Gaviria le ofrece otro tablero a Duque
Aunque el ex presidente César Gaviria está totalmente desprestigiado ante la opinión pública, algunos lo responsabilizan porque su candidato no logró ni siquiera pasar el umbral y se ha opuesto a Álvaro Uribe los últimos 15 años, la reunión que sostuvo ayer con Iván Duque podría ser el preludio de una jugada que, si le sale bien, definiría no solo la segunda vuelta sino el curso de los próximos años.
Según contó Caracol Radio, Duque y Gaviria se reunieron en la sede del uribismo en el norte de Bogotá durante más de tres horas para “analizar los alcances de un posible acuerdo y votar de manera pública (con los 44 de los 49 congresistas electos del partido que lo apoyan) para definir cuál será el camino del liberalismo en la segunda vuelta”.
Aunque La Silla Vacía no sabe de qué hablaron, una carta de Gaviria escrita el domingo después de que se conocieron los resultados electorales ofrece suficientes pistas de los temas sobre los que podría llegar a un acuerdo y los límites de lo que podría aceptar.
Es una carta que, según le dijo una fuente que lo conoce a La Silla, la apuesta a negociar con Duque un “Acuerdo sobre lo Fundamental”. Pero está escrita de tal manera que también le serviría para irse con Petro, lo que le permite valorizar las fichas débiles que tiene en esta negociación.
¿Qué dice la carta?
En su carta, Gaviria agradece y se despide de De la Calle y pasa a valorizar la bancada y un programa diferente al del candidato (lo contrario a lo que hizo Cambio Radical con la carta en la que le ofrece a Duque el programa de gobierno de Vargas). También sienta las bases del futuro propósito del partido Liberal, desde la oposición o con el gobierno.
Pero entre líneas se lee en su carta que el verdadero propósito de Gaviria es conseguir que, a cambio de una alianza con el Partido Liberal, Duque no eche por la borda el Acuerdo de Paz con las Farc. O, si apoya al candidato de la Colombia Humana, que Petro no arruine la economía con propuestas populistas.
En lo que concierne a Duque, básicamente, dice que “Las amenazas de volver trizas los acuerdos son hoy una espada de Damocles que ponen en duda la vigencia de todo el Acuerdo” y que “si no abandonan esa actitud de desconocer lo que se pactó vamos a terminar dando marcha atrás, o sosteniendo que estamos ineludiblemente condenados a la violencia de tinte político”.
¿Le cogerán la caña?
Gaviria le pide a Duque respetar el Acuerdo Final en los términos de la jurisprudencia de la Corte Constitucional (terceros van voluntariamente a la JEP, “condicionalidad” de todos los beneficios penales a que digan la verdad, paguen pena alternativa y reparen a las víctimas, Acuerdo Final no es parte de la Constitución, protección de los militares, etc) y que las diferencias se zanjen en la Corte y en el Congreso. También le pide respetar las libertades y derechos de la Constitución del 91, de la cual tiene la paternidad.
¿Y qué le ofrece a cambio?
No le puede ofrecer sus ‘votos’ porque no los tiene. Gaviria y los liberales pueden ‘cañar’ con los dos millones de votos que sacaron en las legislativas, pero en términos reales el expresidente no cuenta con ellos.
Por un lado, porque el partido Liberal está dividido y la mayor parte de las bases liberales están ya con Petro. Basta ver las reacciones indignadas que tuvo un trino de Horacio José Serpa diciendo que se deberían aliar con Duque.
Los que no votaron ya con Petro, lo hicieron por Duque. Prueba de ello es que la abstención se redujo drásticamente en las pasadas elecciones y es ilógico pensar que si los liberales hubieran votado habrían participado 21 millones de personas.
Y las menos de 400 mil personas que votaron por Humberto de la Calle no van a seguir el consejo de Gaviria después de lo traicionados que se sienten por la forma en que lo abandonó en la mitad de la partida, un sentimiento que se sintió muy fuerte cuando De la Calle lo agradeció al conceder su derrota y los que estaban en el auditorio comenzaron a abuchearlo.
Todo esto lo saben en las toldas de Duque, pero aún así aceptó reunirse con Gaviria. ¿Por qué?
Hay tres posibles razones.
“Le toca matar dos pájaros de un solo tiro: es más para Fajardo que para los liberales”, dice un gavirista.
