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Ibsen Martínez: Farmacopea de la revolución bolivariana

Es en el sector de la salud donde la injerencia cubana y la sumisión bolivariana explican la trágica escasez de medicamentos que se ha abatido sobre Venezuela, agravando su crisis

Desde los tiempos de Hugo Chávez, el socialismo bolivariano del siglo XXI se ha especializado en privatizar a troche y moche estratégicos sectores de la economía venezolana en favor de sus aliados comerciales.

En muchos casos, sus aliados no han sido países sino personas particulares, individuos nacionales muy avispados de Cuba, Rusia y, últimamente y con toda seguridad, de Turquía. Esperemos que no esté lejos el día en que se pueda contar, desde el primer día de su alianza en adelante, cómo y «de qué callada manera» las empresas comerciales de Cuba se han enseñoreado en Venezuela en solo tres lustros.

Han sido 15 años de acuerdos económicos bilaterales estrechamente monitoreados por La Habana y servicialmente honrados con “fervor internacionalista” por la otrora munificente Venezuela. Los más valiosos para la isla han sido los convenios de suministro petrolero a bajísimo costo que la Administración Trump busca hoy vulnerar tan seriamente como le sea posible.

Venezuela ha terminado siendo, en lo que atañe a funciones y deberes irrenunciables del Estado, poco menos que una especie de protectorado expropiador y privatizador al mismo tiempo. Su sola subsistencia y su poca o mucha relevancia internacional depende casi totalmente de su disposición a transferir riqueza, infraestructura y competencias a otros países.

Es en el sector de la salud donde la injerencia cubana y la sumisión bolivariana, dos caras de la misma medalla, explican la trágica escasez de medicamentos que, junto con otras calamidades igualmente letales, se ha abatido sobre Venezuela, agravando su interminable crisis humanitaria.

La opacidad y el cariz doloso de mucho de lo que el chavismo-madurismo exhibe como filantrópico y ejemplar programa social no había sido nunca tan bien escudriñado como en un reciente reportaje del portal de investigación Armando.Info, firmado por la venezolana Patricia Marcano.

El reportaje, titulado Sobredosis de Farmacuba mató a la industria farmacéutica venezolana logra mostrar el nexo causal que existe entre el monopolio cubano, casi absoluto, de los medicamentos en Venezuela y las penurias que padecen ¡y en muchos casos matan! a los pacientes venezolanos.

El equipo periodístico desplegó en esta investigación una infalible metodología (¿de cuya invención es parte?) que, burlando los controles del G2 cubano, permitió la descarga y sistematización de 70.498 registros portuarios de importaciones desde la isla correspondientes al período enero 2014-enero 2018. Un vistazo a ese lapso esboza la historia de cómo Cuba ha sido la gran beneficiada en un negocio que le ha reportado, en 15 años, poco más de 2.223 millones de dólares en ingresos, solo por concepto de importación de productos de su marca-sombrilla.

Un Gobierno pelele asfixia la industria farmacéutica local y convierte al país en un mercado cautivo. En el proceso, Venezuela expropia y revende a Cuba, con descuento, parte o la totalidad de los activos de las empresas privadas expropiadas. ¡También de empresas estatales! Es sabido que la ineficiencia de los monopolios alimenta la corrupción y el reportaje que vengo comentando lo deja ver a las claras.

El rango del estudio muestra cómo, desde 2003, Venezuela pasó de ser un mercado que apenas recibía 0,53% de las exportaciones de medicamentos que salían de la isla en 1998, a ser receptor del 97% de los fármacos producidos por laboratorios de La Habana en 2009, con lo que se convirtió en el destino casi exclusivo de sus exportaciones farmacéuticas.

Estas importaciones incluyen no solo medicamentos básicos, sino también equipos médicos hechos en la isla, vendidos a Venezuela en condiciones monopólicas, así como programas de entrenamiento para su uso. ¿Sorprenderá que haya montos que representan groseramente mucho más que las dosis importadas de Cuba?

En 2015, por ejemplo, el desembolso a una sola de las marcas cubanas fue de poco más de 582 millones de dólares, 70% de lo realmente facturado. Lo más contradictorio es que siendo Cuba, virtualmente, el país proveedor de Venezuela que en 15 años ha percibido fondos que sobrepasan con creces los 2.000 millones de dólares, atraviese actualmente una aguda escasez de medicamentos comparable a la venezolana.

Todo sugiere que o bien la producción cubana es catastróficamente deficitaria o han ocurrido desvíos de productos a terceros destinos y algunos camaradas de Cubazuela están metiendo de noche la mano en el tarro de las galletas.

@ibsenmartinez

 

 

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