La candidata que no se quiere encasillar
Precisamente porque Jara abusa de la costumbre de encasillar a los demás en categorías simplistas e imprecisas, resulta falso y tramposo que ella eluda definir su postura.

La candidata de la coalición oficialista de izquierda, Jeannette Jara, dio una elusiva respuesta a la pregunta simple y concreta de si ella se consideraba socialdemócrata. Jara, que milita en el Partido Comunista desde que tenía 14 años, dijo que a ella no le gustaba encasillarse. Los políticos debieran siempre dejar en claro en qué creen y cuáles principios los inspiran. Aquellos políticos que militan en partidos presumiblemente comulgan con los valores y principios que defienden esos partidos. Cuando son candidatos, los políticos usan y abusan de la necesidad de simplificar asuntos complejos encasillándose ellos y, especialmente, encasillando a sus rivales. Cuando la candidata dijo que no quería encasillarse, su respuesta reflejó deshonestidad y algo de flojera intelectual.
Jeannette Jara ya nos ha demostrado que gusta de victimizarse y que prefiere eludir preguntas simples por temor al alto costo electoral que le implica decir la verdad. Como acostumbran a hacer los militantes del PC, Jara también cataloga como anticomunismo cualquier mención a la trayectoria de despotismo, totalitarismo, y abuso a los derechos humanos que ostentan los gobiernos comunistas en América Latina y el mundo. En vez de explicar por qué insisten en llamarse comunistas si presumiblemente no comulgan con lo que ha sido el comunismo en la historia contemporánea, Jara siempre prefiere jugar la trillada carta de la victimización.
Ante preguntas directas y precisas, en vez de decir la firme y transparente verdad, Jara gusta de irse por las ramas. Después de haber declarado que Cuba tenía otra forma de democracia, Jara simplemente se ha negado a reconocer su error y se ha resistido a decir públicamente que Cuba es una dictadura. En cambio, Jara ha dado declaraciones ambiguas que han permitido a sus aliados moderados, aquellos que tienen la decencia de reconocer que el régimen de partido único cubano es un gobierno totalitario, argumentar mañosamente que Jara condena la tiranía comunista que lleva 66 años en el poder en Cuba. Pero Jara jamás ha dicho de forma simple y directa que condena la dictadura cubana. Ni siquiera ha podido reconocer públicamente que Cuba es una dictadura comunista.
Pero cuando se trata de hablar de los demás, Jara no trepida en catalogar genéricamente a la derecha de golpista y de buscar caricaturizar a sus rivales de forma imprecisa e injusta. Si Jara no gusta de encasillarse, es evidente que disfruta mucho de encasillar a los demás. Jara se enoja cuando sus adversarios recuerdan que los comunistas no respetan la democracia, pero se apura en denunciar que la derecha no respeta la democracia. Es cierto que la derecha apoyó el quiebre a la democracia y la dictadura militar en Chile, pero como nos recuerda la biblia -que Jara tal vez próximamente cite en su esfuerzo por hacernos olvidar que ella es una militante comunista dogmática y convencida de que el mundo está enfrascado en una lucha de clases- el partido político que esté libre de pecado en su trayectoria histórica, que tire la primera piedra. Por eso, precisamente porque Jara abusa de la costumbre de encasillar a los demás en categorías simplistas e imprecisas, resulta falso y tramposo que ella eluda definir su postura sobre cuestiones tan relevantes como saber si ella se considera marxista o si comparte el sueño de remplazar el capitalismo por el comunismo.
Por cierto, cualquiera pudiera pensar que es obvio que alguien que milita en el Partido Comunista aspira a que la sociedad transite hacia el comunismo. Pero como los comunistas nacionales pretenden que la gente crea que ellos no quieren llevar a Chile al comunismo, resulta esencial saber si Jara quiere usar la presidencia para contribuir a generar las condiciones que acerquen a Chile al sueño -que realmente es una pesadilla- de imponer el comunismo como modelo de sociedad.
Cuando le preguntan a un cura por su religión, resulta difícil que el cura vaya a eludir responder alegando que no le gusta encasillarse. Cuando a una candidata presidencial que ha militado 40 años en el Partido Comunista, una organización política que se define como marxista y leninista, responde a la pregunta de si ella se considera socialdemócrata, resulta inaceptable que evite responder diciendo que no le gusta encasillarse. Si de verdad no le gustara encasillarse, no militaría en un partido político profundamente dogmático que profesa una fe ciega en trasnochados principios y valores que han fracasado en cada lugar donde han sido aplicados.
En las semanas que vienen, Jara buscará instalar el inaudito argumento de que, pese a ser militante del Partido Comunista, ella no comparte ni los valores ni los principios comunistas. Sus aliados dirán que, como es candidata de una coalición política más amplia, Jara milagrosamente renunciará al objetivo de convertir a Chile en una sociedad comunista por el que ha trabajado toda su vida adulta.
Aunque ella reclame y sus aliados la defiendan, es irresponsable dejar de denunciar el riesgo que implica que la Presidencia de la República sea ocupada por una persona cuyo objetivo de vida es lograr remplazar al capitalismo con el comunismo. La ideología que inspira a Jeannette Jara y que influirá decisivamente en las decisiones que tome en caso de ser electa Presidenta de Chile tiene como objetivo que se convierta en un país comunista.