José Lombardi: Reflejos quebrados
Según el filósofo francés Jacques Maritain el Bien Común es como un espejo en donde nos reflejamos en las demás personas; pudiéramos entender entonces que la sociedad es reflejo de nuestras acciones individuales, lo que nos permite afirmar que el éxito o fracaso de una nación depende de las acciones de sus integrantes.
Partiendo del planteamiento anterior, cada venezolano tendría una carga de responsabilidad en lo que hoy ocurre en Venezuela. Sin embargo, muchos me dirán que es el Gobierno el responsable y quizás tengan razón, pero ante esta afirmación, me pregunto: ¿quién decide quién gobierna?
En días pasados ocurrió un hecho “repudiable y bochornoso”, la imagen de 3 seminaristas menores de edad corriendo desnudos por una vía publica en la ciudad de Mérida, un atentado contra la dignidad humana que refleja ante el mundo a una sociedad con valores espirituales quebrados.
Según la exhortación pastoral de la arquidiócesis de Mérida, cuyo texto fue leído en todas las misas del Domingo 03 de Julio de 2016, narra los hechos de la siguiente manera: “Cuatro menores de edad, estudiantes de bachillerato en el Seminario Menor San Buenaventura de Mérida, se dirigían a clases de inglés en el CEVAM, cuando fueron interceptados por unos desadaptados quienes los interpelaron preguntándoles “si eran chavistas o de la oposición”; a lo que estos jóvenes asustados respondieron “somos seminaristas”, desatándose con mayor ímpetu las iras, golpeándolos, desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con rociarle gasolina y quemarlo vivo”.
Sirva este escrito para solidarizarme con estas víctimas del horror y la barbarie, así como con todos los venezolanos que hoy sufren vejaciones de una sociedad que necesita con urgencia depurarse del veneno del odio y la confrontación derramado en todos sus niveles.
Contrario al deseo de venganza que pudiera generar este tipo de acciones, la iglesia con su espíritu misericordioso y valiente nos hace un llamado a través de la exhortación pastoral de la arquidiócesis de Mérida: “No hay lugar para el desánimo o la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la creatividad, el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus valores más queridos”.
De la misma manera se expresó a través de un comunicado el seminario San Buenaventura, instituto encargado de formar a los jóvenes humillados: “Como nos relata el Evangelio, Jesús fue llevado a la cruz golpeado y despojado de sus ropas, acto deshumanizante que buscaba la negación de la identidad por la vergüenza, el miedo y terror, sentenciado por una justicia corrompida por los ejercicios de poder “legitimados”. La historia nos ha mostrado sucesivamente la repetición de escenas como esta, como para que en Venezuela no seamos indiferentes ante el riesgo de la normalización de estos actos”.
Neguemos rotundamente estos actos inhumanos y no permitamos que imágenes como estas sean las que reflejen lo que “aparentemente” somos, para ello es necesario involucrarnos valientemente en los asuntos públicos, no podemos seguir encerrados en el “confort” de la vida privada cuando nuestra casa común (Venezuela) se cae a pedazos.
ARQUIDIÓCESIS DE MÉRIDA
EXHORTACIÓN PASTORAL
para ser leída en todas las misas del domingo 3 de julio de 2016 en ocasión de la violencia desatada en Mérida el viernes 2 de julio
“No a la inequidad que genera violencia”
(Papa Francisco)
Con inmenso dolor quiero compartir con toda la comunidad merideña que hoy domingo participa en la Eucaristía, unas reflexiones ante los bochornosos acontecimientos del viernes pasado en la ciudad de Mérida. De nuevo, un grupo de colectivos generó durante varias horas, actos de violencia, agrediendo a las personas que transitaban por la Avenida Don Tulio y las inmediaciones a las instalaciones universitarias. Trancaron la vía, quemaron cauchos y troncos, asaltaron y le quitaron sus pertenencias a los que pasaban, quemaron vehículos, saquearon comercios, en fin, realizaron a sus anchas actos vandálicos de toda índole.
