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La Habana amanece sin transporte

Retrasos en los vehículos para trabajadores esenciales y confusión entre quienes pretenden viajar en esta primera jornada de parálisis

Son las nueve de la mañana y la enfermera, con su impecable uniforme blanco, aguarda desde las seis y media un transporte que la lleve a su trabajo en el hospital.

«Esto está malísimo hoy. Yo estoy en esta parada tratando de llegar al hospital, pero nada», cuenta mientras espera apostada en la avenida Boyeros. A pesar de ser una de las personas cuyo traslado está priorizado, no cabe duda de que hoy llegará tarde a su tarea.

«El asunto es que el domingo no se coordinó nada y este lunes no sabíamos cómo hacer. Espero que esto mejore», dice. A los pocos minutos ve una ambulancia y le hace señas con la esperanza de que pare y la lleve a su destino o, al menos, la deje cerca, pero el vehículo va a otra dirección y se marcha sin poder llevarla.

El pasado jueves, las autoridades anunciaron el cierre del transporte público urbano para frenar los contagios del coronavirus, que ya se producen en Cuba de manera comunitaria. El ministro del Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, indicó que solo los trabajadores de actividades priorizadas podrían acceder a los vehículos a través de un mecanismo de identificación pero la primera jornada no ha funcionado bien.

Algunos, como Luis Cañizares, que esperaba a pocos metros de la enfermera, parecían no haber entendido bien la medida. «Yo vivo con mi madre, pero cuido a mi tía que está muy enferma y vive sola en Playa. Desde aquí es imposible ir directo así que debo llegar primero a El Vedado, pero no ha pasado nada. En la televisión lo advirtieron pero nunca pensé que fuera tan general», cuenta a 14ymedio este vecino de Plaza de la Revolución. «Lo que pasa es que ella me necesita porque está muy mayor y enferma y no puede salir a hacer sus compras», insiste.

Después de casi tres horas de espera, la enfermera consigue subir a un ómnibus de la línea Transmetro que presta servicio a un hospital y se detiene para recogerla. Aunque Cañizares insiste al chófer en su intención de viajar, éste le explica que solo está permitido recoger al personal sanitario que se identifique.

«Después dicen que solidaridad, pero no le costaba nada llevarme. La guagua estaba vacía, apenas había unas cinco personas. No entiendo por qué paralizarlo todo así de esta manera, hay personas que necesitan moverse y La Habana es una ciudad grande», protesta.

 

Calma en la primera jornada con ómnibus solo para trabajadores esenciales en parada de Boyeros y Tulipán. (14ymedio)
Calma en la primera jornada con ómnibus solo para trabajadores esenciales en parada de Boyeros y Tulipán. (14ymedio)

 

Además del transporte urbano e interurbano, tanto público como privado, las autoridades también han suspendido el apoyo de vehículos estatales en las paradas que regía desde que el pasado septiembre se les conminó a contribuir a la carga de pasajeros de los ómnibus en el contexto de crisis que el Gobierno definió como «situación coyuntural».

El ministro del Transporte recordó este lunes en Granma que las medidas no afectan a los vehículos privados, que pueden seguir circulando para «lo imprescindible y sin hacinamiento». Además, detalló que también están suspendidos los servicios relacionados con la movilidad, como la instrucción de automovilismo y la gestión de pasajeros en piqueras. «La suspensión se ha realizado de oficio, de modo tal que los trabajadores no precisan realizar ningún trámite», aclaró.

En la parada de Cerro y Boyeros, una de las más concurridas de la capital, también reinaba la calma. Apenas unas cinco personas aguardaban bajo el techo de concreto evitando agarrar los rayos de sol que ya calentaban el asfalto. «Llevamos aquí dos horas y nada. Yo no puedo quedarme en la casa, debo ir a ver mi esposo al Instituto de Cardiología donde está ingresado, y aquí estoy con mi hijo que me acompaña pero no ha pasado ni un carro particular ni una guagua, nada de nada, estamos desesperados ya», dice Carmen, una habanera de 67 años.

Mayra, maestra de 43 años, también aguarda en la parada, escondida bajo un árbol se abanica mientras espera un milagro. «Creo que ya me voy caminando, llevo dos horas en esta parada esperando algo que me saque de aquí y ya es por gusto». Aunque las escuelas cerraron, Mayra debe hacer guardia en su centro de enseñanza, pero el transporte que debería tener garantizado no pasa. «Yo no salgo más a una guardia si no me van a buscar a mi casa», dice molesta, mientras se marcha caminando bajo el sol.

En el hospital Fajardo todavía se engrasa la maquinaria para mover a su personal de salud cada día. «Nos han puesto tres guaguas y tres taxis fijo para nosotros pero aún se están ajustando los itinerarios», asegura a este diario un empleado del centro de salud que prefirió el anonimato.

El ministro de Transporte ya advirtió que cada día se irán haciendo «acomodos» para evitar que se vean perjudicadas las actividades esenciales que se deben realizar cada día. No queda otra opción si quiere evitar que haya médicos llegando con horas de retraso a los hospitales. Y en medio de una pandemia.

 

 

 

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