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La autopsia del 25 de mayo: una elección que no fue

Para entender el desastre del 25M en Venezuela hay que empezar por lo que sigue pendiente desde el 28J: nunca se publicaron las actas mesa por mesa, no se hicieron las auditorías clave y 10 meses después seguimos sin saber de dónde salió el resultado con el que el CNE declaró ganador a Maduro.

 

NOTA PUBLICADA EN «LA GRAN ALDEA»: https://lagranaldea.com/2025/05/27/la-autopsia-del-25-de-mayo-una-eleccion-que-no-fue/

 

 

Para analizar lo ocurrido el domingo 25 de mayo, partamos del principio de que se convocó a un proceso de elecciones de gobernadores y Asamblea Nacional, dejando aún muchos procesos inconclusos del pasado 28 de Julio de 2024. Eso es clave.

Entonces partamos de lo pendiente: el hecho de no tener un resultado detallado que explique mesa por mesa cómo se sumó el resultado que sí expresan las actas publicadas por el Comando Con Venezuela, pero que no coinciden con lo anunciado la noche de la elección presidencial por Elvis Amoroso, rector del CNE. Hasta el día de hoy, 10 meses después, solo se sabe que, según el CNE, Maduro ganó esa elección. Sin embargo se desconoce de dónde provino ese resultado. No hay actas que lo sostengan.

Tampoco se realizaron las 3 auditorías que brindan transparencia a los resultados:

  • Verificación Ciudadana Fase II: su acción es contar las papeletas de una muestra de mesas, el 3% de la mesas del país, se cotejan con lo que la máquina dice, y luego se compara este resultado con las actas presentadas en el material de repliegue y la transmisión. Es algo sencillo. Se supone que en un sistema transparente todo coincide, pero esta auditoría no se hizo el 28J. Por cierto, no necesitaba de sistemas informáticos.
  • Auditoría de Transmisión: se hace 24 horas después del proceso y allí se coteja que al transmitir el resultado las máquinas no presentaron ningún problema. Esta es la auditoría que puede demostrar si hubo o no un hackeo, que no lo hubo, pero el CNE se negó a hacer esta prueba.
  • Auditoría de Datos Electorales ADES: consiste en verificar los datos de participación con las captahuellas, la coincidencia de las huellas y la concurrencia electoral. Básicamente prueba que las huellas que allí votaron son de esos electores, y que los datos  del cuaderno de votación coincide con la data del captahuellas. Esto podría haber probado que las actas colgadas en la web coinciden con la participación reportada por la máquina. Es otra auditoría que tampoco se hizo.

Entonces, para llegar aquí no solamente se ignora el resultado del 28J al detalle, sino que también se han ignorado los procesos técnicos que garantizan los principios por los cuales una elección es legítima. La clave es la verificación cruzada de información transparente y auditable. En pocas palabras: en la última elección, todo lo que se podía revisar para aclarar dudas, no se permitió que se hiciera.

Esto debe estar siempre presente para revisar lo ocurrido el 25 de Mayo, porque no son procesos aislados, porque la pérdida de confianza en el voto parte de una mega realidad que fue expresada el 28 de Julio. Hay una victoria que fue demostrada por la organización ciudadana y luego desconocida por el poder, empezando por el propio árbitro electoral.

Entonces partiendo de esta base, analicemos las circunstancias del 25 de Mayo.

ELECCIONES REGIONALES Y DE ASAMBLEA NACIONAL

Lo primero es decir que no eran unas elecciones para el 25 de Mayo. El calendario original establecía una elección el 27 de abril. El cronograma ya de entrada dejaba dudas sobre sus tiempos de ejecución.

La Campaña Comunicacional Institucional empezaba el 28 de Enero, pero sin página web del CNE activa porque desde el 28 de Julio se encontraba desconectada por la propia institución. La jornada de Catastro a Centros Electorales se supone fue hecha en 3 días, aún cuando en la última elección, por mala coordinación logística, más de 10 centros electorales fueron reubicados el propio día de la instalación. El corte del Registro Electoral preliminar se publicaba el 19 de febrero pero nunca se promocionaron las jornadas de inscripción para nuevos electorales.

