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La Liga y el Movimiento 5 Estrellas se disputan el derecho a gobernar Italia

El líder de la Liga, Matteo Salvini, antes de la conferencia de prensa este lunes 5 de marzo en Milán.  STEFANO RELLANDINI (REUTERS) | VÍDEO: EPV/QUALITY

La Liga y el Movimiento 5 Estrellas están eufóricos. Matteo Salvini, líder de La Liga, un partido que en las últimas elecciones no pasó del 4,1% de los votos y que se encontraba en la ruina moral y económica, ha obtenido el mejor resultado de su historia (casi un 18%) y liderará la coalición de centroderecha. Esta mañana, en sus primeras palabras, ha reivindicado su derecho a gobernar Italia. No es el único. Luigi di Maio, candidato a primer ministro del Movimiento 5 Estrellas, el partido más votado con el 32% de los votos, también se ha presentado como «vencedor absoluto» y ha informado de que está abierto a negociar con otros partidos ante la ausencia de una mayoría.

«Estamos abiertos a la negociación con todas las fuerzas políticas», ha dicho Di Maio. Salvini, por su parte, ha descartado una alianza con el Movimiento 5 Estrellas, con quienes comparten su recelo hacia la Unión Europea. «No cambio de equipo a medio partido. Tenemos el derecho y el deber de gobernar los próximos años. No vamos a hacer coaliciones extrañas. Es la coalición que ha ganado y la que podrá gobernar. No veo la hora de empezar”, ha añadido.

El líder de La Liga hizo gala de sus cualidades antiestablishment. Criticó a los medios de comunicación, a los bancos, a la Unión Europea y se deshizo en cariñosos elogios hacia Marine Le Pen, líder del Front Nacional francés. ¿Antieuropeísta?, le preguntaron. «Ahora escucharemos que suba la prima de riesgo, Berlín, Bruselas… Pero en Italia deciden los italianos. Los mercados no tienen nada que temer. Al contrario, aquí pagarán menos tasas y será un paraíso para quien quiera montar empresas».

Italia acudió este domingo a votar amenazada por la ingobernabilidad y se acostó todavía más inquieta. Tras España y Alemania, el país de los 64 Gobiernos en 70 años sufre las consecuencias del fin del bipartidismo y del clarísimo avance de las fuerzas radicales. Los primeros resultados señalan que nadie logrará una mayoría por si solo. El Movimiento 5 Estrellas crece de manera espectacular, pero la coalición de centroderecha, con una Liga que logra el sorpasso a Forza Italia, se adelantaría sin lograr los asientos necesarios. Se abre un complejo escenario, el menos deseado por la UE, en el que las opciones moderadas se derrumban en la tercera economía de la zona euro.

Unos 46 millones de italianos estaban llamados a resolver un entuerto que las encuestas llevaban pronosticando durante semanas. Han votado en torno al 73% de los electores, casi dos puntos por debajo de la asistencia registrada hace cinco años. Y la opción de protesta, el mensaje contra el establishment y los posibles arreglos poselectorales han triunfado en Italia. El recuento de casi 90% de los votos confirma el derrumbe de las fuerzas de centro -Forza Italia Y PD- y una complicada situación de bloqueo.

El Movimiento 5 Estrellas es el partido ganador de las elecciones con un gran resultado (más del 32%), pero no será capaz de llegar a la mayoría necesaria por sí solo. Las proyecciones le conceden unos 230 escaños, cuando la mayoría absoluta se sitúa en 316. La coalición de centroderecha superaría en más de seis puntos a los grillini, pero su resultado (unos 250 escaños según las proyecciones) tampoco ayudaría a desbloquear la contienda y debería buscar más socios si quiere sacar adelante un proyecto en el que ha habido cambios muy significativos.

El primero: La Liga de Matteo Salvini da la sorpresa y obtiene unas cifras históricas con las que supera a Forza Italia en el seno del centroderecha. El líder xenófobo y euroescéptico se convierte en la referencia del bloque con más asientos en las dos cámaras. El espectacular resultado le permitiría, entre otras cosas, formar un gobierno con el M5S, la opción que más inquieta a la Unión Europea y a los mercados. Ambos partidos, y esa esa la segunda gran novedad, sumarían en ambas cámaras la mayoría necesaria para gobernar Italia. El Partido Democrático, se derrumba con un 19% de los votos (un 23% si se suma a sus coaligados), pero todavía podría ser clave para cualquier solución. Algunos de sus representantes, sin embargo, ya han anunciado que el fracaso les conduciría a la oposición.

