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La primaria, el Esequibo y el referéndum fantasma

VENEZUELA NO QUIERE GUERRA

EDITORIAL ENCUENTRO HUMANISTA No. 18

 

El resultado del referéndum sobre el territorio Esequibo constituye la más grave derrota que hasta ahora haya sufrido el Gobierno de Nicolás Maduro. Se trata de un estrepitoso traspiés cuyos daños superan a los ocasionados por la elección primaria que nominó a la candidata de oposición María Corina Machado. 

En la primaria realizada el pasado mes de octubre participaron más de dos millones trescientas mil personas y la doctora Machado obtuvo el noventa y dos por ciento de los votos. La consulta autogestionada, bajo la coordinación de respetables miembros de la sociedad civil, se celebró de manera simultánea en toda Venezuela y en veintiocho países. Y a pesar de los múltiples obstáculos colocados en el camino, la voluntad libertaria de la ciudadanía demostró lo que es capaz de hacer.

El resultado de aquella jornada significó asimismo un claro repudio a las ilegales inhabilitaciones impuestas por el gobierno, destinadas a impedir que la candidata presidencial de Vente Venezuela pudiese presentar su nombre en las votaciones de 2024.

El anuncio de las inhabilitaciones ya había generado la protesta de numerosos gobiernos, instituciones y personalidades de todo el mundo al ser consideradas contrarias al derecho fundamental que tienen los ciudadanos de elegir libre y soberanamente a sus gobernantes.

Los liderazgos democráticos de América y Europa, incluyendo a los presidentes izquierdistas Gustavo Petro y Gabriel Boric, condenaron la medida.

Y en la misma dirección se pronunciaron el Departamento de Estado norteamericano, a través de su portavoz Matthew Miller; el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos Volker Turk; Josep Borrell en nombre de la Unión Europea; el secretario general de la OEA Luis Almagro, y el Euro Parlamento con un respaldo abrumador de 495 votos a favor, 25 en contra y 43 abstenciones.

Planteados estos hechos, y ante la persistencia de la crisis, se reiniciaron el 17 de octubre en Barbados nuevas negociaciones integradas por representantes de la Plataforma Unitaria con los gobiernos de Venezuela y Estados Unidos.

Los medios de comunicación reseñaron que el gobierno y la oposición, luego de intensas negociaciones, habían firmado acuerdos parciales sobre la promoción de derechos políticos y garantías electorales, y sobre la protección de intereses vitales para la nación.

Ambas partes reconocieron el derecho de cada sector a seleccionar libremente su candidato presidencial con base en sus mecanismos internos y la ley. Plantearon la actualización del Registro Electoral Permanente (REP) en el país y en el extranjero, la realización de operativos especiales de cedulación y la solicitud de misiones técnicas de observadores internacionales de las Naciones Unidas, la Unión Europea, la Unión Africana, la Unión Interamericana de Organismos Electorales y del Centro Carter. Asimismo expresaron la ratificación de los derechos de Venezuela sobre el territorio Esequibo.

Sin embargo, después de la firma de los acuerdos el rumbo verdadero de los acontecimientos ha ido por caminos distintos a los que se habían previsto, y el régimen no tardó en reforzar aún más su política de confrontación e intransigencia, demostrando con hechos la disposición de continuar actuando contra todo vestigio de democrática disidencia.

En función de esa conducta la sorpresiva convocatoria del referéndum sobre el Esequibo ha sido un fallido intento de recuperar el respaldo que el oficialismo ha perdido en la inmensa mayoría de la población.

Para lograr ese objetivo torcieron el rumbo que el entonces presidente Hugo Chávez y el propio Maduro, en su condición de canciller, ofrecieron a Guyana el 9 de febrero de 2004 cuando en visita oficial a ese país autorizaron a nuestro pequeño vecino a realizar las explotaciones que desearan en esa zona que Venezuela ha reivindicado históricamente como suya.

Ese día en declaraciones dadas a los medios de comunicación Chávez anunció una serie de medidas que fueron catalogadas por él cómo “históricas” porque según sus palabras, “en las relaciones entre Guyana y Venezuela habrá que hablar de lo que pasaba y lo que a partir de hoy comenzará a pasar”. Y efectivamente, como ahora podemos comprobar, así ha ocurrido porque se comprometió en nombre de Venezuela a “no oponerse a ningún proyecto en esta región que vaya en beneficio de sus habitantes”.

Se refería concretamente a proyectos de agua, vías de comunicación, energía, proyectos agrícolas. Y señalaba, además, que “ante el surgimiento de cualquier proyecto más sensible, inmediatamente nos activamos ambos para conversarlo en la Comisión Binacional de Alto Nivel y buscarle viabilidad”.

Han pasado 19 años de aquella reunión de Chávez y su canciller Maduro con el entonces presidente Bharrat Jagdeo,economista egresado de la universidad comunista Patrice Lumumba de Moscú y figura clave de la izquierda y de la política guyanesa. En aquel encuentro Jagdeo agradecía a Chávez por el anuncio que acababa de hacer, perdonando la deuda que por doce millones de dólares tenía Guyana contraída con Venezuela.

Cuando Chávez perdonó esa deuda Guyana era el país más pobre de Suramérica. Hoy en cambio es el de mayor crecimiento económico en el mundo de acuerdo con cifras del Fondo Monetario Internacional.

Dichas cifras señalan que su PIB per cápita supera los 9.000 dólares, mientras los datos del Banco Mundial indican que la tasa de crecimiento de ese país es en 2023 del 25%, y será cercana al 30% en 2025. Se calcula que en un plazo cercano su producción petrolera superará a la de nuestro país.

Ciertamente aquel encuentro en el 2004 resultó histórico, como decía Chávez, porque le permitió al vecino entonces pobre iniciar con manos libres su camino hacia un futuro promisorio, a costa del petróleo que ha sido descubierto en nuestro Esequibo. Desde el año 2015 de la mano de Exxon los gobiernos guyaneses iniciaron diligentemente y en abierta violación del acuerdo de Ginebra, la explotación de la zona en reclamación, mientras que Miraflores callaba, con una conducta negligente y tolerante con lo que estaba ocurriendo ante los ojos de todo el mundo.

Debido a esta evidente negligencia de parte del Gobierno venezolano, sumada a todo tipo de falsedades afirmadas durante la campaña por el referéndum, no es de extrañar que más del noventa por ciento de los venezolanos aptos para votar no lo hicieran.

Esa inútil convocatoria nada abonó a favor de la lucha por la recuperación del Esequibo, y en vez de prepararse debidamente para acudir a la Corte Internacional de Justicia que decidirá el caso en términos irrevocables, el gobierno se aísla aún más de los factores que pueden inclinar la balanza para lograr una solución pacífica, práctica y justa que se corresponda con las aspiraciones de Venezuela.

Para colmo, luego del fracasado referéndum, el régimen ha decidido plantearse una campaña guerrerista que ha despertado las alarmas a nivel internacional. Que quede claro: los venezolanos no queremos guerra.

Finalmente, siendo este número el último de 2023, aprovechamos para desearle a nuestros lectores una muy feliz Navidad y que el 2024 venga lleno de todo tipo de parabienes, en especial el retorno de la libertad a nuestra querida tierra venezolana.

 

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