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Giorgia Meloni se refuerza con una pragmática política exterior

La primera ministra ha ganado credibilidad internacional y tiene un consenso en Italia del 52%

                                      La primer ministro italiana, Giorgia Meloni REUTERS

 

La política exterior parecía el punto débil de Italia en el mundo con la llegada del Gobierno de Giorgia Meloni. Pero ahora, tras poco más de nueve meses de suceder a Mario Draghi en el Palacio Chigi, sede de la Presidencia del Consejo de Ministros, ocurre todo lo contrario, increíblemente para muchos. Meloni se ha ganado una credibilidad internacional. Se demostró con fuerza en el encuentro que tuvo la primera ministra italiana con el presidente estadounidense, Joe Biden, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, el pasado jueves. «Yo y Giorgia nos hemos hecho amigos», dijo Biden. Corregía así su juicio expresado en el pasado mes de octubre, durante una recaudación de fondos para el Partido Demócrata estadounidense en Los Ángeles. Entonces Biden dijo que estaba muy preocupado por el resultado de las elecciones italianas. «¿Veis lo que pasó en las elecciones en Italia? ¿Veis lo que está pasando en el mundo? El motivo por el que me preocupo es que no podemos ser optimistas», dijo el presidente estadounidense. Era otra época.

En pocos meses, la situación se ha invertido y, entre los países del G-7, cuya presidencia tendrá Italia el año próximo, el Gobierno Meloni es uno de los que con más fuerza comparte los objetivos de Estados Unidos. «La defensa de los principios de la democracia, los derechos humanos, el derecho internacional, la autodefensa de Ucrania y la condena inmediata de la agresión rusa son encomiables y ahora reconocidas incluso por los más escépticos en Washington», afirma la politóloga Nathalie Tocci, directora del Instituto de Asuntos Internacional. Giorgia Meloni conquistó así a Biden, porque ha ofrecido las garantías que le pedía en dos campos fundamentales para Washington: apoyo total a Ucrania y un reequilibrio de la relación de Roma con China, que llevará a Italia a abandonar, como desea la Casa Blanca, la Nueva Ruta de la Seda, impulsada por Pekín.

En el 2019, el Gobierno populista de Giuseppe Conte, líder del Movimiento 5 Estrellas, firmó la incorporación de Italia al ambicioso programa chino de infraestructuras que a través de seis grandes corredores o vías de transporte, por tierra y mar, pretende desarrollar la conexión y la colaboración entre China y unos 70 países, creando un gran espacio económico euroasiático integrado. Italia es el único país del G-7 que se unió a la Nueva Ruta de la Seda, con un acuerdo muy polémico que no agradó en la Unión Europea y disgustó a Estados Unidos. Giorgia Meloni, que lo consideró públicamente como un «grave error», renunciará a renovar ese acuerdo con China, aunque la decisión irrite a Pekín, donde viajará próximamente.

 

 

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