“Han llegado al extremo de detener a la gente por llevar la bandera”
Pedro Xavier Molina, caricaturista nicaragüense, llegó tarde al evento al que estaba invitado esta semana en Bruselas. DW habló con él sobre los motivos y sobre la situación en Nicaragua.
El caricaturista nicaragüense Pedro Xavier Molina estaba invitado a participar en la Semana de los Derechos Humanos en Bruselas. Como miembro de Cartooning for Peace, Molina debía participar en un panel sobre el aporte del arte a la lucha por los derechos fundamentales. Pero no llegó, por lo menos no a tiempo.
«Cuando dije que era dibujante y que venía a un evento en el Parlamento Europeo, la oficial de migración comenzó a hacer muchas preguntas, a exigir que le mostrase mis dibujos. Me llamaban por el altavoz para el vuelo y no me ponía el sello”, cuenta Molina a DW. Perdió el vuelo y media conferencia.
¿Por qué? «Porque llevamos ya siete meses de crisis. Están restringidas todas las libertades. Se prohibió manifestarse en público. Y se han dado cosas tan ridículas como que haya gente encarcelada por tirar globos”, dice Molina.
Colores prohibidos
Las marchas –que en abril fueron multitudinarias- están prohibidas. «Y como la gente quiere expresar su desacuerdo con la familia gobernante, explota en creatividad. Sale en las madrugadas a soltar en las calles globos con los colores de la bandera de Nicaragua”, cuenta el caricaturista.
Los colores prohibidos se ven en sus dibujos. «Han llegado a extremos tan obscenos de detener gente por llevar la bandera azul y blanco. Ayer bajaron un escalón más: arrestaron a dos personas en una ciudad porque salieron a cantar el himno nacional a la calle”.
¿Cuándo me toca a mí?
En septiembre de 2018, los medios independientes de Nicaragua fueron galardonados con el Gran Premio de Libertad de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa. Molina, en especial, fue premiado por combinar periodísticamente arte y humor.
Según Cartooning for Peace, una organización internacional que nació después de la crisis por las caricaturas de Mahoma en el diario danés Jyllands-Posten, para promover internacionalmente la comprensión de este género que mezcla periodismo, humor y arte, se puede medir el nivel de la democracia en un país por cómo su gobierno trata a sus caricaturistas.
«Así es”, concuerda Molina, quien no ha dejado de publicar. «A veces me preguntan por qué digo que estamos en una dictadura, si sigo haciendo mi trabajo crítico. Pero es que no lo estamos haciendo exentos de riesgos. Es un espacio que estamos cuidando”, puntualiza. Él mismo está bajo el amparo que pueda prestar Cartooning for Peace o Cartoonist Rights Network International.
La caricatura que hace -de opinión, muy fuerte- le viene de tradición. «En Nicaragua hay caricatura comprometida desde tiempos de la dictadura de Somoza. Son espacios de libertad de expresión que se fueron ganando. No nos han regalado nada”, subraya.
Por otro lado, explica, «que sigamos publicando le sirve al gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo de coartada. Cuando los llaman dictadores lo niegan, diciendo miren los diarios, miren cómo hablan de nosotros todos los días”.
Entre las centenas de muertos, cuenta Molina, hay niños –motivo de algunas de sus caricaturas más duras- y hay un periodista asesinado de un balazo en la cabeza.
En cuanto al trabajo del día a día se ha registrado que a algunos reporteros les han quitado su equipo, que ha habido periodistas extranjeros llevados por fuerzas paramilitares a la frontera. «Uno sí piensa, ¿cuándo me tocará a mí? Hay muchos que han optado por el exilio”, cuenta Molina.
El aporte a la sociedad
¿Es el exilio una opción? «Todo nicaragüense lo piensa”, responde Molina. «Pero uno no quiere discontinuar el trabajo, primero porque es lo que uno hace, pero también lo que uno aporta como miembro de la sociedad. No estoy por ser mártir, pero sí hay un compromiso adquirido con lo que uno siente que puede aportar”, agrega.
Este caricaturista, que se expresa desde niño a través de sus dibujos, no puede imaginar no hacerlo. «Sólo tratamos de hacerlo a pesar del miedo y a pesar de la frustración que se siente en Nicaragua, porque nos estamos dejando los pulmones gritando y, afuera, al parecer, a nadie le interesa”, concluye.