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Fernando Savater – Trump: instrucciones de uso

«Hay una cosa que sí podemos aprender de Trump: no teme a las opiniones de los grandes gurús, siempre «progresistas», ni de los medios oficialmente respetables. Va a lo suyo»

Trump: instrucciones de uso

    Ilustración: Alejandra Svriz

 

 

Según acaban de descubrir los zoólogos, los chimpancés nunca mean solos: como la tradición asegura de las españolas, les gusta hacerlo acompañados y cuanto mayor sea el grupo, mejor. Esta micción contagiosa también se da en los temas que tratan los columnistas y tertulianos: a veces aparece una cuestión que nos llena insoportablemente la vejiga y allá que vamos todos en húmedo pelotón, a ver quién llega más lejos. Para provocar ese fenómeno, Donald Trump sin duda es insuperable. Ya lo fue cuando ganó su anterior mandato presidencial y ahora, con su dramática segunda venida, el añadido de Elon Musk, el sombrero de Melania y demás parafernalia se ha convertido en un estímulo irresistible. Todo el mundo escribe y habla sobre Trump, sobre todo mal, y el que no lo hace en público se lo está haciendo encima. No puedo censurar a nadie por ello, puesto que yo, para ganarme el pan una semana más, también me uno al gran urinario. President Trump, orina pro nobis!

Como era de esperar, uno de los retretes más concurridos y más unánimes han sido las páginas de El País. Hemos leído muchas cosas que han llenado de alegres carcajadas estos primeros días del año, siempre algo depresivos (no olvidemos que Trump asumió la presidencia en el llamado blue monday), pero a mi juicio nada supera aquella afirmación en el editorial dedicado a su toma de posesión: la actitud del protagonista de la ceremonia fue «una indecorosa exhibición de poder». Por lo visto debía haberse presentado vestido de penitente, con el mechón naranja cubierto de ceniza y después de haber enviado sus excusas al grupo Prisa. Pobrecillos, qué miedo les da. Seguro que no es para tanto. Por cierto, contra los que decimos que no es para tanto y no digamos contra los que jalean a Trump, ha escrito una homilía también en El País Sergio del Molino, un molino que desde luego no corre peligro de que nadie le confunda con un gigante («Trumpistas españoles», 22-I- 25). A los noesparatantistas nos reprocha que consideremos una hiperreacción histérica las demostraciones de pánico e indignación ante la vuelta a la presidencia de Trump. ¡Precisamente nosotros, que llevamos tronando contra el apocalipsis sanchista desde 2018!

«Trump no ha vacilado en anular gran parte de las disposiciones tomadas por su predecesor, que le parecen equivocadas. Ha tirado de rotulador y se ha puesto a corregir a rubricazos lo que cree que debe ser enmendado. Tenga más o menos razón, yo esa disposición intrépida se la admiro»

Pues precisamente por eso, hombre, Molino, fíjate un poco más. Si un país institucionalmente más frágil que USA como España se va acostumbrando mal que bien a un tipo como Sánchez que amnistía a los que intentaron un golpe de Estado, se apoya para gobernar en terroristas no arrepentidos, separatistas virulentos y comunistas fracción caribeña, dicta una ley sobre cómo debe ser recordado el pasado bajo pena de multa o cárcel, otra que discrimina a las mujeres como víctimas y a los hombres como culpables hasta cuando parece lo contrario, y otra más que convierte a los bichos en parientes privilegiados de los humanos, de modo que si un perro muerde a un hombre se penaliza al mordido por estresar con sus gritos al can. Mientras, acapara para sus fieles todos los cargos mínimamente relevantes, bloquea de mil maneras a los jueces que quieren investigar a sus familiares y amiguetes, hostiga a los medios de comunicación que no le bailan el agua (o no llevan agua a su molino, como prefieras) y monta un carrusel con la momia de Franco para distraer al personal. Todo esto y bastante más no son fechorías futuras, como las que podemos temer de Trump, sino atropellos ya realizados con txapoteos y molinetes. Y ya ves, aquí seguimos, el cielo no se ha caído sobre nuestras cabezas como temían los galos de Astérix y seguro que hay gente, ¿no, Molino?, deseando que lleguen las elecciones para volver a votar a ese prenda. De modo que no, lo de Trump no es para tanto. Ni para tontos…

Por cierto, sobre hiperreacciones histéricas, las que ha provocado un gesto espástico del inefable Elon Musk al que el pelotón de los torpes de nuestra clase ha calificado inmediata y estentóreamente como un saludo nazi. ¡Nada menos! Y eso que ninguno de los megamillonarios trumpistas se ha dejado un bigotillo recortado… Si a alguien no se parecen en nada esos plutócratas es a Hitler: y Musk menos que ninguno. En fin, es verdad que cada vez que veo aparecer a Elon Musk o Jeff Bezos me acuerdo de aquello que decía Dorothy Parker: «Para saber lo que Dios piensa del dinero no hay más que fijarse en a quién se lo da». Pero alguna ventaja tiene que ahora sean ellos los que respalden al nuevo/viejo presidente y no algún ideólogo como Steve Bannon. Desde los orígenes, las comunidades humanos se han relacionado de dos formas: por la guerra o por el comercio. Cuando hace un cuarto de siglo estaba de moda atacar a la UE, el dicterio contra ella era: ¡es la Europa de los mercaderes! Y yo pensaba por lo bajo: ¡esa es la buena, la mala es la de los militares! Caso único entre sus pares, en su anterior presidencia Trump no promovió ningún conflicto bélico, a pesar de estar rodeado de personajes más bien bronquistas. ¿Por qué? Porque quiere hacer negocios, no prisioneros. Creo que es el mismo caso de los tecnorricos que ahora le respaldan y que tanto preocupan a nuestro clarividente Sánchez. Trump ya ha conseguido un improbable alto el fuego y apuesto que no será el único. No le veo invadiendo a sangre y fuego Panamá o Groenlandia, sino comprándolas. Los gerifaltes de ambos países se han apresurado a decir que sus amadas tierras no están en venta, lo que es buena señal de lo contrario…

De los proyectos radicales que Trump ha puesto en marcha nada más pisar el Despacho Oval, los hay de sentido común como él promete y otros que son bastante menos razonables. Pero ya iremos viendo cómo se desenvuelven los acontecimientos, porque en los USA el presidente tiene muchos poderes, pero no el de hacer lo que le dé la gana, saltándose las leyes. Allí no va a encontrar un Conde Pumpido para llevarle la palangana. En cambio, hay una cosa muy importante que sí podemos aprender de él. Trump no teme a las intimidatorias opiniones de los grandes gurús, siempre «progresistas», ni a lo que dicen los medios de comunicación oficialmente respetables. Va a lo suyo, que resulta que es lo que a fin de cuentas quieren los que le han votado, aunque les asusten muchas veces sus decisiones. Y desde luego no ha vacilado en anular gran parte de las disposiciones tomadas por su predecesor, que le parecen equivocadas. No se ha escudado en «ya no hay nada que hacer», «ahora es mucho lío cambiar las cosas», «veremos más tarde qué se puede hacer», etc. En cambio, ha tirado de rotulador y se ha puesto a corregir a rubricazos lo que cree que debe ser enmendado. Tenga más o menos razón, yo esa disposición intrépida se la admiro. Ya quisiéramos aquí tener alguien parecido cuando Sánchez por fin se vaya al guano y debamos sacudirnos de encima la losa de correajes legales con que nos tiene atados…

 

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