Indignación en EE.UU. por la claudicación de Borrell ante China
Los dos grandes diarios norteamericanos denuncian que el Alto Representante de la UE aceptó censurar un informe
Nuevas componendas de Josep Borrell con un régimen autoritario a cuenta de la propaganda y la desinformación ensombrecen su gestión como Alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad. Los dos principales diarios de Estados Unidos, The New York Times y The Washington Post, han denunciado que desde Bruselas Borrell se ha doblegado ante las presiones del gobierno de China para corregir un informe oficial de la Unión Europea y eliminar las acusaciones que había en él de que Pekín tiene en pie «una campaña de desinformación global».
El editorial principal que ayer publicó el Post, diario de referencia en la capital norteamericana, es demoledor para Borrell. «La UE no debería doblegarse a los esfuerzos de Pekín para silenciar las críticas sobre su respuesta al inicio del contagio», decían los editorialistas, que referían a una reciente investigación del Times. Ese diario neoyorquino reveló la semana pasada que el equipo de Borrell «suavizó» un informe después de las airadas quejas del régimen comunista chino. Al Post, el equipo de Borrell le dio la respuesta de que siempre quiso hacer dos informes, uno más neutral para su difusión externa y otro «más duro, para su consumo interno».
No le son ajenas a Borrell las polémicas en torno a la desinformación. Después de que el gobierno de Mariano Rajoy denunciara las injerencias de Rusia en la crisis de la malograda independencia catalana en 2017, Borrell, después de ascender al cargo de ministro de Exteriores tras la moción de censura, invitó al ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, a Madrid. En una reunión, el ministro español aceptó crear un observatorio conjunto sobre noticias falsas precisamente con el Kremlin, a quien la inteligencia de EE.UU. y de Europa acusa de ser uno de los mayores creadores de noticias falsas del mundo. Aquella peregrina idea no llegó a ningún lado, y hasta la fecha no existe ningún observatorio de ese tipo.
La Casa Blanca ha presionado a sus aliados en Europa para que se le sumen de una vez y pidan explicaciones de verdad a China sobre las medidas que tomó el año pasado para contener los contagios y detener una pandemia que ya ha matado a casi 240.000 personas en todo el mundo. De momento, solo Francia y Reino Unido se han unido de forma particular a EE.UU., cuyo presidente, Donald Trump, estudia presentar demandas millonarias contra Pekín e incluso suspender el pago de deuda.
El régimen comunista, por su parte, trata de responder con una agresiva campaña de noticias falsas que difunde por medio de sus webs propagandísticas, acusando sin pruebas a EE.UU. de haber facilitado la expansión de los contagios. Los diplomáticos chinos, además, ejercen presión ante las cancillerías de los países europeos para que estos se abstengan de apuntar a Pekín directamente con el dedo. Paralelamente, el gobierno chino ha endurecido la censura de las redes sociales y ha expulsado a periodistas del Post, el Times y el Wall Street Journal de su país.
Según decía ayer el editorial del Post, la respuesta ante «esa creciente beligerancia de China no pueden ser el apaciguamiento y la censura», en una clara referencia a la decisión del equipo de Borrell de suavizar el informe sobre las noticias falsas del coronavirus de cuya existencia informó el Times.