Fredy Rincón Noriega: Votemos masivamente el próximo domingo 28
La onda expansiva del cambio y la renovación política, se impuso en esta campaña presidencial. La gente se reveló y está llena de valor cívico. Se cansó de ver a una pequeña cúpula, prevalida de poder, cometer toda clase de desafueros. De observar como, desde Miraflores, se ordena manipular la justicia y pisotear sagradas normas constitucionales, con el único propósito de aplastar la disidencia y ahogar la crítica a la desbocada corrupción. Ya no es posible detener la indignación por los malos servicios. Sobre todo, en el interior del país, donde las fallas de electricidad, salud, combustible, carreteras destrozadas, etc., hacen insufrible la vida de la familia venezolana.
El sentimiento de cambio se apoderó de la gente y no hay maniobra que lo detenga. Modificar a última hora la intención de voto, no es posible. El cambio se convirtió en un río crecido. Cada minuto que pasa, se suman nuevas voluntades y crece el entusiasmo para acudir a la cita electoral. Los decididos a votar tienen una preferencia por Edmundo González cercana al 65 %. Todas las encuestas serias lo dan como ganador por amplia ventaja. Estamos a las puertas de una holgada y sólida victoria de la sociedad democrática.
Será el primer paso para iniciar el camino de la reconciliación nacional. Comienzo de una difícil y compleja negociación, en la cual, todos están obligados a ceder para poder avanzar en paz. Sobre todo, deben meditar muy bien, quienes están obsesionados con el poder y se niegan a cumplir con el principio de la alternabilidad, consagrado en nuestra Constitución.
El continuismo será derrotado. Los caprichos autoritarios de perpetuarse en el poder, morirán en las urnas electorales por voluntad mayoritaria de los ciudadanos. Los venezolanos tomaron la decisión irrevocable de renovar el rostro a la gobernabilidad. Se avivaron ancestrales luchas en defensa de la democracia. La sociedad venezolana tiene meses en la calle enfrentado el desbocado ejercicio autocrático del poder y tomó el espacio público con el propósito de rescatar los principios republicanos.
En toda la geografía nacional existe un firme rechazo a la candidatura oficialista. Hoy se manifiesta con energía el llamado a votar por encima de ventajismos y abusos electorales. Existe el convencimiento de que una votación masiva, firme y decidida, sin temores y superando chantajes, acabará con cualquier pretensión de adulterar los resultados electorales.
Competimos con inescrupulosos y marrulleros. Expertos en hacer trampas de todo tipo. Conscientes de esta inmodificable realidad, debemos redoblar los esfuerzos. Darle el máximo apoyo al trabajo de los testigos electorales y los miembros de mesa. Ser solidario con estos héroes y estar a su lado en todo momento, es tarea prioritaria. Tienen en sus manos la responsabilidad de defender el voto y la pulcritud del escrutinio. Son quienes, con coraje y valentía, tendrán que resistir presiones indebidas y no amilanarse ante delincuentes dispuestos a cometer cualquier fechoría.
Los demócratas venezolanos están protagonizando una inédita rebelión ciudadana. La de los votos como herramienta de cambio. Están decididos a derrotar, pacíficamente, un modelo de gobierno que exacerba la confrontación y el odio, como instrumento perverso para someter a la disidencia. Emergió con fuerza una nueva visión de país que privilegia la paz y la convivencia ciudadana.
En esta corta campaña presidencial se ha puesto en evidencia una mayoría, ganada para establecer el debate civilizado y el diálogo, como el método ideal, a la hora de buscar los consensos necesarios y resolver las diferencias, en favor del bien común.
El cambio comenzó. Ya no es posible detener el curso de los acontecimientos. Ha vuelto a renacer la esperanza en millones de venezolanos que desean vivir mejor. Desde hace meses, las calles de ciudades, pueblos y caseríos se llenan de gente gritando “Sí se puede”. Es un rugido de libertad convertido en épica. Desafiando la arbitrariedad y la barbarie.
Confiados en el poder del sufragio, millones acudirán a las urnas electorales el próximo domingo 28 a dar lección de ciudadanía. Veremos una poderosa multitud, en dirección a los centros electorales, resuelta a derrotar el clientelismo rojo, esa retorcida manera de mantener bajo control y obediencia ciega a sus seguidores. El mundo entero contemplará a montones de venezolanos decididos a imponer una manera honesta de relacionarse con los gobernados.
El viento corre a nuestro favor. Por montones, quienes hasta ayer lo acompañaban, hoy lo abandonan para sumarse a la corriente del cambio. Ya no hay tiempo para cambiar la tendencia electoral. Una avalancha de votos a favor del cambio es imparable. A la cúpula roja no le funcionaron sus mentiras y triquiñuelas. Tampoco el amedrentamiento, la intimidación y su desbocada represión, cada vez más perversas. La embestida contra la oposición democrática subió en temeridad y descaro, pero no logró los resultados esperados. Por el contrario, tan estrambótica operación electorera lo que consiguió fue un masivo rechazo.
Por donde quiera, se siente el malestar creciente. En la calle, en los cuarteles, en las plazas, en las oficinas públicas, en los hospitales. En todo el tejido social, se oye el airado reclamo de un país que ha sido sometido al mayor escarnio del que tengamos conocimiento en nuestra historia. La gente sabe que estos malhechores han dilapidado, malversado y robado, a manos llenas. Por eso, hasta el más desprevenido, votará por el cambio.
Esta correlación de fuerzas a favor de la alternativa democrática, se forjó al calor de la perseverancia y una correcta interpretación del sentimiento popular. Venciendo la crispación y la polarización inducida. Sabiendo encontrarse en el camino, con quienes en el pasado defendían al gobierno. Existe una multitudinaria corriente de electores, unidos por el deseo de cambio y nutridos con el descontento oficialista. Con la estampida de quienes abandonan la nave roja y se suman a la esperanza de vivir en un país reconciliado.
El domingo 28, todos a votar. Edmundo para todo el mundo.