Frank Muci – El bolívar: un millón por ciento después
2 de febrero de 1999. Un dólar costaba 576 bolívares… de los viejos. Ahora, 18 años después, mientras Venezuela padece de hambre, colapso y opresión, ese dólar cuesta 1.000.000% más.
Eso es un uno con seis ceros: Un-Millón-Por ciento.
En febrero de 1999, el tipo de cambio era 0,576 “bolívares fuertes” por dólar. Chávez aún no le había quitado tres ceros a la moneda, entonces eran 576 bolívares. Ahora un dólar cuesta poco más de seis millones de esos bolívares viejos (o 6.079 de los nuevos). Divida la tasa de hoy por la de 1999, agréguele dos ceros para convertirlo a porcentaje y constátelo. El tipo de cambio nominal ha aumentado un millón por ciento.
La cifra del millón no tiene importancia económica. No es más que una valla camino a la hiperinflación que dice “el bolívar fracasó”. Pero sirve para recordar que Hugo Chávez acabó con 97,3% del valor de la moneda. Sirve para recordar que cada año por 14 años, de 1999 hasta 2013, la moneda perdió 23% de su valor en promedio y a los venezolanos les costó 29% más bolívares cada dólar.
También sirve para evaluar a Maduro. En solo 4 años, acabó con 99,6% del valor de la moneda, o con lo que quedaba de valor después de la aplanadora de Chávez. Cada año, desde 2013 hasta el presente, Maduro acabó con tres cuartas partes del valor de la moneda en promedio. Es decir, el precio del dólar aumento más o menos 300% todos los años por cuatro años seguidos. En total, 18 años de socialismo del siglo XXI evaporaron 99.99% del valor de la moneda.
A estas alturas, uno duda qué rayos puede estar pasando por la cabeza del señor Alfredo Serrano (asesor español del gobierno chavista) cuando dice que la emisión monetaria no es significativa en la formación de precios:
Señor Serrano: si la impresión de dinero no causa inflación, ¿por qué los bancos centrales no acaban con la pobreza mundial con transferencias de efectivo a todos los pobres? Si la impresión de dinero no causa inflación, ¿por qué los gobiernos se molestan con recolectar impuestos y endeudarse en lugar de imprimir dinero y gastarlo?
Sencillo: porque el mundo no es así. Porque las leyes básicas de la economía como “imprimir dinero inorgánico causa inflación”, aplican en todos lados, incluyendo al comunismo.
En el centro del proyecto político de Hugo Chávez había una promesa de fregar a los ricos en nombre de los pobres. Pero insólitamente, la impresión de dinero hace exactamente lo contrario. La monetización del déficit es un impuesto inflacionario profundamente regresivo —le pega mucho más a los pobres—. Los economistas siempre han sabido que es una transferencia de riqueza e ingresos al Gobierno y a cualquiera que tenga deuda local (negocios grandes y gente adinerada) pagada por el resto de la sociedad, especialmente por los más pobres.
¿Cómo así? Miremos un ejemplo de un amigo.
En 2010, cuando la tasa de cambio estaba en 8 BsF/$, endeudó masivamente a su negocio, hipotecó su casa, y usó los bolívares para comprar 600.000 dólares en el mercado negro. Metió sus dólares en una cuenta y los dejó tranquilitos esperando que el bolívar se devaluara, como era obvio que lo haría, dada la insistencia del Gobierno de imprimir dinero para cubrir el déficit.
En el 2014, sus dólares valían 10 veces más en el mercado negro a 80 BsF/$, la nueva tasa de cambio. Vendió apenas 60.000 de sus dólares (el 10%) y pagó todas sus deudas. Vendió otros 40.000 dólares y pagó los intereses que debía. Y así se quedó con 500.000 dólares o tremenda casa gratis en Miami.
Solo que no fue gratis.
El resto del país la pagó, principalmente con un recorte a su salario real. La madre que ganaba 200 dólares al mes, y ahora apenas llega con 50 o 30 dólares al mes: ella es quien pagó. Aquí explico en un gráfico, pagando, comenzando en 2006 y 2009, cuando Chávez sepultó la independencia del Banco Central de Venezuela y le dio rienda suelta a la emisión monetaria.
Aclaro, el malo en esta historia es el Gobierno, no las personas que en su derecho apuestan contra la moneda. Solo quiero resaltar que el impuesto inflacionario tiene efectos distributivos pro-ricos, anti-pobres que hacen exactamente lo contrario del discurso Robin Hood del Gobierno.
El punto central es que la monetización del déficit es una transferencia de riqueza masiva, de 5-15% del PIB, de los millones de venezolanos que trabajan de sol a sol a un gobierno parásito. Lo cierto es que cuando el Gobierno imprime dinero, le usurpa poder de compra a toda Venezuela y se lo pasa a las empresas nacionalizadas quebradas y los fantasmas y aduladores de la nómina pública.
Sí, el Gobierno le roba el poder de compra a los venezolanos más pobres. Sí, el Gobierno se come los ahorros y los salarios de los venezolanos más vulnerables para cerrar el hueco en las finanzas públicas que abren cuando regalan 93% de los dólares de PDVSA a empresas de maletín por 10 bolívares, es decir, gratis.
Lo indignante no es solo que el Gobierno les quite 5-15% del PIB a los venezolanos todos los años con el impuesto inflacionario, sino que lo haga para financiar un sistema económico que no tiene ni pies ni cabeza y para fondear un presupuesto corrupto e ineficiente. Si aún queda gente en la izquierda buscando aspectos que rescatar de la revolución, pues disculpe, no hay. Los “logros” o eran insostenibles o son ficticios, pero este tobogán dictatorial, este colapso económico, esta hambre y estos muertos, esos, sí son de verdad, verdad.