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Gobierno cubano arrecia campaña contra medios independientes

img_cuba1_6_1_8n71r2u1_l191302923Dos aficionados al béisbol leen un periódico deportivo extranjero en el Parque Central de La Habana en el 2002. CRISTOBAL HERRERA AP

El reciente despido de jóvenes periodistas y el llamado a la expulsión de un corresponsal extranjero en Cuba, ha avivado en la isla el debate sobre la censura y la libertad de prensa, en medio de un panorama en que por primera vez los medios estatales tienen que competir con medios digitales independientes.

El domingo en la mañana, varios medios independientes cubanos tenían en sus portadas la noticia del triste fallecimiento del estelar lanzador cubano José Fernández. La prensa oficial cubana, en cambio, reaccionó como suele hacer en este tipo de casos en los que el centro de la noticia es alguien a quien el gobierno considera “un desertor”: con silencio. Los principales periódicos del país, emisoras de radio o canales de televisión no dieron la información, la que solo fue publicada varias horas después por el sitio digital Cubadebate.

El silencio de la prensa oficial se hizo más evidente precisamente por la limitada pero creciente expansión de la internet en Cuba, que permite leer medios de prensa extranjeros y medios alternativos de información basados en la isla. Estos últimos, si bien no tienen reconocimiento oficial, son, en su mayoría, tolerados por el gobierno. Pero esa tolerancia puede estar llegando a su fin.
En agosto, José Ramírez Pantoja, periodista de radio Holguín, fue despedido por publicar en su blog personal las polémicas declaraciones de la subdirectora de Granma sobre posibles protestas en Cuba, durante una reunión de la Unión de Periodistas y Escritores de Cuba (UPEC). A inicios de septiembre, el periodista Maykel González Vivero—que es un activista LGBT—fue expulsado de Radio Sagua por colaborar con medios como OnCuba y Diario de Cuba. Y la subdirectora de la UPEC, Aixa Hevia, llamó a la expulsión del ex corresponsal de la BBC, el periodista uruguayo Fernando Ravsberg, quien desde su blog Cartas desde Cuba ha dedicado varios textos a los problemas de la prensa en Cuba.
“No creo que sea un asunto personal, los extremistas llevan años tratando de frenar el desarrollo del nuevo periodismo que está naciendo, incluso dentro de los medios oficiales”, escribió Ravsberg. “Bloquearon La Joven Cuba, acusan de ‘trabajo enemigo’ a OnCuba y Progreso Semanal y arremeten contra los blogs de periodistas nacionales y extranjeros, sacándolos de las plataformas locales, dejándolos sin trabajo o pidiendo que se les expulse del país”, añadió.
El gremio periodístico, directamente controlado por el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista, lleva años criticando la censura y clamando por una ley de prensa que les otorgue alguna autonomía y poder de decisión—aún sin cuestionar el modelo político de la isla—pero sus demandas no han sido escuchadas. Pero a diferencia de otros momentos, el lento avance de la internet, ha permitido la proliferación de blogs y medios digitales con una variada orientación editorial y con financiamiento no estatal (becas institucionales, fondos de gobiernos extranjeros o dinero privado). Uno de ellos, Periodismo de Barrio publicó un editorial en el que directamente cuestionó la posibilidad de un periodismo de servicio público bajo el control del Partido.

“No es posible servir, al mismo tiempo, a los intereses de la sociedad y a los intereses del Partido que gobierna el Estado, porque los intereses de ambas partes no siempre se corresponden… Entre prensa y Partido no existe, ni puede existir, una relación basada en igualdad de condiciones. El Partido espera de la prensa sumisión”, señala el editorial.

El conflicto, que enfrenta al Partido (y al sector más reaccionario de la prensa oficial) con los medios digitales independientes, parece trascender las diferencias ideológicas pues han recibido ataques blogs y medios cercanos al oficialismo como La Joven Cuba y Progreso Semanal.

LUCHA GENERACIONAL

“’En cierto sentido, esto no es un debate entre ideologías, sino entre la vieja escuela… y la nueva generación de nativos digitales que ven a los medios sociales como un derecho y una herramienta necesaria para la vida en el siglo 21”, señala el profesor y estudioso de Cuba, Ted Henken.