Ya aquí se empieza a ver una nueva característica, adicional a los problemas ya planteados, y es que sin la página web del CNE ni una sustituta, la difusión de mecanismos de información sobre las elecciones era, en el mejor de los casos, gris.

La composición de la Asamblea Nacional a elegir no se manejó con claridad. Empezando porque la Constitución Nacional establece que son 167 curules, distribuidos poblacionalmente para la representatividad. En el 2020 eso fue llevado de forma artificial a 277 curules, pero en este caso, los sistemas de generación de maquetas electorales se manejaron de manera muy secreta, las distribución de curules no se notificó con claridad (algo discrecional por parte del CNE) y siguen mostrando irregularidades en el origen del número de curules a decidir.

Algo tan básico para la elección, como saber el número de diputados a elegir, se llegó a conocer solo a través de entrevistas en medios de comunicación del rector Conrado Pérez donde dijo: «En estas elecciones se elegirán gobernadores, legisladores regionales y 277 diputados para la Asamblea Nacional, cifra que pudiese variar positivamente”. No fue un comunicado oficial ni un portal institucional, fue una entrevista donde el rector dijo un número, con probabilidad de aumentar.

Lo peor del caso es que una segunda información no sale del CNE o alguno de sus voceros, sino de Diosdado Cabello, quien manifestó en su programa que serían 285 diputados, dando además la primicia de que se crearía un nuevo estado, Guayana Esequiba, y que tendría representación en la Asamblea Nacional.

Tiempo después es que por fin se creó el primer espacio institucional de información sobre la oferta electoral. Solo después de que fueran cerradas las inscripciones y hubiese avanzado la campaña es que creó un portal de consulta de candidatos, que curiosamente tiene la característica de no estar alojado en los servidores institucionales del CNE ni ser ampliamente divulgado. Hasta el presente sigue sin existir aún una página del CNE.

Entonces estaba ya cerrado el registro electoral, las inscripciones, luego se divulga vagamente la oferta electoral, pero aun así los electores siguen sin página web del poder electoral para consultas y divulgaciones. Si alguien quería consultar el Registro electoral para saber sobre su centro de votación, solo contaba con un servicio de SMS disponible que la mayoría desconoce.

Creación del Estado Esequibo

Uno de los mayores absurdos de esta elección es la creación del estado Guayana Esequiba, que elige su propio gobernador, Asamblea Legislativa Regional y diputados a la Asamblea Nacional.

En el armado de su circunscripción electoral, se confirma que no existe realmente un estado nuevo sino que hacen una de las mayores aberraciones del sistema electoral en su historia.

Para conformar el estado Guayana Esequiba, se agarraron dos parroquias del municipio Sifontes: Dalla Costa y San Isidro, las cuales son parte del estado Bolívar. Un estado diferente a la zona en reclamación. Estos electores, además, como está notificado en la Gaceta Electoral, se establecen como electores que votaron también en su estado original.

Es decir: en esta elección hubo 21.403 personas que tenían la potestad de elegir 2 gobernadores, votar en 2 circunscripciones para la Asamblea Legislativa y la Asamblea Nacional y votar en dos Listas Regionales a la Asamblea Nacional. Hasta el momento no se ha aclarado si además sus votos contaron dobles para las listas de diputados nacionales, que tampoco existen en la Constitución Nacional.

Auditorías

Las auditorías que normalmente realizan las organizaciones políticas y sociales no publicaron informes, en el que caso de que se hubiesen realizado. Por lo tanto, el registro electoral, el software de la máquina y el software de transmisión, entre otras revisiones técnicas, de haber sido realizadas, sucedieron en un completo secretismo sin mayor información sobre quiénes participaron, qué se revisó y cuál fue el resultado de dichas auditorías.

Prueba de esto es que no fue hasta el simulacro de votación que se conoció que el acta de votación ya no vendría con el código QR, resumiendo el resultado de la mesa, y que además se borraba como dato sobre la concurrencia electoral, la cantidad de electores que posee la mesa.

