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La amenaza de Boris Johnson de saltarse el acuerdo de divorcio envenena el ‘brexit’

La UE exige a Reino Unido que respete lo firmado, pero no espera resultados en la octava ronda de diálogo que comienza este martes en Londres.

La Unión Europea y Reino Unido inician este martes en Londres la octava ronda de negociaciones sobre el acuerdo de libre comercio que debe regir su relación futura tras el brexit en un ambiente de pesimismo total. La amenaza del Gobierno de Boris Johnson de saltarse el Tratado de divorcio firmado el año pasado con Bruselas, en particular el protocolo sobre Irlanda del Norte, ha envenenado el diálogo y ha obligado a intervenir a la presidenta de la Comisión. Cumplir lo pactado es «una obligación bajo el derecho internacional y un prerrequisito para cualquier asociación futura», avisa Ursula von der Leyen.

Y es que a medida que las negociaciones sobre el brexit económico entran en su fase decisiva, se multiplican los bulos y los globos sonda que pone en circulación el entorno del primer ministro británico y que los dirigentes de la UE se ven obligados a desmontar. Este mismo fin de semana, The Telegraph publicaba que los líderes europeos se disponen a sacrificar a su negociador, el francés Michel Barnier, con el fin de desencallar el diálogo. «Fake news! Evidentemente, apoyo pleno al negociador y a su mandato», replicaba de inmediato el ministro francés de Asuntos Europeos, Clément Beaune.

Como parte de esta estrategia de intensificar la presión, Johnson ha lanzado este lunes un nuevo ultimátum a la Unión Europea: si para el 15 de octubre no hay solución, mejor dejar de intentarlo. «Si no podemos llegar a un entendimiento para entonces, no creo que logremos un acuerdo de libre comercio y ambas partes deberíamos aceptarlo y pasar página», ha señalado el primer ministro británico.

Boris Johnson fija el 15 de octubre como fecha tope para un acuerdo sobre el Brexit

Boris Johnson fija el 15 de octubre como fecha tope para un acuerdo sobre el Brexit Reuters

 

Un brexit sin acuerdo «sería un buen resultado para Reino Unido». «Como Gobierno nos estamos preparando, en nuestras fronteras y en nuestros puertos, para estar a punto para ello. Tendremos pleno control sobre nuestras leyes, nuestras reglas y nuestras aguas de pesca. Tendremos libertad para firmar acuerdos comerciales con todos los países del mundo. Y progresaremos enormemente gracias a ello», sostiene Johnson.

Este ultimátum de Johnson ha pasado sin pena ni gloria en Bruselas. Es la enésima vez que el Gobierno británico fija una fecha límite que él mismo se salta. Además, el nuevo plazo coincide de todas formas con los cálculos que manejan los líderes de la UE: cualquier acuerdo debe estar listo como muy tarde en octubre para que dé tiempo a ratificarlo.

Reino Unido se marchó de la UE el pasado 31 de enero, pero en la práctica casi nada ha cambiado gracias al periodo de transición, que concluye el 31 de diciembre. Esta es la auténtica fecha del brexit económico, el momento en que Londres abandonará definitivamente el mercado interior y la unión aduanera.

Londres debe respetar lo firmado

Lo que sí que ha disparado las alarmas en la capital comunitaria es la filtración, publicada por el diario Financial Times, de que el Gobierno británico se dispone a tramitar -desde este mismo miércoles- una ley que modifica unilateralmente una serie de disposiciones del Tratado de divorcio firmado entre Bruselas y Londres referidas a Irlanda del Norte, en áreas como las ayudas públicas y los procedimientos aduaneros.

El Acuerdo de Retirada establece un estatus especial para Irlanda del Norte, que tendría que seguir aplicando determinadas reglas de la UE para evitar una frontera terrestre en la isla de Irlanda. Este trato diferenciado disgusta sobremanera a los brexiteros más radicales, que rechazan que haya controles entre Irlanda del Norte y el resto de Reino Unido. Los cambios legales que prepara Johnson constituirían un gesto para aplacarles, sobre todo si al final no hay acuerdo de libre comercio con Bruselas.

Barnier ha anunciado que pedirá explicaciones sobre esta cuestión a su homólogo británico, David Frost, en la ronda negociadora que empieza este martes. «Todo lo que se ha firmado en el pasado debe respetarse«, ha declarado el negociador de la UE en una entrevista en la radio France Inter. A su juicio, el protocolo sobre Irlanda del Norte es particularmente importante porque es una herramienta para «mantener la paz» en la isla y para «preservar la integridad del mercado interior».

 

Ursula von der Leyen pide a Reino Unido que cumpla el pacto de divorcio

Ursula von der Leyen pide a Reino Unido que cumpla el pacto de divorcio Reuters

 

¿Significa esto que la UE se levantará de la mesa negociadora si Johnson cumple su amenaza y convierte el acuerdo de divorcio en papel mojado? «La plena aplicación del Acuerdo de Retirada, y en particular del protocolo sobre Irlanda del Norte, es esencial. Se trata de una obligación legal bajo el derecho internacional. Es una cuestión de confianza. Es un prerrequisito, una precondición para las negociaciones sobre la relación futura«, ha respondido un portavoz del Ejecutivo comunitario.

«El Acuerdo de Retirada no está abierto para el debate. Es increíble que Boris Johnson esté considerando dar marcha atrás en un pacto que él mismo negoció no hace ni un año y justo en medio del diálogo sobre la relación futura. Se trata de confianza y se está agotando. Los acuerdos deben cumplirse», ha dicho la presidenta de los socialistas en el Parlamento Europeo, Iratxe García.

Lo mejor de los dos mundos

La octava ronda de negociaciones del brexit empieza así condenada de antemano al fracaso. Los dos principales escollos son bien conocidos: las condiciones para garantizar una competencia equilibrada entre las empresas de Reino Unido y la UE y la pesca. Bruselas exige a Londres que mantenga alineados con las reglas de la UE sus estándares en materia social, medioambiental, de competencia y de ayudas públicas para evitar una situación de dumping. Además, los europeos quieren que su flota, incluida la española, mantenga su actual acceso a las aguas territoriales británicas, mientras que Londres pretende negociar cuotas año a año.

«Son negociaciones difíciles porque los británicos quieren lo mejor de los dos mundos: exportar sus productos a un mercado europeo de 450 millones de consumidores en sus propios términos. Y nosotros queremos que las condiciones sean justas», alega Barnier. «La pesca y las ayudas públicas son fundamentales para nuestro estatus en tanto que país independiente. Negociaremos de forma constructiva, pero la posición de la UE limitará el progreso que podamos hacer esta semana», replica Frost.

Si al final no hay acuerdo, la relación futura entre Reino Unido y la UE se regirá por las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC), lo que significa la introducción de aranceles y cuotas para las exportaciones en ambas direcciones. Eso creará «muchas perturbaciones» que se sumarían a la crisis económica provocada por la Covid-19, según admite el negociador comunitario. En todo caso, los británicos serían los principales perjudicados puesto que exportan el 47% de sus mercancías a la UE, mientras que los europeos exportan el 8% de sus mercancías a Reino Unido.

 

 

 

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