Las dos fuerzas más destacadas ayer —Movimiento 5 Estrellas y Centroderecha— tenían la calculadora en el sur del país. Ahí se decidía realmente la contienda. El norte se daba por asegurado en las filas de Silvio Berlusconi y compañía, pero las regiones de Sicilia, Campania, Puglia y Lazio iban a ser la piedra Rosetta del enigma electoral italiano, el más incierto que se recuerda en un país cuya política no es precisamente sencilla de descifrar.

Pero el M5S tenía muy avanzada la conquista de ese territorio, que se ha teñido de amarillo. En Sicilia se ha llevado todos los colegios uninominales. La división norte-sur ahora también es política en Italia. Subió la participación, algo que habría beneficiado a los grillinos en mezzogiorno, que lograron lo máximo a lo que podían aspirar: frenar al centroderecha y obtener un resultado histórico que le permitirá llevar la voz cantante en el escenario de los pactos poselectorales.

Pero la fuerza con más votos sigue siendo la del centroderecha, en plena lucha interna por el liderazgo del artefacto entre Matteo Salvini y Berlusconi —en el avance del recuento, la Liga (18,6%) supera en cinco puntos a su aliado (13,5%)—. Pero la suma de las cifras de Forza Italia, la ultraderecha populista de la Liga y Hermanos de Italia no alcanzaría para gobernar. De modo que se abrirán diversos escenarios, incluido el que la propia coalición pesque en el caladero de otros grupos para alcanzar una base suficiente.

Desde que las encuestas dejaron de publicarse hace dos semanas, los números hablaban de un complicado rompecabezas en tres bloques: el centroderecha, el centroizquierda y el M5S. La gravedad del asunto y la prisa en solucionarlo, en cualquier caso, la marcarán ahora los mercados y una prima de riesgo que empezará a morder si el bloqueo no se solventa. El presidente de la República, Sergio Mattarella, y las instituciones ya trabajan en un escenario de consultas y pactos para evitar el caos. Los mercados, por supuesto, hubieran preferido una gran coalición entre el centroizquierda —el Partido Democrático (PD) de Matteo Renzi y +Europa de Emma Bonino— y Forza Italia, un artefacto político parecido al que ayer recibió luz verde en Alemania. Pero ya no será posible. El desplome del PD en las primeras proyecciones (cerca de un 20% de votos, cinco puntos menos que en 2013) y la debilidad de Berlusconi no aportan cifras de mayoría. Pero en el Quirinale se barajaban ya otras dos soluciones de emergencia que contemplaban un gran resultado del M5S.

El partido fundado por Beppe Grillo debería hacer sacrificios si quiere formar parte de un Ejecutivo. El más claro, renunciar a su promesa de no entrar en alianzas de gobierno. En el seno del M5S se ha hablado del tema toda la semana. Los números nunca le dieron una mayoría. Y una posibilidad evidente sería formar un Ejecutivo con el PD de Renzi y la izquierda de Libres e Iguales, pero las primeras voces de los socialdemócratas descartaban anoche esa idea.

En 2013, el entonces secretario general del PD, Pier Luigi Bersani, ya buscó un pacto con el M5S, el famoso Gobierno de cambio que le costó el puesto, pese a haber obtenido un buen resultado (24,5%). Para Renzi, sin embargo, sería una partida complicada, la negación de todo lo que ha prometido hasta ahora de no pactar con “los extremistas”. Una alianza que podría fagocitar definitivamente al PD.

La otra opción, la que inquieta más a los mercados y a la UE y que cogía cuerpo a medida que avanzaban las proyecciones, llevaría a decantarse por la Liga (que en las últimas elecciones llegó solo al 4,1% y ahora rondaría el 18,6%) y su socio pequeño, los posfascistas Hermanos de Italia. Una combinación que entusiasma a personajes como Steve Bannon, el exasesor del presidente de EE UU, Donald Trump, que se encuentra estos días en Roma como hincha de las opciones más populistas (dicho por él mismo).

La militancia del M5S no vería bien los pactos. Pero el partido liderado por Luigi di Maio no permite a sus representantes presentarse más de dos legislaturas, una norma que afecta al propio candidato a primer ministro, que afronta ahora su segundo encargo. Si no hubiera gobierno y tuvieran que repetirse las elecciones, no podría volver a presentarse, dato que podría ayudarle a reconsiderar algunas de sus promesas. Alessandro di Battista, uno de los grandes exponentes de la formación, advirtió el precio: “Es un triunfo, una apoteosis. Ahora todos tendrán que hablar con nosotros”.

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