La Mesa de la Unidad Democrática no se ha presentado a la tercera ronda de conversaciones con el gobierno de Nicolás Maduro. La decisión no luce como un adiós definitivo, pero sí supone un contratiempo más en el mecanismo auspiciado por tres expresidentes iberoamericanos y un enviado del Vaticano para conjurar la crisis. Las idas y venidas de la exasperante diatriba política venezolana que un día parece que avanza, pero al siguiente retrocede.
Ha sido Jesús Torrealba, secretario de la alianza de formaciones opositoras, el encargado de confirmar una noticia que se esperaba desde finales de la pasada semana. “Sería poco sincero de nuestra parte permanecer sentados en la mesa de diálogo como si todo fuera normal, cuando el gobierno incumple los acuerdos y los niega”, explicó el dirigente en su programa de radio matutino, poco antes de asistir a una reunión con el Nuncio en Venezuela, Aldo Giordano, y el enviado del papa Francisco, monseñor Claudio María Celli.
La MUD esperó hasta la mañana de este martes para tomar la decisión. En el punto de honor de la liberación de los presos políticos apenas se han producido gestos tibios del gobierno: la salida de prisión del diputado suplente Rosmit Mantilla y el anuncio de la excarcelación del dirigente Yon Goicochea, ambos del partido Voluntad Popular, bestia negra del régimen.
El chavismo ha respondido a su contraparte remitiéndose al documento leído al final de la pasada reunión del 12 de noviembre y con algunas declaraciones que no cayeron bien dentro de la alianza opositora. En días pasados la canciller Delcy Rodríguez, uno de los delegados del gobierno, dijo que las liberaciones “de los llamados presos políticos”, como parte de acuerdos alcanzados en el diálogo, “son producto de la imaginación de los integrantes de la MUD”. “No puede la mesa decidir por las instituciones”, explicó.
Para evitar estas críticas los delegados de la oposición encargados de la gestión de las excarcelaciones han intentado involucrar a la fiscalía y a los tribunales en el proceso. Hay pocas certezas sobre esos avances. Hoy parece más importante para las partes enviar gestos de firmeza a sus seguidores antes que alcanzar consensos que suponen renuncias. El chavismo parece haber dilatado sus compromisos porque reclama que la oposición incluya en el orden del día de la Asamblea Nacional la desincorporación de tres diputados del estado de Amazonas, cuya elección fue impugnada ante el Supremo por irregularidades en el proceso. La oposición dice que cumplió al leer una comunicación suscrita por los tres parlamentarios en donde renunciaban a sus curules en virtud de los acuerdos logrados en la mesa. En la sesión del martes se plantean renovar dos de los cargos directivos del Consejo Nacional Electoral de entre una terna de 17 postulados por las universidades nacionales. Pero aún pesa para el gobierno el desacato fallado contra el Legislativo por el Supremo por incorporar a los asambleístas de Amazonas.
En medio de ese clima expectante se filtró el fin de semana una carta enviada al gobierno por el secretario de estado del Vaticano, monseñor Pietro Parolin. El contenido textual no ha sido revelado, aunque se supo que la Iglesia exigió al gobierno que cumpla cuanto antes con cuatro condiciones: ingreso de alimentos y medicinas a través de un canal humanitario, un cronograma electoral, que se reconozca a la Asamblea Nacional y se libere a los presos políticos.
Hasta el lunes la supuesta carta era una especulación sin fundamento, pero en la tarde el hombre fuerte del régimen, Diosdado Cabello, confirmó su veracidad cuando, en el transcurso de un mitin ofrecido en el oriente de Venezuela, cargó contra Parolin y le exigió que respetara la autonomía de Venezuela. “Es un irresponsable, creer que desde el Vaticano van a tutelar a Venezuela. No, señor Parolin, usted está equivocado. Cuando nosotros decimos que somos libres, que somos soberanos, es porque somos libres y soberanos absolutamente”. Un mantra que el chavismo siempre asoma cada vez que se siente presionado.