La amenaza de un presidente vitalicio
Entre las propuestas planteadas en la Asamblea Nacional está "la posibilidad de la reelección indefinida"
Una sutil amenaza se insinuó este lunes sobre la más importante reforma política realizada en Cuba en los últimos años: la limitación de tiempo para la permanencia en el poder de los altos cargos gubernamentales del país.
La propuesta de permitir la reelección indefinida fue una de las 16 planteadas por parte de las comisiones parlamentarias que se ocupan de analizar un conjunto de leyes que serán sometidas a la consideración de la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) durante el V Período Ordinario de Sesiones, previsto para el 28 de octubre. El proyecto de ley en cuestión regula lo concerniente al presidente y al vicepresidente de la República.
Para que semejante propuesta tuviera éxito, tendría que modificarse el Artículo 126 de la Constitución vigente, que establece que el presidente de la República «puede ejercer su cargo hasta dos períodos consecutivos, luego de lo cual no puede desempeñarlo nuevamente». Pero además, habría que cumplir lo que obliga el Artículo 228 de la propia Carta Magna, que dice que cuando la reforma a la Constitución se refiera al período de mandato del presidente de la República, «se requiere, además, la ratificación por el voto favorable de la mayoría de los electores en referendo convocado a tales efectos».
Es muy poco probable que en las actuales circunstancias los que mandan en Cuba se arriesguen a realizar un referendo popular con la intención de perpetuar en el poder a una persona que ni siquiera ha sido elegida directamente por los electores
Es muy poco probable que en las actuales circunstancias los que mandan en Cuba se arriesguen a realizar un referendo popular con la intención de perpetuar en el poder a una persona que ni siquiera ha sido elegida directamente por los electores. Entonces, surge la pregunta: ¿a qué viene esta amenaza para echar atrás el único legado democrático que ha dejado Raúl Castro?
En casi medio siglo de existencia, el Parlamento cubano no ha dado una sola señal de desobediencia ni discrepancia y si «a puertas cerradas» ha llegado a ocurrir, los medios oficiales nunca lo han contado ni lo contarían jamás. Disentir de una reforma política llevada a cabo por Raúl Castro es, a todas luces, una señal de lo que puede esperarse de los diputados. Una señal que, al traducir los códigos de la granmática, significa: «No se hagan ilusiones».
Por otra parte, la publicación de esta propuesta sin futuro pretende hacerles creer a los incautos que en la ANPP hay algún tipo de atrevimiento, pero que sus osadías solo están reservadas a la contención de los cambios, nunca a lo que pudiera parecer una apertura.