La mitad de los adolescentes argentinos no comprende textos básicos
La guerra entre el Gobierno argentino y los maestros de la educación pública, que tiene a cuatro millones de niños sin clase desde hace más de dos semanas, ha entrado en una nueva dimensión. Mauricio Macri ha decidido utilizar la artillería pesada y ha hecho público en plena huelga un informe demoledor con datos que él mismo definió como «dolorosos»: el 46,4% de los estudiantes de 5° y 6° año del secundario (adolescentes de 16 y 17 años) no comprende un texto básico y el 70,2% no puede resolver problemas matemáticos sencillos. Entre los niños de primaria, el porcentaje de fallos en la comprensión de textos subió hasta el 33,2%. Los datos son mucho mejores en la educación privada, lo que según el Gobierno muestra la enorme inequidad de la sociedad argentina.
La educación pública argentina, que fue un modelo mundial -este país acabó con el analfabetismo antes que España- sufre un lento deterioro que hace que la clase media que puede permitírselo se vaya a la privada. Los maestros aseguran que para luchar contra este hundimiento necesitan salarios dignos, y por eso hacen esta huelga. El Gobierno contesta que con paros como este, habituales en los últimos 15 años, cada vez más padres desesperados deciden ir a la escuela privada, con lo que se profundiza el problema. El conflicto sigue sin resolver pero los datos del Gobierno, en un informe elaborado en octubre con un millón de alumnos de primaria y secundaria llamado Aprender 2016, coinciden con lo que venía diciendo el estudio PISA y hablan de un sistema educativo destrozado a pesar de las fuertes inversiones que se hicieron en los últimos años.
Macri compareció el mismo día en que se iniciaba una nueva huelga nacional docente de 48 horas, la segunda en una semana. No dijo una palabra sobre el paro, pero era evidente que el informe era su respuesta. El presidente parece decidido a dar la batalla contra los maestros hasta el final, y fuentes de su entorno insisten en que considera imprescindible no ceder ahora para mostrar que controla políticamente la situación. Los sindicatos ya habían rechazado en octubre esta prueba porque pensaban que el Gobierno la usaría como arma para endilgar a los maestros la responsabilidad del fracaso en las aulas.
El modelo educativo argentino está en crisis, nadie duda eso, aunque hay diferencias radicales sobre cuál es el mejor camino para resolverla. Macri prepara una plan educativo que pretende cambiar de raíz el sistema actual, y ayer utilizó los resultados de la prueba para alentar ese proyecto. “Cuatro de cada diez chicos de sexto grado de la escuela pública no comprende textos, pero en la privada son dos de cada diez”, dijo. “Eso marca la inequidad entre aquel que puede ir a una escuela privada contra aquel que tiene que caer en la escuela pública. Es doloroso, pero tiene solución, se puede mejorar y vamos a mejorar”, dijo el presidente desde la residencia de Olivos, donde presentó los resultados de la prueba lejos de la Casa Rosada, epicentro de las protestas de los maestros en huelga.
El gobierno afronta desde hace más de dos semanas un pulso con los maestros de todo el país, que exigen la apertura de una discusión salarial nacional que sirva de piso de las subidas en las provincias. Pero como la paritaria nacional no se abrió, los gremios iniciaron discusiones por distrito y con resultados dispares. La madre de todas las batallas la libra la provincia de Buenos Aires, donde concurren a clase el 40% de los alumnos de todo el país. La gobernadora María Eugenia Vidal ofreció a los gremios 18% de aumento, lejos del 35% que exigen los sindicatos para recuperar parte del golpe que supuso para los salarios una inflación del 40% en 2016.
Las negociaciones han impedido el inicio de las clases en toda la provincia. Vidal, con el apoyo explícito de Macri, decidió no ceder al reclamo, por considerar que oculta el interés del kirchnerismo de desestabilizar al Gobierno en un año electoral. La estrategia fue apuntar todos los ataques contra Roberto Baradel, al frente del sindicato más grande, Suteba, y declarado kirchnerista.
Macri optó ahora por utilizar la prueba Aprender como argumento velado contra los maestros. La estrategia fue un golpe certero al corazón del conflicto docente, sobre todo porque toca los fundamentos del modelo educativo que impulsa el Gobierno, basado en las evaluaciones de maestros y alumnos como evidencia del éxito o fracaso escolar. El resultado del último estudio PISA, realizado por la OCDE y única herramienta disponible para hacer comparaciones globales, mostró que mientras los países de América Latina mejoraron, Argentina se estancó. Macri decidió entonces hacer su propia evaluación en octubre sobre un millón de alumnos en 31.300 escuelas públicas y privadas de primaria y secundaria. Su intención fue “diagnosticar” al sistema educativo “y a partir de ahí avanzar”. Pero Aprender, como lo llamó el Gobierno, enfrentó la resistencia de los sindicatos de maestros y muchos padres que decidieron no mandar a sus hijos a las pruebas.
Aprender no es la primera prueba educativa que realiza Argentina. El kirchnerismo realizó evaluaciones de nivel en forma trianual, pero siempre se guardó los resultados con el argumento de que “estigmatizaban” a los alumnos y a las escuelas más pobres. Y cuando Macri llegó al poder el 10 de diciembre de 2015 prometió cambiarlo todo, incluso la educación. Siempre negó que esté en sus planes atacar la educación pública y gratuita, un valor que está en el ADN de los argentinos. Pero los sindicatos no le creen y en el fondo de la crisis actual por los salarios se encuentra esa batalla silenciosa.
La apuesta del presidente es lo que ha llamado Plan Maestro, una reforma educativa que debe discutir el Congreso. El proyecto suma horas diarias de clase (la mayoría de los colegios públicos en Argentina tienen jornada simple), promueve a los profesores bilingües, fomenta el uso de la tecnología y, sobre todo, cambia los criterios de evaluación docente. “Tenemos que animarnos a cambiar y revolucionar la capacitación docente y fomentar la evaluación permanente”, dijo Macri. La posibilidad de que su trabajo esté bajo escrutinio constante ha puesto en pie de guerra a los maestros, que ven en ello una herramienta de presión. El presidente podrá resolver la cuestión salarial con los maestros, pero sin duda le esperan nuevas batallas.