Después de una semana de un congreso con más de mil delegados, las Farc salieron convertidas en la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc), un partido de izquierda que aspira a llegar al poder representando el colombiano del común.
La Silla Vacía consultó a los estrategas políticos Carlos Suárez, Camilo Rojas y Francisco Miranda para analizar el nuevo partido bajo los parámetros que ellos usan para entender el punto de arranque de los partidos tradicionales que asesoran.
1 – El mensaje
Durante su debut, la Farc quiso posicionarse como el partido del “hombre del común”, del colombiano trabajador que se siente excluido, marginado o maltratado y que solo necesita una oportunidad para desarrollar su potencial.
Con un mensaje populista contra el establecimiento, envió la señal de que hará campaña capitalizando el odio de clase contra “los poderosos que han gobernado y usufructuado la riqueza que producimos (¡!) los colombianos” y que “se resisten a ceder en su régimen de privilegios”.
También se refirió al “deterioro evidente del régimen existente” y su “corrupción sin límite”, un mensaje que cala justo en la semana en que EL SENADOR MUSA BESAILE CONFIESA haber pagado al entonces presidente de la Corte Suprema 2 millones de dólares para comprar un fallo a su favor.
La nueva Farc no usó el tradicional lenguaje comunista contra el capitalismo, pero sí dijo que “el modelo económico imperante empobrece y hace más precaria nuestra vida y existencia diaria, produce una crisis moral y de valores que destruye los principios básicos de la organización social”.
Sin embargo, ya sea por estrategia para no radicalizar o por falta de ideas, se abstuvo de explicar cómo sería el modelo con el que quisieran reemplazarlo, más allá de defender la idea de que el Acuerdo de Paz es una oportunidad para democratizar al país y reconciliarse, que es el mismo del de los candidatos cercanos al gobierno que defienden lo negociado, y de un listado de ideales de un país más parecido a Noruega sin especificar el camino para lograrlo.
Y dejó claro que su objetivo es la conquista del poder.
Como explica Camilo Rojas, es difícil posicionar un mensaje si se tiene una mala imagen porque cualquier cosa que diga un partido o un personaje que genere más rechazo que apoyo se interpreta bajo ese filtro.
El debut político de la Farc ayudó a contrarrestar algunos elementos negativos de su imagen y a reforzar otros.
En términos generales, los ex guerrilleros hicieron un esfuerzo por ‘normalizar’ su presencia.
Hicieron el Congreso en el Centro de Convenciones Gonzálo Jiménez de Quesada, en el mismo auditorio donde el Partido Liberal y la U hacen sus convenciones (y también el Partido Comunista, pero eso no lo sabe mucha gente).
Tienen un lema que podría ser el de cualquier candidato (“un nuevo partido por un nuevo país”) y terminaron la semana con un gran concierto en la plaza de Bolívar, el lugar donde ocurren los eventos políticos del establecimiento. Mejor dicho, no podrían haber sido más convencionales.
Durante el cierre de la rueda de prensa final hubo un episodio muy diciente del momento. En la parte de las preguntas, un periodista les preguntó cómo querían que los llamáramos, dado que hasta ahora los hemos nombrado por sus alias.
Cada uno de los voceros respondió de manera diferente.
Pablo Catatumbo dijo que después de 40 años de llamarse así había adoptado su alias como su nombre y que solo le había tocado negociarlo con su mamá para que no se ofendiera por tener un apellido diferente al de ella. Pastor Alape sí recuperó su nombre original. El jefe negociador se quedó IVÁN MÁRQUEZ.
Fue un pequeño momento de humanidad de lado y lado: del periodista que les envía el mensaje de quererlos reconocer como personas que arrancan un nuevo camino; y de ellos que se ‘abren’ y hablan de su mamá y de su propia transición personal.
También es significativo el símbolo de la rosa roja que decidieron usar para su partido. La rosa roja ha sido símbolo de resistencia contra el autoritarismo desde la Edad Media y desde el siglo XIX fue adoptada como el símbolo de los partidos socialistas en todo el mundo, incluido el partido laborista inglés.
Para los colombianos que no sepan esa historia, la rosa significa amor y eso forma parte de la estrategia de combatir el miedo que llevan décadas inspirando.
Aunque son conscientes de la carga negativa que tiene, después de un largo debate decidieron conservar la sigla Farc derrotando la propuesta del jefe máximo, TIMOCHENKO que quería bautizarlo Nueva Colombia y solo consiguió un tercio de los votos.
El raciocinio, según le contó a La Silla Vacía una buena fuente, fue que con este nombre o con cualquiera igual iban a cargar con el estigma y que por lo menos la sigla Farc ya contaba con un nivel de reconocimiento que –si se le cree a las encuestas que les dan un 12 por ciento de respaldo- es nada despreciable para arrancar, considerando el que tienen los partidos tradicionales y los crímenes cometidos por las Farc en el pasado.
Parte de conservar el nombre responde también a que los exguerrilleros no quieren renunciar a su historia ni se sienten avergonzados de ella.
Por el contrario, sienten, según dijeron en su comunicado final, que hacen “parte de esa potencia política y moral contenida en nuestro pueblo, de esa única potencia con capacidad de transformar el estado de indignación e inconformidad en que nos encontramos las gentes del común».
