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La Habana sí está involucrada en la invasión rusa de Ucrania y estas son las pruebas

'Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania', afirma el MINREX. Pero los hechos de año y medio dicen otra cosa.

El ministro de las FAR de Cuba y su homólogo ruso, Serguéi Shoigú, en Moscú.
El ministro de las FAR de Cuba y su homólogo ruso, Serguéi Shoigú, en Moscú. MINISTERIO DE DEFENSA DE RUSIA / FACEBOOK

 

 

Cuando comenzó la invasión de Rusia contra Ucrania, el 24 de febrero de 2022, los televidentes cubanos que no leen Granma o Cubadebate ni ven el Noticiero Estelar se enteraron de la carnicería que acontecía en Europa cuando sintonizaron Tele Rebelde, «El canal de los deportes en Cuba», y notaron algo extraño durante la transmisión de los partidos de la Liga de Fútbol española.

Porque mientras jugaba el Barcelona o el Real Madrid, los equipos con más seguidores en la Isla, en la parte superior izquierda de la pantalla, junto al marcador del partido,una banda oscura cubría el mensaje «No a la invasión» y luego la bandera de Ucrania, que la transmisión original colocaba en cada enfrentamiento en solidaridad con la causa de los agredidos.

El canal oficial, controlado como el resto de los medios de comunicación por el Partido Comunista de Cuba (PCC), primero cubrió el cartel de condena con el nombre del canal, y posteriormente con un retoque de color negro, algo que no pasó desapercibido para los habitantes de la Isla.

Varios televidentes y usuarios en redes sociales criticaron la censura y la calificaron de «vergonzosa». «Además de lo penoso me imagino que sea ilegal», escribió Rafa en Twitter, mientras que otros denunciaron el mutismo de los narradores deportivos cubanos que se ocupaban de la descripción de los choques, al ignorar los minutos de silencio y gestos en apoyo a Kiev de los jugadores.

Los cubanos saben que algo así no es festinado. El Departamento Ideológico del Comité Central del PCC, que administra la prensa, la radio y la televisión oficiales (las únicas legales en Cuba) decide los contenidos de esos medios, sobre todo en lo tocante a las relaciones internacionales. Por eso allí no escucharás nunca contar cómo viven realmente los habitantes de Corea del Norte o que el dictador Daniel Ortega prohíbe ONG y cierra universidades en Nicaragua.

En abril de 2022, a más de dos meses de iniciada la invasión, los cubanos se percataron de que el sitio oficial de noticias de Kiev, Ukrinform, una de las principales fuentes de información sobre Ucrania, fundada en 1918,estaba bloqueado en la Isla.

Paradójicamente, semanas antes la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) calificó de «violación de derechos consagrados» la decisión europea de bloquear a los medios estatales rusos Russia Today (RT) y Sputnik, acusados de desinformar sobre la guerra en Ucrania y sometidos a sanciones de Occidente.

«La misma UPEC que se rasgó las vestiduras ante la censura de medios rusos en Europa y los Estados Unidos tal vez no se ha enterado, creo yo, de la censura, en Cuba, de la principal agencia informativa ucraniana. Para Ucrania y sus medios no hay solidaridad de la UPEC», subrayó el profesor y politólogo cubano Alexei Padilla Herrera en su muro de Facebook.

Pese a ello, la UPEC reivindicó en una declaración la libertad de expresión frente a lo que calificó de «relato único» de Washington. En un texto, titulado «La desinformación es crimen de lesa cultura», la organización del periodismo oficialista indicó que «desconectar a Rusia de las plataformas comunicacionales del mundo, prohibir sus medios informativos, condenar periodistas por no sumarse a la rusofobia desatada, es cuando menos una violación de derechos consagrados».

Para entonces era evidente que algo no andaba bien en la presunta lógica del régimen cubano: pese a su supuesta neutralidad después de apoyar abiertamente la invasión, su aparato de propaganda promovía, como hace hasta hoy, la narrativa de Moscú sobre la guerra.

Los medios que difunden información en Cuba sobre los acontecimientos de Ucrania son, por ello, Russia Today en español, Telesur y Sputnik, medios cuyos reportes son reproducidos al calco en GranmaCubadebate y demás. En tales medios, la versión de los hechos de Kiev es lo que menos interesa.

Mientras eso sucedía, La Habana se pronunciaba en organismos multilaterales a favor de la paz, por la solución negociada del asunto y aseguraba su neutralidad ante él, se abstenía en dos votaciones en la ONU sobre el conflicto, y lo denominaba «operación militar especial» de Moscú, siguiendo la desinformación del Kremlin.

Pero, al mismo tiempo, el Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) cubanoemitía una declaración según la cual «Rusia tiene derecho a defenderse».

