendimientos de buena fe. Pero que no genera ninguna acción pendiente.
En ese sentido, Winter sostiene que “si Bolivia recurre ir a otro organismo, en el fondo, está dejando de cumplir lo que él mismo pretendió, que la Corte fallara definitivamente la situación de la mediterraneidad de Bolivia”.
“Este fallo es inapelable, con esto se terminó el juicio, lo que queda aquí es una gestión de negociación sin resultado predeterminado y que Chile siempre ha estado disponible a conversar. Es una victoria para Chile y una derrota para Bolivia”, asegura el miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Relaciones Exteriores ante la CIJ, Nelson Hadad.
Los dos jueces disidentes que no encontraron apoyo
Los dos votos de minoría -más el del juez ad hoc- fueron del jamaiquino Patrick Lipton Robinson y del libanés Nawaf Salam. Ambos justificaron su postura al considerar que el Memorándum Trucco y las Declaraciones de Charaña eran una obligación para que Chile negociara acceso soberano al Pacífico para Bolivia. Algo que no opinó el resto de los 12 magistrados.
Mientras Robinson llegó a La Haya en 2015, Salam recién se integró a la Corte el 6 de febrero de este año. El jamaiquino trabaja en la ONU desde 1972 cuando se convirtió en el Representante de Jamaica ante el Sexto Comité (Legal) de la Asamblea General de la ONU, cargo en el que estuvo por 26 años. También fue miembro de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 1988 a 1995. Como ex presidente del Tribunal Penal para los Crímenes de la ex Yugoslavia y ex integrante de la CIDH conoció al agente chileno, Claudio Grossman.
Cuando recién comenzaba en el cargo se vio envuelto en un episodio que lo involucraba indirectamente: El vocero de la demanda marítima y ex Presidente de Bolivia, Carlos Mesa, realizó un “lobby” en la sede de ONU en Nueva York. Mesa –según reporta una nota de El Mercurio publicada el 12 de febrero de 2015– aprovechó el encuentro para reunirse con los entonces embajadores de Rusia, Eslovaquia, Jamaica, Reino Unido, Somalia y EE.UU. y, así, presentarles los argumentos de su demanda. Los seis embajadores con los que se encontró el boliviano tienen la misma nacionalidad de algunos de los jueces en ese tribunal, incluyendo al jamaiquino Robinson.
En tanto, el libanés asumió como juez de la CIJ a comienzos de este año. Fue embajador de su país ante la ONU entre 2007 al 2017. Además, Salam representó a su país en el Consejo de Seguridad. Sus pronunciamientos públicos siempre han estado orientados más hacia África y Oriente Medio.