La inflación venezolana entra en una ‘espiral de muerte’ y se ubica en 615%
La inflación en Venezuela durante los últimos 12 meses se ubica en 615 por ciento, dijo el martes el economista estadounidense Steve H. Hanke, al advertir que la economía del país ya ingresó “en una espiral de la muerte”.
Hanke, una respetada autoridad en política monetaria que ha asesorado a distintos países de América Latina y Europa, advirtió que las medidas adoptadas por el régimen de Nicolás Maduro en los últimos meses para encarar la crisis económica solo han servido para exacerbarla, lo que ha conducido a una perversa dinámica que está acelerando aún más la que ya es la mayor inflación del mundo.
“La economía está en una espiral de la muerte, pasa de una situación mala a una situación cada vez peor. Todo lo que han intentado hacer para corregir solamente ha empeorado la cosa”, advirtió Hanke, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore.
“La inflación implícita, que yo la estoy calculando todos los días, es de 615 por ciento. Esa es la verdadera inflación de Venezuela”, señaló en una entrevista telefónica el autor del libro Juntas Monetarias Para Países en Desarrollo, Dinero Inflación y Estabilidad Económica, publicado recientemente.
El cálculo de inflación de Hanke toma en cuenta la tasa de depreciación del bolívar en el mercado paralelo para medir el verdadero estado de los precios en una economía altamente distorsionada por los controles estatales.
Según Hanke, la fórmula de cálculo que él utiliza para medir la inflación venezolana, basada la teoría sobre la paridad del poder adquisitivo, brinda una lectura mucho más veraz que la que solía aportar el régimen bolivariano cuando anunciaba las fluctuaciones de su Indice de Precios al Consumidor.
Hanke, quien también calcula el Indice de Miseria para la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist, explicó que la brecha entre la tasa de inflación real y la oficial se debe a los instrumentos de control de precio impuestos por el régimen de Maduro.
Debido a ello, los precios de productos utilizados para calcular la inflación son “artificialmente bajos”, produciendo un efecto llamado por los economistas como “inflación suprimida”.
En cambio, el uso de la teoría sobre la paridad del poder adquisitivo suministra una metodología veraz para estimar la tasa de inflación en países con grandes distorsiones.
La fórmula ha sido utilizada con éxito para calcular la verdadera inflación en economías sofocadas por un elevado nivel de controles estatales, dijo el profesor quien asesoró a distintas naciones de Europa del Este en sus procesos de transición hacia el libre mercado.
Hanke conoce muy bien el comportamiento de la economía venezolana. Fue asesor durante el segundo gobierno del ex presidente venezolano Rafael Caldera, cuando éste comenzó a considerar la posibilidad de aplicar una reforma monetaria a fin de corregir las distorsiones que venía acumulando la economía.
Sin embargo, Caldera no llegó a aplicar las reformas y las distorsiones se dispararon durante el gobierno del fallecido Hugo Chávez para luego agravarse aún más bajo Maduro, quien ahora sostiene las riendas de un país que avanza rápidamente hacia la hiperinflación.
El régimen bolivariano, que actualmente tiene ya varios meses sin brindar datos de inflación, había anunciado que Venezuela había cerrado el 2014 con una tasa de 68.5 por ciento, que para ese entonces era la más alta del planeta.
Esa lectura, sin embargo, era mucho más baja que la tasa que realmente padecieron los venezolanos, que según los cálculos del profesor pudo haber sido tres veces más alta.
Hanke, cuyo libro precisamente presenta un recetario sobre cómo tratar los graves problemas monetarios de países como Venezuela, advirtió que el deterioro de la economía ha estado cobrando velocidad en los últimos tiempos.
Ese deterioro se está viendo reflejado en la velocidad con que el bolívar ha estado perdiendo su valor en el mercado paralelo, con un dólar que duplica su valor frente a la moneda nacional cada tres meses.
El martes, el bolívar cerró con una cotización de 542.78 por dólar, tres veces mayor que el nivel de 170 bolívares con que el dólar inició el año.