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IU-Podemos: Separados por el azar, condenados a pactar

168340_635x504En la campaña de las elecciones generales de 2011, Alberto Garzón, el entonces cabeza de lista de IU por Málaga -un joven economista muy prometedor que alcanzó fama en el 15-M- viajó a Madrid para participar en un debate en TVE. La organización de IU envió a buscarle a la estación del AVE a un asesor que andaba por allí intentando modernizar a la coalición sin mucho éxito. El chófer -profesor de Ciencia Política- tenía alguna experiencia como sparring en las tertulias de las TDT conservadoras. Se llamaba Pablo Iglesias. En el invierno de 2013, el citado profesor y un grupo de colegas lanzaron una ofensiva para la renovación de IU de cara a las elecciones europeas que incluía primarias para la elección de los candidatos. Alberto Garzón también estaba en eso.

Pero los veteranos cortaron el paso a los jóvenes renovadores de la izquierda. La lista para las europeas -encabezada por el dimisionario Willy Meyer– se hizo por el procedimiento tradicional. Si Iglesias y Garzón se hubieran salido con la suya, quizá Podemos no existiría y ellos serían diputados de IU. Una prueba de que el destino está en manos del azar. Era cuestión de tiempo que el destino acabara por unir lo que el azar había separado. Y también que la pareja Iglesias-Garzón se reencontrase en la Puerta del Sol.

Lo que vino después ya es Historia. Podemos se merendó a gran parte del electorado de IU, que se quedó en los huesos en las últimas generales. Dos diputados. Garzón, uno de ellos. Aunque los antiguos del PCE creyeron que IU sería una roca y que si el franquismo no acabó con ellos, tampoco podrían hacerlo unos profesores sin más currículum político que la docencia. Hace un año, Alberto Garzón declaraba a este periódico: «No podemos replegarnos en la ortodoxia, veo a la militancia con muchas ganas de construir una nueva IU para hacer frente a la recomposición de la izquierda. Hay miedo a las elecciones, pero el mundo no se acaba este año«. Tania Sánchez aún era de IU, aunque por los pelos.

En efecto, Alberto Garzón ha dedicado todo este año a una paciente pero intensa labor interna para apartar discretamente a los veteranos que se oponían a disolverse en Podemos y que querían defender las siglas de IU. «La Coca Cola jamás renunciaría a su marca», decía Cayo Lara. Cuando la fruta estaba madura y tuvo la seguridad de contar con casi el 90% de la organización para el acuerdo, Garzón dio el paso sin complejos hacia la foto con Iglesias. Los comunistas de pro no tienen una gran opinión de Pablo Iglesias, pero son conscientes de que no pueden impedir el pacto, a riesgo de contribuir a la desaparición de IU. Al fin y al cabo, el actor político de éxito que amenazaba su supervivencia fue incubado dentro de su propio cuerpo. Garzón ha demostrado un gran sentido del pragmatismo político y bastante conocimiento de las interioridades de IU. Además, ha tenido la suerte de pillar a Podemos con ganas de recuperar los votos que está perdiendo, según los sondeos.

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