Esta falta de humildad reforzará en algunos sectores, que quisieran ver en la Farc verdaderos actos de contrición, la imagen negativa que ya tienen de ellos. En otros, quizás más proclives a los ideales de izquierda, puede reforzar la imagen de fuerza alternativa con verdaderas opciones de derrotar las roscas del poder.
La Farc no hizo ningún esfuerzo por dar un golpe de opinión que les ayudara a cambiar de imagen, como lo hizo el M-19 tras su reincorporación metiendo en sus listas a la Constituyente a personas simbólicas del establecimiento como el ex fundador de los Andes Mario Laserna. Sus listas a Cámara y Senado serán lideradas por los ex comandantes Pablo Catatumbo e Iván Márquez y los demás que decidan los directivos.
La Farc arranca con una estructura política de cuadros disciplinados y educados políticamente que envidiarían muchos otros partidos.
Tiene militantes en varias zonas rurales del país y también en universidades y sectores intelectuales que durante todo el gobierno de Uribe rechazaron ser asociados con las Farc, pero que ahora comienzan a mostrar sus simpatías o pertenencia abiertamente.
La Farc tiene relaciones con organizaciones sociales en los lugares donde tenía su retaguardia, que en algunos casos pertenecen a su estructura y en otros podrían movilizarse políticamente si coinciden en los objetivos.
El nuevo partido le apuesta a activar políticamente grupos que tradicionalmente se han mantenido al margen de la política electoral porque ni siquiera estaban cedulados. De hecho, los militantes que acudieron al Congreso realmente son una cara de Colombia que normalmente no se ve en el Centro de Convenciones.
“Ese país dejará de ser un sueño cuando millones de colombianos nos empeñemos en hacerlo posible. Cuando esa inmensa mayoría abstencionista se decida a actuar políticamente”, dice EL DOCUMENTO DE LANZAMIENTO del partido.
Uno de los puntos del Acuerdo es promover una cedulación masiva en estas zonas.
Las Farc llevan varios años creando una infraestructura de comunicaciones alternativas muy efectiva y creativa.
Y, lo más importante para ellos, tienen un plan a largo plazo, a diferencia de los partidos tradicionales que van de coyuntura electoral en coyuntura.
Esta es la gran incógnita que solo se resolverá cuando arranque la campaña. En todo caso, en EL LISTADO DE BIENES que entregaron las Farc se deshacen (por lo menos en el papel) de miles de millones de pesos mal habidos, de tierras, oro y ganado. El Fiscal General, NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ, ha dicho que TIENEN ESCONDIDA UNA GRAN FORTUNA, y ya se verá si se las incauta de aquí a las elecciones.
En todo caso, queda el mal sabor sobre lo poco transparentes que han sido con la información sobre la financiación de eventos como este Congreso. Cuando una periodista de La Silla le preguntó a Timochenko al respecto, él respondió «pregúntele a la CIA».
5 – La estrategia
La Farc no contó en detalle su estrategia, pero de sus comunicados se concluyen varios puntos de la que emprenderán.
Lo primero es que, como lo dijeron explícitamente, “hemos ingresado a la vida política legal porque queremos ser Gobierno o hacer parte de él”.
Su gran objetivo es el 2019, con las elecciones regionales y locales, y no el 2018, cuando esperan apoyar un “gobierno de transición” que defienda la implementación de los acuerdos.
Los jefes fueron explícitos en que su respaldo será “bajo el entendido que su fundamento puede concebirse desde una gran coalición democrática construida a partir de lineamientos compartidos y compromisos mutuos”.
Seguramente querrán participación burocrática, como la tuvo la Alianza Democrática M-19 en el gobierno de César Gaviria, en el que el ahora senador verde ANTONIO NAVARRO fue ministro de Salud.
El vocero de la Farc, Andrés París, también dijo explícitamente que buscarán influir en las circunscripciones de paz creadas para darles representación política a las zonas más azotadas por el conflicto, dándole base al temor uribista de que sean en realidad 16 curules extras camufladas para las Farc.
Las declaraciones de París confirmarían esa intención, aunque no necesariamente que eso vaya a suceder.
COMO LO HA REPORTADO LA SILLA, en zonas de su retaguardia como Caquetá, organizaciones de víctimas de las Farc (y de derecha) tienen desde ya candidatos fuertes para competir por esos espacios. En otras zonas, como en la del Pacífico, hasta parapolíticos como el ex senador Juan Carlos Martínez les tienen el ojo puesto.
Más allá de cómo se resuelva la puja por la representación política de las zonas donde tuvieron influencia las Farc, es claro que el nuevo partido quiere articularse con el movimiento social.
“Reconocemos la existencia de múltiples movimientos y procesos organizativos sociales y populares diversos… con todos ellos queremos compartir nuestra experiencia histórica de construcción de un nuevo poder social desde abajo”, dice el comunicado.
Tocará ver qué tanto el movimiento social acepta la invitación y qué tanto se subyugarán las organizaciones a la Farc ahora que no tienen el poder de intimidación. Como lo dice el líder José Santos, del movimiento afro Proceso de Comunidades Negras en EL DEBATE DE LA SILLA LLENA RESPECTO AL PARTIDO, las organizaciones verán bajo qué términos se podría dar esa alianza.