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Juliana Hernández: México 2018

José Antonio Meade – Margarita Zavala – Ricardo Anaya – Andrés Manuel López Obrador

Hay un común denominador en las opiniones sobre las elecciones en México 2018 y este es su carácter decisivo para el futuro del país, además de otra característica que las hacen peculiares y distintas a otros años: la complejidad del escenario, pues es un proceso electoral en el cual sus protagonistas se han quedado sin dogmas y sin identidad, casi nos atreveríamos a decir que sin principios, solo hay una constante en los actores: quieren el poder. Nos centraremos en esta característica, en la compleja paradoja de lo que representa cada una de las opciones políticas.

En primer lugar tenemos a la opción oficialista, encabezada por el único candidato en la historia del Revolucionario Institucional que no es militante de este partido: José Antonio Meade, político que se ha destacado por su capacidad como funcionario, de corte conservador a favor de la familia tradicional y la vida, católico practicante, economista del ITAM y abogado por la UNAM, dos de las Universidades de mayor prestigio en el país, además de Doctor en economía por Yale. Fue parte del gabinete del presidente panista Felipe Calderón como Secretario de Energía y Secretario de Hacienda; su capacidad técnica lo llevó a estar nuevamente en una posición de primer nivel como Secretario de Relaciones Exteriores y Secretario de Desarrollo Social del priista Enrique Peña Nieto, quien lo apadrinó para que se convirtiera en el siguiente candidato presidencial. José Antonio Meade es reconocido por propios y extraños por su capacidad y profesionalismo así como por su integridad en su actuar como como funcionario público. Aquí tenemos al candidato del Partido que promovió e institucionalizó la corrupción en el país.

En segunda opción tenemos a Ricardo Anaya, a quien desde su tierra natal Querétaro, lo han denominado el joven maravilla, y no es en vano pues a sus 39 años de edad tiene una vertiginosa carrera política y en continuo ascenso. Es Licenciado en Derecho y Doctor en Ciencias Políticas, habla fluidamente inglés, francés y alemán, reconocido por tocar varios instrumentos musicales; gran orador y estratega, antes de la candidatura que encabeza actualmente fue presidente del Partido Acción Nacional (PAN).   La singularidad de esta candidatura es que este joven luchó afanadamente por lograr una alianza electoral con el partido que representaba a la izquierda mexicana, el Partido de la Revolución Democrática (PRD), de modo que en este complejo 2018 dos instituciones con ideologías casi antagónicas están juntas en las boletas electorales.

Por si ello no fuera poco, además los mexicanos tendremos como opción en la papeleta electoral a una candidata independiente, Margarita Zavala, con 33 años de militancia en el Partido Acción Nacional. La ex primera dama, esposa del expresidente Felipe Calderón anunció en 2015 que se postularía como candidata a la presidencia de la República y en Octubre del 2017 al no encontrar la oportunidad de abanderar tal posición en su partido, decidió irse por la vía independiente, renunciando a la organización que llevó a su esposo a la presidencia y convirtiéndose en la contrincante de quienes por años fueran su correligionarios.

Y por último tenemos a Andrés Manuel López Obrador, candidato por tercera vez a la presidencia de la República, quién para lograr esto, creo al Partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), siendo su único principio, plataforma y programa la ambición de llegar a los Pinos. AMLO encabeza las encuestas en este proceso electoral aun con un perfil que encaja perfectamente en el populismo latinoamericano del siglo XXI: promesas mesiánicas en el contexto de una democracia todavía por madurar, así como el uso de la dialéctica populista en su discurso: la “mafia del poder” integrada por políticos, empresarios, incluso intelectuales, mejor dicho, todos aquellos que están en contra de él son los enemigos del pueblo, un pueblo oprimido por el sistema. Tenemos a este puntero en las encuestas con propuestas descabelladas como dar amnistía a los delincuentes, revertir la reforma energética y educativa, y como programa para acabar con la corrupción una convocatoria a un pacto en el que todos se comprometan a dejar de robar…

Así pues aquí tenemos las grandes paradojas: el candidato oficialista sin militancia priista, con una excelente carta de presentación en el plano profesional y con un expediente libre de corrupción, pero con el peso de un gobierno corrupto e inepto, de modo que su honestidad no le alcanza para encubrir la corrupción del partido que lo postula, además de carecer del carisma que logre un conexión con el votante, lo cual se refleja claramente en las encuestas al estar en un lejano tercer lugar. En segundo lugar tenemos al Ricardo Anaya acompañado de actores políticos que por años abanderaron plataformas antagónicas a las de Acción Nacional, con   criterios irreconciliables como la posición ante el aborto, matrimonios de personas del mismo sexo y su derecho a la adopción. Por otro lado con Margarita Zavala por la vía independiente estableciendo una postura clara y tradicional en estos temas, incluso con su eslogan que dice mucho: “Valores Margarita” quien con poquísimas posibilidades de ganar las elecciones divide el voto de Ricardo Anaya alejándolo de Lopéz Obrador.

Ante este escenario esperaría que la ciudadanía mexicana apueste por una opción inteligente, asumiendo su papel de sociedad civil, es decir que participe y vote responsablemente, no con resentimiento o visceralidad, sino con la intención y visión de seguir construyendo el México que nos merecemos: un México próspero, democrático y con un proyecto claro y eficaz en contra de los grandes males que aquejan al país: inseguridad, pobreza y corrupción.

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