La actriz porno y el candidato: el caso que cerca a Trump
El pago para silenciar una relación extramatrimonial está a punto de costar la primera imputación del expresidente y una nueva tormenta política en EE.UU.
Stormy Daniels firmó un contrato para tener la boca cerrada a mediados de octubre de 2016. Estampó su firma sobre el maletero de un coche, en el aparcamiento de un set de rodaje de una película porno en California. Daniels -su verdadero nombre es Stephanie Clifford- es una actriz del género, criada en esas comunidades del sur en la que hasta los blancos son pobres, ‘white trash’, basura blanca.
La otra parte del contrato también era blanco, pero de la otra punta geográfica y económica: Donald Trump, magnate neoyorquino del ladrillo, nacido millonario y, por entonces, a punto de convertirse de forma sorprendente e histórica en presidente de EE.UU.
El contrato era sencillo: Trump entregaría 130.000 dólares y la ‘pornstar’, su silencio sobre una relación extramatrimonial.
Aquel trozo de papel es hoy la razón que podría llevar a Trump a su imputación y arresto, el primer caso para un expresidente de EE.UU. Un gran jurado de Nueva York está a punto de decidir sobre los cargos criminales que podría enfrentar el multimillonario neoyorquino por el pago por silencio, que podrían tener que ver con violación de leyes de financiación electoral, evasión de impuestos o falsificación de registros financieros.
El asunto tuvo su primera aparición en prensa el 4 de noviembre de 2016, cuatro días antes de la cita electoral. ‘The Wall Street Journal’, uno de los grandes medios menos combativos con Trump, detalló que ‘National Inquirer’, un tabloide cuyo dueño es aliado del expresidente, había ‘matado’ otro romance de Trump. Esta vez, con una modelo de ‘Playboy’, Karen McDougal: ‘National Inquirer’ le pagó 150.000 dólares por los derechos de su historia, pero con la intención de no publicarlo. En su información, el diario neoyorquino mencionaba que Daniels había estado en negociaciones con un programa televisivo para desvelar una relación con Trump.
Las cintas de ‘Access Hollywood’
La realidad era que la actriz porno había tratado de vender su historia durante meses, pero nadie le había hecho mucho caso. Eso cambió con la publicación a comienzos de octubre de la cinta de ‘Access Hollywood’, en la que Trump, sin saber que le ganaba un micrófono, alardeaba de tocamientos íntimos a mujeres sin su consentimiento. Otro escándalo quizá hubiera sido demasiado para su campaña, y el candidato republicano, esperanza del votante conservador, pagó. El 8 de noviembre, Trump celebró su victoria.
El caso estalló de verdad en 2018, con Trump en la Casa Blanca. Daniels dio una entrevista al prestigioso programa ’60 Minutes’ y contó su relación con el presidente. Se conocieron en julio de 2006, en Lake Tahoe (Nevada), donde Trump, entonces estrella de la telerrealidad con ‘El aprendiz’, la invitó a cenar y a su suite. Le prometió que la metería en su programa, los encuentros sexuales se sucedieron durante meses. Daniels acabó dando todo tipo de detalles en un libro sobre su relación, incluida la forma del pene presidencial.
Trump lo negó todo. Cuando aquello ocurrió, su tercera esposa, Melania, había sido madre pocos meses antes. Su defensa empezó a flaquear por la tercera pata fundamental de esta historia: Michael Cohen, su abogado y muñidor en asuntos turbios. El letrado fue quien orquestó el pago a Daniels y puso el dinero de su bolsillo antes de recibir un reembolso por parte de la compañía de Trump.
En 2018, asediado por las investigaciones periodísticas y por la fiscalía, se declaró culpable de varios cargos relacionados con los pagos a Daniels y McDougal y apuntó a Trump como la persona que le instruyó a hacerlo y que después aprobó su reembolso.
Desde entonces, el caso ha dado vueltas hasta la llegada de un nuevo fiscal a la ciudad de Nueva York. Se trata de Alvin Bragg y tomó posesión del distrito de Manhattan el año pasado. Revivió el caso, convocó un gran jurado, hizo testificar a Daniels y a Cohen -Trump ha optado por no hacerlo- y está a punto de conseguir lo que muchos demócratas desean: ver a Trump arrestado.
Esa posibilidad ha convertido la política de EE.UU. en una olla a presión. Trump no solo es expresidente, también es el candidato a la presidencia de la primera potencia mundial de uno de sus dos grandes partidos. Y, hasta que no se demuestre lo contrario, el favorito para conseguirlo por el bando republicano.
El expresidente ha pronosticado que su arresto se producirá hoy y ha convocado a sus seguidores a protestas, un llamamiento que es imposible de separar del asalto al Capitolio de enero de 2021. Los líderes del partido, como Kevin McCarthy, presidente de la Cámara de Representantes, hacían ayer equilibrios para atacar una «investigación política» contra Trump y, a la vez, llamar a la calma y a no secundar protestas.
La Policía de Nueva York ha organizado un plan de contingencia ante desórdenes por el arresto y el alcalde de la ciudad, Eric Adams, aseguró ayer que las autoridades están «vigilando las redes sociales» para que no haya «acciones inapropiadas en la ciudad». Ayer había una «protesta pacífica» convocada por el Club de Jóvenes Republicanos de Nueva York ante los juzgados, mientras que en foros radicales se llamaba a una «huelga nacional» y «parar la sociedad».