Cuatro menores de edad, estudiantes de bachillerato en el Seminario Menor San Buenaventura de Mérida, se dirigían a clases de inglés en el CEVAM, cuando fueron interceptados por unos desadaptados quienes los interpelaron “si eran chavistas o de la oposición”; a lo que estos jóvenes asustados respondieron “somos seminaristas”, desatándose con mayor ímpetu las iras, golpeándolos, desnudándolos, quemando sus ropas y amenazando a uno de ellos con rociarle gasolina y quemarlo vivo. Hasta aquí, escuetamente, parte de los hechos.
Ante ello, nos preguntamos:
¿Cómo es posible que durante horas estas hordas generen un caos sin que intervengan los órganos de seguridad del Estado? No es la primera vez que sucede esto en nuestra ciudad. No es descabellado pensar que obran así porque tienen la anuencia de quienes tienen como primera obligación resguardar la vida y los bienes de los habitantes.
Quiero resaltar el hecho de que haberse identificado como seminaristas, desató una conducta más agresiva e irracional. Estamos ante comportamientos fascistas y comunistas, que irrespetan los valores espirituales, lo cual es inaceptable desde cualquier punto de visto. La forma como actuaron indica a todas luces que es gente entrenada, tipo comando, para realizar con destreza este tipo de acciones. ¿No indica esto que estamos ante una conducta amoral que no puede ser permitida ni por la sociedad ni por sus autoridades que están puestas para defender los valores de la misma? Es un pecado que clama al cielo.
“Este tipo de actos, no perjudica sólo a la Iglesia, como nos lo recuerda el Papa Francisco, sino a la vida social en general. Reconozcamos que una cultura, en la cual cada uno quiere ser el portador de una propia verdad subjetiva, vuelve difícil que los ciudadanos deseen integrar un proyecto común más allá de los beneficios y deseos personales” (Evangelii Gaudium 61).
Como creyentes estamos llamados a ser constructores de paz y esperanza. No hay lugar para el desánimo o la desesperación; al contrario, es una oportunidad de oro para la creatividad, el noble ejercicio de una ciudadanía que no se deja robar sus valores más queridos.
En la segunda lectura de hoy, el apóstol Pablo nos invita a vivir en libertad, a no someternos de nuevo al yugo de la esclavitud. “Nuestra vocación es la libertad: no una libertad para que se aproveche el egoísmo; al contrario, seamos esclavos unos de otros por amor”. Por eso, la invitación a redoblar la oración, a buscar con insistencia los caminos que nos conduzcan a superar la terrible crisis que vive el país. A hacerlo con racionalidad y respeto, pero con valentía y coraje, que nace del amor que Jesucristo nos da.
Como bálsamo refrescante dejo constancia de los centenares de mensajes recibidos de nuestra feligresía, de la ciudad, del país y del extranjero, expresando su pesar y ofreciendo la solidaridad que nace del amor fraterno y de la necesidad de superar la maldad. Sacerdotes, religiosas, instituciones eclesiales y civiles, obispos y personas de la más diversa índole, condenan de forma contundente estos abominables episodios. Nos duele constatar no haber recibido ni una palabra de parte de las autoridades oficiales. Es un silencio que cuesta asimilar.
Que el Señor Jesús y María Santísima nos haga reflexionar, superar la indignación y buscar conjuntamente la paz y la convivencia fraterna de la que está necesitada nuestra patria.
Con nuestra bendición, pidiéndoles que oremos los unos por los otros, y sobre todo, por nuestra juventud, merecedora de un mejor presente y futuro.
+ Baltazar Enrique Porras Cardozo
Arzobispo Metropolitano de Mérida
+ Alfredo Enrique Torres Rondón
Obispo Auxiliar de Mérida
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José Lombardi
Presidente Copei Maracaibo