La OEA ratificó la conclusión de su auditoría que indicó que hubo fraude en las elecciones de Bolivia
La organización respondió a un tuit del ex presidente Evo Morales que se apoyaba en un estudio publicado por el diario The Washington Post
La Organización de Estados Americanos (OEA) respondió este viernes a la publicación de un artículo en The Washington Post que cuestionó los reportes de su auditoría sobre las elecciones en Bolivia y su conclusión de que se cometió fraude para que el presidente Evo Morales resultara vencedor y accediera a un cuarto mandato consecutivo.
Los investigadores estadounidenses John Curiel y Jack R. Williams publicaron un artículo en la sección “The monkey cage” de The Washington Post para informar que realizaron un estudio sobre lo ocurrido en Bolivia y denunciaron que no encontraron “ninguna evidencia de ninguna anomalía”, y eso sugiere “que no hubo irregularidades significativas”. Esta denuncia generó una gran repercusión en diversos medios internacionales el jueves y hasta el ex mandatario Evo Morales la replicó a través de su cuenta de Twitter. “Es una evidencia más del monumental robo que Mesa, Áñez, Camacho y Almagro, hicieron a todos los bolivianos”, advirtió el ex presidente de Bolivia.
Gonzalo Koncke, jefe de gabinete del Secretario General de la OEA, se hizo eco de estos cuestionamientos y publicó un comunicado en representación de la organización y del equipo que realizó la auditoría de los comicios del pasado 20 de octubre. “El artículo no es honesto, ni está basado en hechos, ni está completo. Sobre todo, no es ‘científico’. Me decepciona que se haya publicado un texto que no cumple con las normas periodísticas básicas. La OEA se mantiene firme en su trabajo y continuará denunciando todos los esfuerzos como éste para manipular la opinión pública”, señaló Koncke.
A continuación, el texto completo y traducido:
Estimados editores de The Monkey Cage,
Escribo sobre el artículo publicado en el sitio The Monkey Cage, alojado en el sitio web de The Washington Post, bajo el título “Bolivia calificó sus elecciones de octubre como fraudulentas. Nuestra investigación no encontró ninguna razón para sospechar de fraude», escrito por John Curiel y Jack R. Williams.
El mencionado artículo contiene innumerables falsedades, inexactitudes y omisiones. El artículo distorsiona a propósito el informe final de la auditoría de las elecciones en Bolivia, publicado por el Secretario General de la OEA el 4 de diciembre de 2019.
El artículo ignora el principal hallazgo del informe de auditoría de la OEA. Esos hallazgos prueban inequívocamente que hay una «manipulación intencional» de las elecciones en dos áreas.
Primero, la auditoría detectó cambios en las hojas de recuento y la falsificación de las firmas de los funcionarios electorales.
En segundo lugar, se encontró que en el procesamiento de los resultados el flujo de datos se redirigía a dos servidores ocultos y sin autorización y no controlados por el personal del Tribunal Supremo Electoral, lo que permitió manipular los datos y falsificar las hojas de recuento.
Estos hallazgos son, por supuesto, el centro del informe de auditoría de la OEA y han sido ampliamente difundidos como información básica al analizar los recientes acontecimientos en Bolivia. La Unión Europea, que desplegó un equipo de expertos para las elecciones, apoyó los hallazgos de la OEA y presentó pruebas de otras irregularidades. Es sorprendente que dos científicos – así como los editores de The Monkey Cage y The Washington Post – ignoraran esos hechos al pretender analizar el informe de auditoría de la OEA.
Además, el artículo se centra exclusivamente en, y supuestamente desafía, lo que la auditoría de la OEA considera una de las muchas pruebas de juego sucio. No vale la pena que el informe de la OEA divida metódicamente sus conclusiones en cuatro categorías en orden de relevancia:
1. La mencionada prueba de acciones deliberadas que buscaban manipular los resultados de la elección;
2. Irregularidades graves, como la falta de protección de los actos de votación y la pérdida de material sensible;
3. Un número significativo de errores; y,
4. Evidencia de juego sucio.
El informe de la auditoría de la OEA dice claramente que el análisis estadístico de los resultados es sólo una de estas pruebas.
Desafía a la razón que alguien tome una de estas pruebas, supuestamente la desafíe, ignore todas las demás y declare con orgullo que «no hay razón para sospechar de un fraude».
Desafía toda lógica que los individuos que se presentan como «científicos» y «especialistas en integridad electoral» se involucren en un análisis tan defectuoso. Los servidores ocultos, la falta de cadena de custodia, las hojas de recuento falsificadas o las inexplicables incoherencias en el número de votos emitidos, por nombrar sólo algunos de los hallazgos, no deben ser ignorados por ningún «especialista en integridad electoral».
Para que quede claro, la Secretaría General de la OEA se atiene al análisis cuantitativo contenido en el informe de la OEA, así como al resto del contenido del documento de 96 páginas, que los autores del artículo ignoran convenientemente. Acogemos con agrado un debate honesto, basado en hechos y exhaustivo sobre nuestro trabajo o metodologías. La Secretaría General de la OEA observa minuciosamente aproximadamente 11 procesos electorales nacionales cada año. Las capacidades y la experiencia de la OEA en todos los asuntos relacionados con la organización y la observación electoral son conocidas y reconocidas a nivel mundial. Publicamos todas nuestras metodologías, normas e informes, y están sujetos a escrutinio público, empezando por el de los 34 Estados miembros a los que servimos.
El artículo no es ni honesto, ni basado en hechos, ni completo. Sobre todo, no es “científico”. Me decepciona que se haya publicado un artículo que no cumple con las normas periodísticas básicas, ya que no es honesto, ni está basado en hechos, ni es exhaustivo. La OEA se mantiene firme en su trabajo y continuará denunciando todos los esfuerzos como éste para manipular la opinión pública.
Atentamente,
Gonzalo Koncke, Jefe de Gabinete del Secretario General de la OEA.