Como salvar el Acuerdo de Paz es un argumento que pesará a la hora de convencer a los fajardistas de votar por Petro y no por Duque, si el candidato uribista acoge la propuesta de Gaviria le quitaría al candidato de la Colombia Humana uno de sus principales ganchos frente a este electorado de 4,5 millones de votos.
La segunda razón es para asegurar una gobernabilidad en el Congreso, que le permita sacar adelante las reformas que quiere si gana.
“Duque no necesita los votos de Gaviria, pero si necesita hacer un gobierno de “Unidad Nacional” con Cambio Radical, Partido Conservador, Liberales y la U”, dice la misma fuente.
En un eventual gobierno de Duque, Petro lideraría la oposición desde el Congreso pues la reciente reforma política le da una curul automática en el Senado al que pase y pierda en la segunda vuelta.
Con el también recientemente aprobado Estatuto de la Oposición (que se hizo pensando en las Farc pero que terminaría beneficiando a Petro) no es exagerado decir que “Petro va a ser el Uribe de Duque” si no gana la Presidencia.
En ese contexto, asegurar una coalición lo suficientemente grande es clave para Duque si quisiera sacar un programa ambicioso de Gobierno.
Y el tercer argumento es más de control de daños: “Para Duque es arriesgado dejar que Petro haga un pacto que reduzca el susto, otro tema de la carta de Gaviria”, dice otra fuente que conoce el poder por dentro.
Si el pacto con Duque no cuajara y Gaviria lo hiciera con Petro a cambio de su compromiso de dejar ciertas tesis que asustan al Establecimiento y a hacer anuncios que hagan creíble que se movió realmente hacia el centro, muchos fajardistas se podrían inclinar por el candidato de izquierda para evitar el regreso de Uribe.
Estos argumentos son los que seguramente tendrán que valorar Duque y su equipo para llegar a un acuerdo con Gaviria.
Los efectos políticos
Sería un acuerdo que así como tendría una carga simbólica positiva para los que hoy están indecisos de por quién votar o de si hacerlo en blanco, también la tendría negativa para quienes votaron en primera por Duque porque representaba la reivindicación del ‘conejo’ que sienten que Santos les hizo después del plebiscito con el Acuerdo de Paz.
El problema práctico para Duque es que, como lo explicó La Silla en este artículo, varias de las cosas que la gente cree que el candidato uribista le está prometiendo no van a suceder.
Por ejemplo, los ex guerrilleros de las Farc no van a pagar cárcel salvo que cometan delitos después de firmado el Acuerdo. La razón de esto es que así Duque pasara una ley endureciendo las penas, por el principio de favorabilidad los desmovilizados gozarían de la pena más baja que es la alternativa consignada en el Acuerdo de Paz.
Para evitar que los guerrilleros condenados por delitos atroces participen en política, Duque tendría que pasar una reforma constitucional. Y en la Corte Constitucional, que tendría que avalarla, hay seis votos sólidos a favor del Acuerdo de Paz que podrían argumentar que esa reforma viola el Acto Legislativo 02 de 2017, que dice que hay que cumplir los fines del Acuerdo Final durante los siguientes tres gobiernos.
Aunque dejó “libertad de medios” para cumplir con esos objetivos, los magistrados podrían interpretar que evitar la participación política de las Farc viola uno de esos fines.
En conclusión, a Duque no le va a quedar fácil hacerle los cambios significativos a la JEP que promete y el ‘Pacto Político’ con Gaviria le daría una salida a ese entuerto desde el principio.
Sobre todo porque la Corte Constitucional aún no ha comenzado a discutir siete proyectos claves para la paz y a los que esta Corte, que ha demostrado ser muy sensible políticamente, podría eventualmente darle una interpretación más en consonancia con un triunfo apabullante de Duque: el de tratamiento especial para la Fuerza Pública, el de tierras, bienes de las Farc, monopolio de las armas, ley estatutaria de la JEP, unidad de búsqueda de desaparecidos e innovación agropecuaria.
Si esta alianza entre Gaviria y Duque se da, se salvaría el Acuerdo de Paz aunque seguramente sin varios de sus aspectos más transformadores como el enfoque territorial del desarrollo del agro; Duque -ayudado por un reconocido anti uribista- vencería una de las resistencias que tiene para crecer entre los fajardistas, con lo cual tendría más garantizado su triunfo; se crearía una coalición en el Congreso muy parecida a la de Santos que mantendría más a raya una eventual oposición de Petro; y Gaviria habría resucitado del pabellón de los quemados para dar testimonio una vez más de su fe en la Política.