Para complicar más el panorama, muchos de los periodistas oficiales mantienen blogs personales o colaboran con los nuevos medios digitales para completar el magro ingreso de los salarios estatales y en busca de mayores libertades editoriales. Una de las primeras medidas del PCC ha sido ejercer presión para que cesen esa relación citando “un conflicto de intereses” pero el fin del periodismo freelance no parece muy cercano en el horizonte.

“¿Cuántas veces, en cuántos plenos y congresos colegas nuestros han alertado sobre la necesidad de revertir el alcance limitadísimo del ingreso de los periodistas? Pero el aumento salarial, tanto como la Ley de Prensa y el reordenamiento de los medios de comunicación, ha tardado demasiado. Mientras aprobamos la llevada y traída ley, mientras se estudie y no se ejecute el aumento salarial, pero sobre todo, mientras las políticas informativas aten el ejercicio del periodismo, nosotros colaboraremos”, escribieron jóvenes periodistas del periódico de Santa Clara,Vanguardia, en una carta de protesta enviada a la UPEC en junio.

Los periodistas aclararon que no pretendían “hacer daño a la Revolución” sino construir “una Cuba diversa”. “Y debiera asumirse como una ventaja y no como un peligro que seamos nosotros mismos —jóvenes periodistas formados en las universidades cubanas— los colaboradores de esos medios”, subrayaron en la carta, en la que también aseguran estar bajo vigilancia de la Seguridad del Estado.

La misiva ilustra una lucha generacional de fondo. Son en su mayoría jóvenes los impulsores de estos nuevos proyectos y quienes presionan por el acceso masivo a la internet y las redes sociales. También son las principales víctimas de los ataques. “Los debates sobre tecnología son siempre generacionales hasta cierto punto”, señala Henken.

Además de las presiones y expulsiones, otras dos estrategias se perfilan para frenar el auge de los medios independientes en la isla. Una es llevarlos al terreno conocido del “enfrentamiento al imperialismo” y vincularlos a supuestos planes subversivos de EEUU. Granma ha publicado recientemente dos textos donde se despliega esta narrativa. El primero, del bloguero oficialista Iroel Sánchez, los ubica dentro de una nueva estrategia de EEUU para socavar al gobierno cubano mediante la expansión de la internet.

“Las instituciones cubanas tienen el derecho legítimo de adoptar las medidas correspondientes ante una práctica periodística tendenciosa marcada por la superficialidad, la descontextualización y la inexactitud, que sirve a la guerra mediática y a los que aspiran a desmontar el socialismo en nuestro país”, escribió el bloguero.

Otro artículo, firmado por el agente de la seguridad del Estado Raúl Antonio Capote, califica a quienes trabajan en estos medios digitales (“gente que un día es capaz de escribir en la prensa popular revolucionaria, en Granma, Juventud Rebelde, u otros y al siguiente en la prensa enemiga”) de “mercenarios” y “mensajeros de la restauración del capitalismo”.

La segunda estrategia es lograr que la existencia de medios de comunicación privados sea explícitamente prohibida. Así lo sugirió la subdirectora de Cubadebate, Rosa Myriam Elizalde, en un debate sobre los documentos del VII Congreso del Partido y de nuevo en un reciente artículo.

Pero, al final “no se puede tapar el sol con un dedo. A largo plazo, el acceso [a internet] se extenderá y los medios de comunicación cubanos se diversificarán”, opina Henken aunque cree que el gobierno retendrá el control de los contenidos y monopolizará la infraestructura.

Los jóvenes que están detrás de Periodismo de Barrio, creen que el desafío es aún mayor y que los cambios en la prensa en Cuba deben ir de la mano con cambios políticos.

“No es solo la prensa la que necesita recuperar su credibilidad en Cuba. Todas nuestras instituciones necesitan recuperar su credibilidad. Pero eso no lo lograrán el Partido, el Gobierno y el Estado en la soledad de su poder, o contando nada más que con quienes les obedecen, que es otro tipo de soledad”, continúa el editorial. “Si aspiramos a una nación más justa, no basta con una apertura económica. La apertura debe ser social, política, cultural, informativa, mediática. Y no podemos esperar que caiga del cielo. La sociedad cubana debe continuar ganando, poco a poco, su independencia”, concluye el texto.

Nora Gámez Torres: @ngameztorres

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