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Jorge Vilches: ‘Dessanchificar’ España

«Sacar el sanchismo del poder, echarlo al baúl de los malos recuerdos pasa por hacer otro tipo de política, más sincera y transparente, sin tanto cálculo miserable»

‘Dessanchificar’ España

Ilustración de Alejandra Svriz.

 

Sánchez ha decidido pasar a nuestra costa el veraneo en La Mareta, una joya de Patrimonio Nacional. Por eso anunció que en septiembre presentará presupuestos. Su objetivo es ganar tiempo, como siempre. No tiene un plan, solo ambición, y por eso piensa que cuando llegue ese río, intentará cruzar el puente. El único inconveniente es que ya no tiene a Santos Cerdán para pactar con Puigdemont. Cuenta ahora con Zapatero para cumplir ese papel, por lo que el precio será mucho más alto. Si Sánchez los presenta y no puede pagar a Junts, tendrá que haber elecciones. De ahí que el PP -con Vox de compañía inevitable-, esté pensando en un plan de derogación de las leyes sanchistas.

Vox tendrá que ser acompañante, decía, porque si los populares no tienen mayoría absoluta será muy complicado, y un tanto bochornoso, acordar esas derogaciones con Junts y el PNV. Sería aconsejable, por tanto, que si piensan echar atrás las leyes de amnistía, vivienda, trans y memoria democrática, o devolver el Código Penal a su sitio, o impedir el cierre de las centrales nucleares, haya cierto entendimiento público previo entre el PP y Vox. No digo que Feijóo y Abascal deban salir abrazados en prime time dando pormenores del enlace, sino que estaría bien que anunciaran que van a trabajar juntos para dessanchificar este país.

Eso es lo urgente, amén de otras propuestas en la que ambos se la van a jugar, como son la inmigración ilegal, la independencia del Poder Judicial o la enseñanza en español. Pero hay cosas importantes, las citadas, y otras perentorias, como impedir el cambio de régimen. El pacto con Vox sería menos extraño y repugnante para los votantes del PP que ir de la mano del PNV o de Junts. Sin embargo, hay voces entre los populares que dicen una y otra vez que la victoria está en el disimulo y en guardarse las cartas hasta el final porque así se puede rascar voto socialdemócrata, o que el socialista cabreado con Sánchez se quede en casa. Vamos, no darle miedo al elector ajeno, y luego pactar con quien sea menester.

Esta idea es poco respetuosa con ese casi 90% de votantes que eligieron al PP en 2023 y que dicen que repetirán. Si la prensa de todos los colores y los más variados análisis hablan tras cada encuesta de la suma del PP y Vox para echar a Sánchez, no sería muy acertado ponerse de perfil en este asunto. Lo digo también por los de Santiago Abascal, porque, salvo ese grupúsculo que cree que Vox ganará por mayoría absoluta algún día, el resto sabe por su gobierno municipal o autonómico que solo la suma con el PP da el poder. No obstante, siempre habrá alguno que se acoja al idealismo que, como apuntó Oswald Spengler, es comportarse como un avestruz metiendo la cabeza bajo tierra para no ver una realidad que molesta.

Dessanchificar España también es tratar a los electores como adultos. Es la única forma de hacer que vuelvan a creer mínimamente en este sistema, al menos unos años más. Es muy tentador para los ingenieros electorales hacer sumas, restas y porcentajes, y sectorializar por edad, sexo, tipo de familia y uso de redes sociales, pero no estamos en los tiempos de la política normalizada en la que se vende un candidato como si fuera un refresco. Escribió Max Weber que en los malos momentos, el publicista político y el periodista que lo acompaña son los demagogos más peligrosos. Prometen, polarizan y ocultan sus intenciones en función del rédito que pueden obtener, no de la responsabilidad que acompaña al cargo o del interés del país.

«La derecha que alcance el Gobierno no puede llegar mintiendo, u ocultando con quién va a pactar»

Por eso, sacar el sanchismo del poder, echarlo al baúl de los malos recuerdos, pasa por hacer otro tipo de política, más sincera y transparente, sin tanto cálculo miserable que conocemos demasiado bien. Si Sánchez se ha basado en la mentira y en los pactos ocultos que han desguazado el Estado, la derecha que alcance el Gobierno no puede llegar mintiendo, u ocultando con quién va a pactar y el qué. Creo que la crisis política que pasamos no es corriente. Nunca habíamos tenido en riesgo la democracia ni la unidad del país y, por tanto, el espíritu, el discurso y el comportamiento de los partidos que aspiran a gobernar tiene que estar a la altura.

Tampoco se puede dessanchificar el país pactando con los mismos que han sostenido a Sánchez en el poder. El sanchismo supone acercar el País Vasco y Cataluña a la independencia. Sería de locos pensar que el PNV y Junts van a dar marcha atrás o dejarlo caer. Rectificar el sanchismo es que los nacionalistas aprendan a desaprender cómo han aprendido las cosas. Más claro: sin un proceso de centralización para garantizar la igualdad ante la ley y la libertad en todas partes, no habrá verdadera corrección de un sanchismo fundado en los privilegios de unas autonomías sobre otras.

Llegados a este punto, y conociendo que un partido no deja de ser una empresa de supervivientes a corto plazo, no albergo más esperanza que ponérselo muy difícil al enemigo.

 

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