Hungría y Polonia se constituyen como la oposición europea a Merkel
El primer ministro hungaro, Viktor Orbán – REUTERS
El primer ministro hungaro, Viktor Orbán, ha calificado en un discurso en Varsovia como «inquisitorial» el proceso que ha abierto la Comisión Europea a Polonia por poner en riesgo el Estado de derecho.
Coincidiendo con el cierre de la campaña electoral alemana y a solo 500 kilómetros de Berlín, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha proclamado este viernes un discurso contra las políticas europeas de Angela Merkel. Arropado por el gobierno polaco, junto con el que compone lo más parecido que hay en Bruselas a una oposición a la visión de la canciller alemana, calificó como «inquisitorial» el proceso que ha abierto la Comisión Europea a Polonia, por unas reformas judiciales que las autoridades europeas consideran un riesgo para el Estado de derecho. «La UE no puede permitirse iniciar un proceso sobre el Estado de derecho o amenazar con ello a cualquier país miembro. ¿Quiénes se han creído?», se ha preguntado, asegurando que «Hungría nunca lo aceptará y nunca lo apoyará. Siempre será solidaria con los países a los que les pase lo mismo», ha asegurado.
Orbán, al que la prensa alemana ha apodado el «Trump europeo» ha defendido este viernes en Varsovia que Hungría y Polonia son «los últimos guardianes de los tratados europeos vigentes» y que no permitirán que los burócratas europeos interfieran en las políticas nacionales.
En la rueda de prensa que ha seguido a su reunión con la primera ministra polaca, Beata Szydlo, prometió un frente común con Polonia y sugirió que países como Alemania se están sirviendo de Bruselas para violentar la soberanía de los países miembros, «que es precisamente la base de la UE». Szydlo, por su parte, ha agradecido la solidaridad húngara y ha recalcado la gran sintonía que había reflejado el encuentro entre Varsovia y Budapest en las actuales cuestiones claves para la UE.
Con respecto al debate sobre los refugiados, Orbán ha reiterado su negativa a acoger emigrantes y ha expuesto su teoría geopolítica particular, en la que que diferencia dos tipos de países: los «países de inmigración» o «países excoloniales» y «los que no quieren ser países de inmigración». Estos segundos, entre los que se encuentran Polonia y Hungría, son los que «quieren resolver sus problemas demográficos con políticas de familia, así como sus problemas de empleo con políticas de familia y políticas económicas, pero que no quieren dar espacio a la inmigración. «No criticamos a esos países pero exigimos que respeten nuestra decisión de que no queremos ser como ellos y no queremos una población mixta», ha sentenciado, argumentando que en los países con inmigrantes «el elemento cristiano pierde influencia».
Orbán mostró cierto cinismo cuando le preguntaron en una entrevista en la radio polaca por su pronóstico para las elecciones alemanas de mañana domingo y dijo que «rezamos una silenciosa oración por que el gobierno de la canciller Merkel se prolongue en el tiempo porque, dadas las opciones, esa es la posición que puede tomar Hungría». El principal contrincante electoral de Merkel, el socialdemócrata Martin Schulz, propuso cuando todavía ocupaba un alto cargo en Bruselas castigar a Hungría con sanciones económicas si se reafirmaba en su negativa a recibir refugiados, una idea que ha seguido defendiendo en la campaña electoral. «¿De qué me están hablando? El dinero europeo es nuestro dinero. Contribuimos al presupuesto europeo y hemos abierto nuestras fronteras a las empresas europeas. Formamos parte de Europa. ¿Nos vamos a castigar a nosotros mismos?», dijo acerca de esa posibilidad de sanciones, dejando claro que hay un frente contra Merkel en la UE y que ese frente no teme alzar la voz en un momento clave de la campaña alemana.