Existen dos posibilidades para este punto: o los participantes de estas auditorías (partidos políticos y organizaciones participantes de la elección) no formaron parte real del proceso y no tenían conocimiento… o sí lo sabían, pero decidieron no emitir opinión ni se tomó en cuenta el borrado. Cualquiera de los dos casos sólo acrecentó el modelo de caja negra que significó esta elección.

No he hablado de que los módulos de capacitación de miembros de mesa, los sistemas virtuales de acreditación de testigos y las jornadas presenciales de información electoral son al día de hoy un total misterio, hasta para el oficialismo que siempre logra comunicarle las cosas a su maquinaria electoral. Este punto solo reafirma lo hasta ahora presentado: realmente quienes se presentaron en esta elección de lo menos que estaban pendientes era del proceso, de sus garantías y de las características que deben atenderse para garantizar su transparencia.

¿QUÉ PASÓ EN LA ELECCIÓN?

Como era de esperarse en una elección con tantas características anómalas y sin generar confianza: los electores estuvieron ausentes.

Aunque desde temprano se intentó construir la narrativa oficial de participación y afluencia, era evidente que la elección del 25M, de lo que más carecía no era solo de transparencia, sino de electores. Las explicaciones de los datos históricos y los  intentos por matizar los porcentajes posibles de participación, se derrumbaban a lo largo del día frente a la imagen de los centros completamente vacíos con el contraste de una elección como el 28 de Julio, que estuvo repleta de participación.

Un monitoreo de centros electorales realizado de manera ciudadana, obteniendo reportes de participación directamente de los miembros de mesa, permitía evidenciar que esto no solo era perceptivo sino también numérico. De forma independiente se le pudo poner dimensión a la abstención del domingo y aquí están los datos.

Fueron estratificadas más de mil mesas para poder obtener un resultado estadísticamente representativo. Allí se mostraba que, aunque los estratos más oficialistas tenían mayor participación, esta no superaba el 20%, ni en los lugares más oficialistas del país.

El número para las 5 de la tarde daba una clara tendencia: apenas 1 de cada 10 electores del país había acudido a votar, y en el tiempo que quedaba de votación, la expectativa más optimista no superaba el 15% de participación. Sin duda, la población no tenía intención de participar en una elección que veían gris, dudosa, sin causa y plagada de irregularidades.

EL RESULTADO

Se tiene muy vigente la experiencia del 28 de Julio. En este país donde la vida política del que ha participado en elecciones los últimos 25 años ha recorrido el matiz de la competencia donde no hay competencia, o ha visto la trampa burda, hasta romper los límites del robo y el fraude electoral.

Durante mucho tiempo vimos cómo en los centros electorales se alteraba la voluntad del elector por las malas o por las peores, con métodos de compra o coacción. Fue en el estado Bolívar en el año 2017 cuando se evidenció descaradamente que un resultado se alteraba en el papel al totalizarlo. Así le robaron la gobernación a Andrés Velásquez. Pero fue el 28 de julio de 2024 cuando se vio que las actas decían una cosa y el rector del CNE, sin prueba alguna, en completa evidencia y expuesto de pies a cabeza, decía otro resultado.

Pocos se sorprendieron de ver dos grandes cosas que ya rayan en lo que desde el 28 de julio se sabe: No solo se roban las elecciones sino que además ya inventan el resultado. Por ejemplo, el rector Quintero anunció que hubo un 42% de participación, tratando de emular la cifra dada hace 4 años, cuando se realizaron las últimas elecciones regionales.

Cuidado con esto porque se trata solamente de la discordancia entre la realidad vivida en el país, con los números anunciados. Es que el peor síntoma de lo que ocurrió ayer fue la discordancia de los datos entre sí. Comparados con ellos mismos.

La lectura de los datos dados por el rector establecen que los votos obtenidos por los bloques políticos, se distribuye de la siguiente forma:

  • PSUV: 4.553.484 votos para 82,68%
  • Alianza Democrática: 344.422 votos para un 6,25%
  • Unión y Cambio: 285.501 votos. Un 5,18
  • Fuerza Vecinal: 141.566 votos. Un 2,57%
  • Otros 182.351 votos con 3,31%.

