La OTAN tratará de anticipar las amenazas, incluyendo la de China
La Cumbre de Madrid consagrará una doctrina que incluya la guerra híbrida y una nueva mirada a Rusia y sus aliados
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) aprobará en la cumbre de Madrid su nueva doctrina estratégica en la que se definen las orientaciones de la principal alianza militar del planeta para afrontar los nuevos retos de seguridad. El último documento de este tipo se aprobó en 2010, cuando el mundo tenía un aspecto radicalmente distinto al que presenta en estos momentos y se creía que la principal amenaza vendría de Oriente medio y del terrorismo yihadista. En medio de la guerra de Ucrania, los estrategas de la Alianza han definido el núcleo de este nuevo concepto estratégico basándose en un entorno en el que las amenazas persistentes y los desafíos a la economía de los aliados ya no tienen límites geográficos.
Aunque el documento todavía se está elaborando y no se desvelará plenamente hasta que sea aprobado en la cumbre, mantiene los cuatro campos de acción tradicionales de la OTAN (defensa, disuasión, gestión de crisis y seguridad colectiva) pero añade uno nuevo que es la capacidad de prevenir las posibles interferencias esenciales de la economía y el funcionamiento normal de la vida de los países miembros. Y teniendo en cuenta la evolución del planeta en los últimos años y la emergencia de esas nuevas amenazas híbridas define este último elemento como prioritario y se habla por ello del concepto de ‘uno más cuatro’ (‘one plus four’, en inglés) para significar que a partir de ahora la OTAN debe ser capaz de planificar y anticipar cualquier amenaza. Incluso las que aparentan ser poco probables, puesto que la experiencia ha demostrado que pueden convertirse en reales en cualquier momento.
Desde que se aprobó el último concepto estratégico, la OTAN ha vivido cosas como la humillante retirada de Afganistán por un lado y la emergencia de una nueva amenaza en sus fronteras, con la invasión rusa primero de Crimea y ahora del resto de Ucrania. Entre un hecho y otro se ha pasado de pensar que las armas convencionales no son la mejor herramienta para determinados tipos de conflicto a volver a pensar en términos de carros de combate y de cañones autopropulsados. Y en ambos casos persiste la difusa amenaza de los ciberataques con objetivo económico que se realizan a distancia.
Putin no solo ha cambiado la situación en el entorno geográfico de Rusia sino que ha terminado con todas las teorías que daban por hecho que después de la Guerra Fría el mantenimiento de la paz sería algo automático. Y el horizonte mundial presenta además la incógnita de China, que se tenía como un actor de segunda fila en la escena internacional, comprometido esencialmente con la estabilidad, y que sin embargo se está convirtiendo en una gigantesca potencia militar con capacidad de cambiar todos los equilibrios si, por ejemplo, profundiza en su política de estrechar sus lazos con Rusia o, peor aún, si decidiera imitarla y atacar a Taiwán, isla que reclama como propia.
Los autores de este documento tienen que incluir las sensibilidades de todos los países (España, por ejemplo, insiste para que se mencione específicamente el sur del Mediterráneo), pero el peso de la opinión de la Administración norteamericana es siempre esencial en la OTAN. Y lo que quiere Joe Biden es, sobre todo, dejar claro que la OTAN sigue siendo una alianza de democracias frente a los sistemas totalitarios de todo origen y condición. Desaparecido el mundo bipolar que tenía a la Unión Soviética y el comunismo como el adversario en cierto modo predecible, las democracias siguen siendo acosadas por múltiples sistemas anti-liberales por elementos hostiles que utilizan a su vez todo tipo de combinación de amenazas híbridas.
Fin a la era de la estabilidad
Terminada la era de relativa estabilidad en Europa se pensaba que hasta Rusia podría encontrar un acomodo con la Unión Europea, según los términos del principio de beneficio mutuo que tanto predicó Alemania pensando que haciendo negocios con Putin se disiparían sus obsesiones militares. Los analistas occidentales son conscientes de que Rusia utiliza como pretexto para la invasión de Ucrania el hecho de que prácticamente todos los países que fueron satélites de Moscú durante la Guerra Fría han optado -una vez liberados- por ingresar en OTAN, lo que Rusia ha interpretado como una agresión contra su «espacio vital». Las ambiciones de Ucrania de hacer lo mismo han sido el pretexto último para lanzar la invasión de este país. De este modo, la Alianza se ha encontrado bruscamente con una guerra en sus puertas y una amenaza real contra todos los países aliados del este de Europa. La situación es tan grave que hasta dos países que se han caracterizado por su recalcitrante política de neutralidad, Suecia y Finlandia, han pedido apresuradamente su entrada en la organización, y aunque no se esperan menciones específicas a países concretos la nueva doctrina estratégica mantendrá la política de puertas abiertas y el horizonte para hacer realidad lo que ya se dejó claro en 2008 acerca de que Ucrania será un día también miembro de la OTAN.
En el documento de 2010 se daba por hecho que «el área euroatlántica está en paz y la amenaza de un ataque convencional contra el territorio de la OTAN es baja». Con su invasión de Ucrania, Putin ha dejado claro que el poder militar convencional y nuclear sigue siendo esencial y que las fronteras europeas todavía podrían ser cambiadas por la fuerza. Además, el Kremlin no basa su potencia exclusivamente en el ejército sino que hay otros campos, como el ciberespacio, en los que puede atacar a Occidente y a las economías de los países liberales. El vecindario de los aliados europeos ha pasado a ser un escenario de guerra.
Y por otro lado China ya no es ese reconocido «actor responsable» de la comunidad internacional y ha empezado a ser un factor inquietante. Su indudable progreso económico, su rápida evolución tecnológica y sus enormes necesidades de materias primas y recursos convierten a este país en un competidor directo de los aliados. En los últimos años ha procedido a la compra de puertos en todos los continentes, con lo que se ha dotado de una capacidad de intervención global que la convierte cada vez más en un actor planetario. Estados Unidos ha propiciado una alianza militar específica para el Pacífico, el acuerdo Aukus que implica a Australia y al Reino Unido, pero China es también un elemento potencialmente perturbador para Europa y aparecerá sin duda de este modo en el documento sobre la nueva doctrina estratégica de la OTAN.