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Joachim Rukwied, el agricultor que tiene contra las cuerdas al gobierno alemán

Las protestas trascienden el ámbito sectorial y se han convertido en un ariete político en toda regla

El presidente alemán Frank-Walter Steinmeier y Joachim Rukwied, presidente de la Asociación Alemana de Agricultores (Deutscher Bauernverband DBV) asisten a la recepción de Año Nuevo en el Castillo Bellevue en Berlín, Alemania REUTERS

 

La mañana del lunes Berlín volvió a amanecer bloqueada. La policía calcula que 10.000 agricultores y unos 5.000 tractores participan en la jornada de protestas, unas movilizaciones que se prolongan desde el pasado 18 de diciembre y ante las que la «coalición semáforo» de Olaf Scholz no muestra más que impotencia. El Gobierno alemán ha hecho ya importantes concesiones, ha accedido a revertir en parte la abolición prevista del impuesto preferencial sobre vehículos de motor para la silvicultura y la agricultura. También ha renunciado a suprimir de golpe la desgravación fiscal para el gasóleo agrícola: la tasa de alivio se reducirá en un 40% en 2024 y en un 30 por ciento adicional hasta 2026. Pero no es suficiente para los agricultores alemanes, que se niegan a pagar el «caos presupuestario de un gobierno chapucero».

Las protestas trascienden el ámbito sectorial y se han convertido en un ariete político en toda regla. Y el hombre que lidera esta resistencia es Joachim Rukwied, el presidente de la Asociación Alemana de Agricultores. Rukwied es parco en palabras. Con sólo unas frases, provocó la primera avalancha política antes de Navidad. En un mitin ante la Puerta de Brandenburgo amenazó con protestas como «el país nunca ha experimentado». «O el gobierno cambia de rumbo o tiene que haber un cambio de gobierno», dijo, y el sector cerró filas en torno a este planteamiento.

Desde entonces bloquean a diario capitales y autopistas por todo el país. Políticos de todos los partidos han solicitado una reunión con él en los últimos días. Su influencia se despliega desde la Casa de Agricultura y Alimentación de Berlín-Mitte, donde el suabo, siempre de traje, recibe en su sillón. «Un gran agricultor con carrera política», describe Tagesszeitung. Su familia dirige desde hace más de 200 años una granja en Eberstadt, cerca de Heilbronn. La empresa familiar tenía 80 hectáreas cuando el joven ingeniero agrícola se hizo cargo de ella, en 1994, y abandonó la producción lechera y el ganado Simmental para centrarse en la rentable remolacha azucarera, las hortalizas y la viticultura.

Hoy maneja 360 hectáreas. Durante muchos años fue miembro de la CDU en los consejos locales de Eberstadt y de Heilbronn, pero a menudo ha expresado su decepción por la defensa que este partido, como el resto, hace de la agricultura y la ganadería. Desde 2012 dirige la Asociación Alemana de Agricultores y es miembro de la junta directiva de la asociación Raiffeisen, del consejo de supervisión del grupo agrícola BayWa, del consejo asesor del banco DZ y de la junta directiva de la asociación de remolacha azucarera del sur de Alemania.

Su perfil ha llevado a no pocos analistas a denunciar que las movilizaciones agrícolas están politizadas, pero lo cierto es que Rukwied ha ganado para su causa el ministro de Agricultura, Cem Özdemir, gran portavoz de sus reivindicaciones ante los tres partidos de la «coalición semáforo» y ante la oposición. Özdemir está promoviendo un gran pacto nacional por la Agricultura que vaya mucho más allá de las subvenciones al diésel y que aporte soluciones a largo plazo. Rukwied y özdemr, de hecho, se entienden a las mil maravillas.

El agricultor de 62 años piensa incluso en términos más sostenibles que el ministro verde. «Si eres agricultor, naciste con una cosa: piensas en generaciones. Soy el número ocho, el noveno está en la parrilla de salida. Eso te hace sostenible por necesidad». Mantiene que sólo podrá transmitir el negocio aún mejor a la siguiente generación «si mantengo la fertilidad del suelo y fortalezco la biodiversidad».

Rukwied también se pronuncia periódicamente contra el «consumo del suelo por parte de la energía fotovoltaica» y defiende el uso del controvertido herbicida glifosato como beneficioso para la protección del clima bajo determinadas condiciones. Políticamente es moderado y ha condenado al grupo de agricultores que bloqueó el ferry en el que el ministro de Economía, Robert Habeck, regresaba a casa de sus vacaciones de Navidad, de manera queni él ni su esposa pudieron desembarcar durante horas. Convoca manifestaciones masivas y pacíficas, pero eso no significa que esté dispuesto a hacer concesiones.

«Estamos protestando por nuestro futuro, por la superviviencia, y la supervivencia no admite concesiones» Hoy se reúne en Berlín con representantes de los tres partidos de la «coalición semáforo» y muestra la fuerza de su ejército de tractores, que una vez más ha tomado la ciudad. El ministro de Finanzas, Christian Lindner, se niega a mantener las subvenciones al diésel agrícola, pero a cambio promete una reducción de la burocracia para los agricultores. Pero Rukwied no se deja marcar la agenda. «Para evitar malentendidos, la conversación del lunes sólo puede centrarse inicialmente en el diésel agrícola», ha dicho antes de iniciar las conversaciones.

 

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