Estos resultados suman 5,5 millones de votos. Son 5,5 millones de votos emitidos en alguna de las opciones electorales.

Un problema grave es la discrepancia de estos datos con la cifra que indica que, de un registro de 21.507.072 electores, participaron en el proceso 42,63% según el CNE, lo cual indicaría que algo más de 9,1 millones de personas votaron. ¿No?

La gran pregunta de estos datos dados por el rector Quintero es que si hubo 9,1 millones de personas que fueron a votar, emitieron su voto, eligieron su opción y depositaron su papeleta porque en efecto votaron. ¿Por qué la suma de todos esos votos emitidos solo les da 5,5 millones?

No estamos hablando de unos cientos de votos, o de algunos miles, estamos hablando de más de 3 millones de votos de diferencia que no aparecen. Según la participación dicha por el rector, votaron, pero según los mismos resultados dichos por el mismo rector, no se sabe dónde o por quién, porque en las opciones anunciadas, estos votos no aparecen.

Como en esta elección las personas tenían que elegir entre varios cargos, podemos revisar los otros datos anunciados, en donde se divulgó el resultado de los gobernadores electos.

El rector en el 1er Boletín expresó los siguientes datos. Fue en cada uno de los 24 estados (24 porque se incluye Guayana Esequiba y se excluye el Distrito Capital porque no elige Gobernador) y de ellos anunció: porcentaje de participación del estado, quién fue el ganador, los votos obtenidos por el ganador y el porcentaje de los votos totales que representan.

Por ende, con los datos dichos por el rector, se puede obtener cuántos votos sacaron el resto de los candidatos (ya que es el porcentaje que resta de votos) y basados en el Registro Electoral se puede establecer la participación en cantidad, ya que se tiene la cifra de participación porcentual del estado. Es decir: usamos los números que da el propio CNE y no cuadran.

La construcción de esta tabla parte de la información oficial, y al igual que lo ocurrido en los resultados de la lista nacional de la Asamblea Nacional, existe una discordancia entre los votos que sacaron las opciones a gobernador y la cantidad de personas que participaron en el proceso.

Esta vez no en el nacional, sino estado por estado, sucede lo mismo. La cifra de participación es una, pero resulta que hay una cantidad de votos que el reporte dice que se emitieron, pero no aparecen en los resultados de las opciones. Según el CNE estas personas votaron, pero no se sabe por quién.

Esta diferencia puede llegar, en casos como los estados Zulia o Miranda, a ser mayores a 300 mil votos, y si contamos todo el país, son casi 3 millones que el rector dice que participaron, pero no están reflejados en los resultados anunciados.

¿QUÉ SIGNIFICA?

El resultado de cualquier elección parte de la totalización del voto de cada persona. La cantidad de votos que tiene una lista, un gobernador o un diputado, no es más que la suma del voto individual que cada persona ejerce según le corresponda.

La información discordante solo deja dudas en la transparencia de los resultados, ya que, si la participación no coincide con los resultados, la respuesta es que alguna de las dos cosas no es correcta: o no votaron tantas personas como dice la participación, o esos votos no fueron distribuidos como dice el boletín de resultados.

El detalle que pueda solventar estas dudas nos lo deben desde el 28 de Julio de 2024, y en caso de que lo lleguen a divulgar para esta elección, no será a través de la página web del CNE ya que aún sigue caída.

Los participantes de este proceso, quienes en campaña hablaban del hecho de defender el voto activamente, que participar era fortalecerlo, nutrieron sus narrativas con el hecho de salir a defenderlo como el 28 de Julio, con testigos que hoy tienen actas, con personas que hoy tienen una prueba, sin QR, pero la tienen, de que lo que dicen los rectores no es verdad. Un ejercicio muy productivo pudiera ser que en vez de disparar culpas a quienes simplemente no los acompañaron, usaran esas herramientas para poder evidenciar en lo que todos coincidimos. Ir a la elección no es suficiente, así la ganes y así lo demuestres.

 

 

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