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La estrategia de Bolsonaro contra el coronavirus lo enfrenta al Ejército y a los gobernadores

El presidente de Brasil pierde el apoyo de sus aliados, mientras insiste en una cuarentena que solo restrinja a los grupos de riesgo en casa

Los brasileños se aíslan en sus casas para contener el coronavirus mientras el presidente brasileño Jair Bolsonaro (sin partido político propio) se aísla políticamente al insistir en darle énfasis a la economía y menos al confinamiento. Su última decisión fue eximir de la cuarentena a los cultos religiosos y casas de venta de lotería. El vicepresidente, el general Hamilton Mourão, gobernadores, alcaldes, instituciones médicas y hasta una parte de la cúpula militar de Brasil marcan cada vez más distancia con la conducta del Bolsonaro ante la crisis.

Hoy, mas del 80% de los brasileños apoyan el aislamiento. Sin embargo, en la noche del martes, Bolsonaro dijo en cadena nacional que era contrario a las medidas de aislamiento social, proponiendo que el comercio y las escuelas reabrieran sus puertas. Al día siguiente, anunció que iba a proponer el aislamiento vertical, es decir solo para grupos considerados de riesgos. La reacción fue inmediata y 26 de los 27 gobernadores advirtieron que seguirían fieles a las recomendaciones de la Organización Mundial de Salud (OMS).

Los gobernadores del sureste, la región mas rica de Brasil, y también donde hay más casos de coronavirus, fueron los primeros en arrinconar a Bolsonaro. Casi al unísono, los representantes de São Paulo, Río de Janeiro, Minas Gerais y Espíritu Santo aseguraron, en una reunión celebrada este miércoles, que preferían seguir las pautas de la OMS. “¿Es justo abandonar a los mayores a su suerte?”, dijo el jefe del Gobierno de São Paulo, João Doria. El resto siguió la misma línea.

En una videoconferencia, Doria, del Partido de la Social Democracia Brasileña, que se eligió apoyando a Bolsonaro y ahora es su adversario político, provocó a Bolsonaro. “Presidente: como brasileño y Gobernador le pido que tenga serenidad, calma y equilibrio. Más que nunca, necesita conducir y liderar el país”. La respuesta de Bolsonaro fue evidencia de lo lejos que está Brasil de encontrar una solución a la crisis: “Guárdese sus comentarios para [las elecciones presidenciales] 2022, cuando usted podrá destilar todo su odio y demagogia”. Doria es precandidato a presidente.

Bolsonaro perdió apoyos significativos, como Ronaldo Caiado, gobernador del Estado de Goiás, un polo de agronegocios en el centro-oeste de Brasil. Médico de formación y político veterano, Caiado fue una de los principales apoyos que tuvo Bolsonaro durante la campaña electoral. Este miércoles, sin embargo, lo atacó con dureza: “No puedo admitir que un Presidente se lave las manos y responsabilice a otras personas por la quiebra de la economía y de los empleos. No corresponde con la postura de un gobernante”, dijo.

Brasil registra este jueves 2.433 casos positivos de coronavirus y 57 muertes. Sin embargo, Bolsonaro insiste en que el sustento de las familias debe preservarse por sobre la salud pública. “Tenemos que volver a la normalidad. Unas pocas autoridades estatales y municipales tienen que abandonar el concepto de tragedia y reactivar el transporte y el comercio y terminar con el confinamiento masivo”, dijo Bolsonaro.

Entidades municipales y representantes de la clase médica calificaron el discurso de equivocado. “Una postura irresponsable, asentada en convicciones sin base científica, que siembran la discordia e incluso la convulsión social, y compromete las relaciones federativas”, se puede leer en un fragmento del comunicado del Frente Nacional de Alcaldes. “Si su intención era calmar, la reacción de la sociedad demuestra que no alcanzó su objetivo”, afirmó el presidente de la Asociación Paulista de Medicina, José Luiz Gomes do Amaral.

Bolsonaro se vio desautorizado incluso por su vicepresidente. “Puede que [Bolsonaro] no se haya expresado de la mejor manera”, dijo el general Hamilton Mourão. Según Mourão, “la posición de nuestro Gobierno, de momento, es solo una: el aislamiento y el distanciamiento social”. Es la misma línea que venía siguiendo el ministro de Sanidad, Luiz Henrique Mandetta.

A lo largo del día, llegó a circular en Brasilia que el ministro, un médico que ya fue secretario de Sanidad y diputado federal, podría dimitir o ser destituido. El mismo Mandetta negó el rumor.

Por si los recados de la clase política no fueran suficientes, Bolsonaro también tuvo que escuchar las quejas del poder económico. En una entrevista al diario brasileño O Globo, el presidente de Itaú, el mayor banco brasileño, Candido Bracher, dijo que echaba de menos a un administrador de crisis en el Ejecutivo, «a alguien que coordine todos los esfuerzos del Gobierno y pueda administrar el variado arsenal de medidas para combatir la crisis”.

Desde los cuarteles, el discurso se produjo antes que el de Bolsonaro. Mientras el presidente minimizaba los efectos sanitarios de la covid-19, el comandante del Ejército, el general Edson Leal Pujol, trataba la lucha contra la enfermedad como uno de los desafíos más grandes de la institución. “Una de nuestras responsabilidades con la nación en estos momentos de crisis es que nuestra tropa debe mantener su capacidad operativa para hacer frente al reto y marcar la diferencia. Quizá sea la misión más importante de nuestra generación”, dijo en un vídeo divulgado en el canal del Ejército en YouTube horas antes del mensaje del presidente.

Maia cierra las puertas al impeachment

En el Congreso Nacional crece la presión por el impeachment a Bolsonaro. Cuatro parlamentarios que suelen coincidir con los ideales bolsonaristas en el Legislativo relataron, de manera reservada a EL PAÍS, que el presidente está más preocupado con su campaña de reelección, en el lejano 2022, que con la salud de la población. “Ganó con un fuerte apoyo del empresariado. El PIB de 2019 aumentó un 1,1%. Este año habrá recesión. Si no logra mejorar la economía, pierde apoyos”, afirmó un parlamentario.

Para estos legisladores, Bolsonaro reaccionó anticipadamente a las consecuencias económicas de la crisis, cuya gravedad dependerá de cuánto dure el lockdown (cierre). “Todo el mundo sabe que Brasil no es Europa. Que nuestra economía no aguanta 90 días parada. Pero aún era pronto para dar un discurso económico. Todavía faltan algunas semanas para que lleguemos al pico de casos”, dijo otro parlamentario. “Lo mejor habría sido que Bolsonaro esperara un poco para demostrar esa preocupación económica. Hablar ahora ha demostrado insensibilidad”, completó.

Los movimientos del presidente hacen que, aunque de forma tímida, empiecen a tomar fuerza en Brasilia grupos que defienden el impeachment. Al menos siete peticiones han sido registradas en la Cámara de Diputados. Con todo, no hay un sostén político capaz de dar curso a los pedidos, al menos por el momento. “No hay motivo de impeachment”, zanjó el presidente de la Cámara, Rodrigo Maia, que es quien tiene el poder legal de hacer un pedido de destitución en el Parlamento. “Por más que yo considere que el Presidente esté cometiendo delitos contra la salud pública, tenemos que cuidar una crisis por vez”, dijo el líder derechista.

 

 

 

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