¿La política exterior de los Estados Unidos o de Donald Trump?

La política exterior norteamericana ha dejado de existir como tal siendo sustituida por la política exterior del señor Trump que en muchos aspectos poco tiene que ver con los lineamientos tradicionales. En cierta manera ello es no es de extrañar toda vez que el candidato Trump en su campaña electoral anunció cuáles serían sus nuevas prioridades algunas de las cuales han causado ya un verdadero tsunami con implicaciones mundiales.

Es así como los nuevos giros están causando realineamientos que hasta hace poco no parecían factibles. En primer lugar el “abandono de Europa” fundamentado en el hecho de que las circunstancias en este 2024 no son las mismas que imperaban el 1945 cuando ocurrió el fin de la Segunda Guerra Mundial   que a su vez desembocó en la

“Guerra Fría” que en más de una oportunidad generó crisis de magnitud que parecían anunciar una nueva conflagración esta vez entre Occidente y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Uno de esos episodios fue la crisis de los misiles rusos estacionados en Cuba que enfrentó a Estados Unidos con la URSS en octubre de 1962, que estuvo a punto de desatar una conflagración mundial que para la fecha ya hubiera tenido la posibilidad de ser nuclear. Menos mal que la firmeza del presidente Kennedy y la prudencia del entonces primer ministro ruso Nikita Khruschev lograron superar aquel susto.

Fue así como durante el siguiente medio siglo el mundo se decantó entre Occidente y Oriente, cada cual con sus áreas de influencia bien definidas sin que ello evitase algunas crisis que en su momento también generaron preocupación (Hungría, Checoslovaquia, Cuba, Corea, etc.).

Al final, como es sabido, Occidente se impuso a la URSS que se derrumbó dando origen a la idea de que habíamos llegado al “fin de la historia” enmarcado en la “pax americana”.

Pero no fue así y la Rusia otrora perdidosa y humillada emergió de sus contradicciones para llegar a restituirse en lo que es hoy, bajo el liderazgo de mano dura de Vladimir Putin, que  refleja  la recuperación material que también se traduce en las ambiciones imperiales que por siglos han sido signo de la historia rusa.

Dentro de ese marco, y ya en estos últimos años, Putin ha logrado recuperar en perjuicio de Ucrania, la península de Crimea (2014) y amenazar la anexión de las provincias orientales en medio de una cruenta guerra que ya acaba de cumplir tres años. No sería extraño verlo en un futuro reclamar territorio en la vecina Moldavia o en las Repúblicas Bálticas (Estonia, Latvia y Lituania).

Es en este escenario donde el señor Putin ha iniciado la agresión a Ucrania comenzada hace justo tres años sin que hasta los momentos se perfile el triunfo de alguno de los bandos.

Hoy lo que sí se va haciendo más evidente es que la paz que se pueda lograr lo será con costosas consecuencias para Ucrania y su presidente quién a todas luces será dejado fuera del acuerdo cual ” guayabera” y ,como si fuera poco, enfrentando la dificilísima situación de tener que cancelar todo o parte de la ayuda militar y financiera que a lo largo de esta guerra le fue  entregada y ahora se le pretende cobrar, especialmente la norteamericana que de golpe cambió su condición de ayuda militar a fondo perdido a la  de préstamo con devolución  que  se concretará permitiendo que empresas norteamericanas puedan recibir el 50% de esos minerales con precios de descuento lo cual representará importante   utilidades  y capitalización bursátil a las empresas norteamericanas que tengan o incorporen actividad en esa zona.

Para cuadrar tan lucrativo negocio propuesto por el señor Trump es que el presidente Zelensky  , antiguo aliado estratégico por varios años convertido en enemigo durante algunas semanas,  hasta que por obra de algún milagro entra a  saberse que la ayuda de la OTAN la cual , entendemos, va  a fondo perdido para quienes la brindaron mas  no así para los Estados Unidos quienes según Trump entregaron esa ayuda  con cargo a oportuna devolución lo cual permitirá a algunas corporaciones mejorar su cotización en bolsa y capitalización.

Quienes esto aplauden no tienen en vista sino el provecho a corto plazo sin entender que a mediano o largo plazo Rusia hará su próxima movida y otras más hasta que europeos y norteamericanos se hayan convencido demasiado tarde.

La misma técnica quiere aplicar Mr. Trump en Gaza al anunciar su plan de reconstruir esa zona devastada y convertirla en una “Riviera Mediterránea” incluyendo el desplazamiento forzoso de sus casi dos millones de habitantes olvidando lo que pasó en 1948 al fundarse el Estado de Israel y ser necesario desplazar a la población palestina. ¡De esas lluvias vinieron estos lodos!

En lo que atañe a Venezuela las primeras semanas de la nueva administración de los Estados Unidos parecieron dar señales contradictorias al no pronunciarse sobre la renovación o no de la licencia que favorecía a la petrolera Chevron, que le permitió operar en Venezuela con Pdvsa al margen de las sanciones impuestas a otras empresas por el Departamento del Tesoro (OFAC) de Estados Unidos.

Hoy tal licencia (#41) que permitió en su momento un importante flujo de caja aprovechado por el gobierno ilegítimo ha sido revocada. No nos queda claro si ello es para ayudar a la restitución de la democracia y las libertades o una muestra de pragmatismo cuyas motivaciones no alcanzamos a desentrañar aun. Lo que sí es cierto es que a corto plazo será el pueblo el que sentirá el mayor impacto negativo. ¡Todo sea por un mañana mejor!

Esperemos los próximos capítulos de esta novela tan nutrida de sorpresas siga su curso. Mientras tanto, por lo menos sabemos que el secretario de Estado, Marco Rubio, está claro acerca de quiénes son los que ocupan Miraflores y aspiramos -dado su origen familiar cubano y su cabal conocimiento del  impacto de esta problemática en su base electoral del estado Florida- a que pueda tener influencia con el presidente Trump.

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