En reacción, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucraniaenvió una nota diplomática de protesta. En un tuit publicado en tres idiomas, Emine Dzheppar, viceministra de la cartera en ese país europeo, expresó una «fuerte protesta por las declaraciones del Gobierno de Cuba en apoyo a la agresión de Rusia contra Ucrania» y llamó a La Habana a «instar a Rusia a poner fin a esta agresión».

Pero no todas las evidencias existentes del abierto apoyo del régimen de Cuba a la invasión rusa del país vecino derivan del espacio simbólico. A solo horas del inicio del conflicto, el activista Pablo Enrique Delgado Hernández se personó en la sede diplomática de Kiev en La Habana para entregar un ramo de flores en solidaridad con el pueblo de ese país.

En su perfil de Twitter denunció luego que, desde su llegada al lugar, los agentes de la empresa estatal SEPSA, que atienden la seguridad de las sedes diplomáticas, le impidieron moverse.

«La diplomática Iryna Bylik tuvo que hacer acto de presencia, pues no me permitían colgar (ni en la cerca, ni poner en el suelo, incluso ni en un árbol frente a la sede) un pequeño ramo de rosas que llevaba como muestra de mi solidaridad», añadió.

Tras estos hechos, Delgado Hernández fue arrestado por la Seguridad del Estado, conducido a la Séptima Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) e interrogado, según denunció.

Días antes, varios activistas publicaronuna declaración abiertade solidaridad con el pueblo ucraniano, apoyada por más de 300 firmas. En ella, los firmantes se desmarcaron del régimen y condenaron «una guerra imperialista que busca desestabilizar aún más una nación que tiene derecho a su autodeterminación».

En la arena internacional, puede consultarse el historial de votos de La Habana en la Asamblea General de la ONU y otros organismos multilaterales desde marzo de 2022. De hecho, el régimen cubano es uno de los pocos gobiernos que no se pronunció a favor de las principales resoluciones de condena al Kremlin en la Asamblea General de la ONU en 2022: se abstuvo de votar en marzo de ese año (exigiendo la retirada de las tropas rusas de Ucrania); en octubre (contra la anexión de las regiones ucranianas ocupadas), y en febrero de 2023 (en apoyo a una paz «integral, justa y duradera» en Ucrania).

Se opuso además a la resolución de noviembre de 2022, que establecía que Rusia debía pagar reparaciones a Ucrania por los daños causados durante la operación militar, y en abril del propio año se abstuvo, cuando el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas votó abrumadoramente a favor de extender el mandato de un panel que investiga posibles crímenes de guerra cometidos desde la invasión rusa de Ucrania.

En mayo de 2023 votó en contra de una resolución de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en apoyo del sistema sanitario ucraniano y de condena a los ataques contra instalaciones de salud de ese país por Rusia.

Todo lo anterior mientras Miguel Díaz-Canel, Manuel Marrero, el general de Cuerpo de Ejército Álvaro López Miera, ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR); el ministro del Interior, general Lázaro Alberto Álvarez Casas; así como casi todos los demás ministros, viajaban a Moscú, firmaban acuerdos estratégicos con el Kremlin, y recibían en La Habana al canciller ruso Sergei Lavrov y al oscuro Nicolai Pátrushev, secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, así como al buque de guerra Perekop, de la Marina rusa.

Pese a todo lo anterior,el MINREX aseguró a inicios de este mes que «Cuba no forma parte del conflicto bélico en Ucrania». Ello, después que se hiciera pública la presencia decientos de cubanos contratados como mercenariospor las Fuerzas Armadas de Rusia, después de ser captados y reclutados a través de las redes sociales en la Isla, bajo la promesa de conseguir residencia en ese país y de recibir un sueldo inimaginable para un cubano simple.

Laexplicación cantinflesca de La Habana no ha sido otra que responsabilizar de ese reclutamiento masivo a una red de «trata de personas», todos cubanos, a los que las autoridades aseguraron luego que habían arrestado y estaban procesando penalmente.

Pero todo lo anterior pone en entredicho cualquier posibilidad de que el régimen cubano se presente como un actor al margen del conflicto que se libra en Europa. Ya sea con intención o por omisión, el repentino flujo de hombres cubanos con pasajes pagados desde Rusia, viajando en grupos entre julio y agosto últimos como turistas, muchos de ellos con pasaportes recién emitidos, no pudo pasar desapercibido para las autoridades.

No obstante, si todo lo anterior no fuera suficiente, basten las palabras de Oleksander Merezhko, presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento de Ucrania, quienescribió en Twitter a raíz delas declaracionesdel embajador de La Habana en Moscú aprobando la presencia de mercenarios de la Isla a las órdenes del Kremlin: «El régimen cubano no está contra la participación de sus ciudadanos en la guerra criminal de agresión de Rusia contra Ucrania. Significa que la apoya. Después de esta declaración, los Estados democráticos deben romper relaciones diplomáticas con Cuba».

 

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