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La quebrada locomotora rusa no puede tirar de Cuba

Los nuevos y viejos mafiosos que controlan el Gobierno cubano han fracasado encontrando una locomotora a la que enganchar este país-vagón cada vez más destruido.

Rublos y dólares.
Rublos y dólares. SPUTNIK

 

Mas allá de patrioterismo hay una verdad evidente: existen países locomotoras y países vagones. Por sus características geofísicas y demográficasCuba está destinada a ser vagón, y su más importante decisión como país es elegir a que locomotora engancharse.

Tiene Cuba la fortuna —y los retos— de estar en el área de influencia de la mejor locomotora existente, EEUU, sin embargo, el ego enfermo de un hombre malvado y la cobardía y mezquindad de sus herederos han mantenido a esta isla-vagón intentando coger impulso en locomotoras fallidas.

La más reciente chapucería de este tipo es la cubastroika que, aun sin concretarse, podría languidecer por los problemas internos de Rusia, un país que pretende ser locomotora cuando en realidad sin su arsenal nuclear y su agresividad no pasaría de tercermundismo con esteroides de petróleo.

Aunque hace un año se hablaba de que las sanciones occidentales se estrellaban ante la fuerza de aquella economía —todo basado en datos incontrastables, proveídos por la misma dictadura rusa, y un tipo de cambio claramente artificial debido a controles de capitales y flujos de exportación a Europa, que estaban en vías de desaparecer—, hoy la verdad es evidente: Rusia es incapaz de imponerse militarmente y su economía se desmorona mientras sus «aliados», China, India y algunas dictaduras africanas, le venden carísimo su apoyo político y su mínima asistencia militar.

«El rublo se convierte en la moneda líder de 2022», titulaba Cubadebate en mayo del año pasado, dando por sentado que un rublo fuerte tras las sanciones y la guerra traducía una economía especialmente resiliente. Qué errados estaban.

Hoy no hay titulares en la prensa castrista informando quel rublo está en su valor histórico más bajo con respecto al euro, divisa de referencia, pues de Europa, Rusia importaba la tecnología para sostener su industria petrolera. El 26 de septiembre de 2022 por un euro se obtenían 55 rublos, hoy se obtienen 108, una devaluación del 50% en 11 meses.

En el caso del dólar, el panorama es similar: de 57 rublos por dólar a finales de septiembre de 2022, hoy son unos 100, devaluación también cercana al 50%. Al ser el dólar la divisa de referencia en el mercado energético, presiona a la baja las exportaciones rusas, que en abril del 2022 llegaron a 1.200 millones mensuales, pero hoy no alcanzan 500 millones de dólares.

Para algunos, esta situación se matiza porque Putin ha enfocado su economía hacia los BRICS, pero allí India ha aprovechado las sanciones occidentales para comprar combustibles rusos con descuentos del 25% sobre precio de mercado, y China se negó a comerciar en rublos como pretendía Putin, imponiendo su yuan. El resultado es que el rublo también se ha devaluado brutalmente frente a la moneda de sus «socios».

Una rupia india costaba en septiembre pasado 0,7 rublos, hoy vale 1,20; mientras que el yuan pasó de 8 a casi 14 rublos en la actualidad, devaluaciones semejantes a las sufridas ante las monedas occidentales y catastróficas para el país eslavo, que necesita importar casi todo.

Esta devaluación tan profunda y rápida, en una economía tan poco compleja como la rusa, no solo es termómetro de cuán mal está hoy, sino de lo mal que seguirá estando a corto y mediano plazo un engranaje económico ahora tensado por las necesidades que la guerra impone.

Por supuesto, en aquella economía tan importadora correlacionan inmediatamente el tipo de cambio y la inflación; sin embargo, cifras oficiales rusas, sorprendentemente, informan que la inflación cayó más de 10 puntos porcentuales durante el último año, algo solo posible si el consumo interno se hubiese desplomado a niveles soviéticos —lo que no es descartable—, o es sencillamente otra mentira de una dictadura que vive de hacerse la fuerte.

Si Fidel pudo mantener su bota totalitaria lustrada con betún —un derivado del petróleo— soviético y chavista, enganchándonos a locomotoras que solo impulsaron sus ególatras fantasías, en el mundo cambiado actual los nuevos y viejos mafiosos que controlan el Gobierno cubano han fracasado encontrando una locomotora a la cual enganchar este país-vagón cada vez más destruido, y aunque la situación geopolítica del zar Putin les dio la oportunidad de ofrecerse como aliado estratégico, la economía rusa no tiene fuerza para halar un vagón con tanto dirigente obeso encima.

Pero cuidado, aun cuando Rusia esté débil, hay cientos, sino miles de oligarcas allí con suficiente dinero para invertir en Cuba, conocedores de las ventajas de adueñarse de un país que transita de una dictadura socialista a una dictadura capitalista de compadres. Y aunque esos mafiosos rusos no puedan invertir lo necesario para mejorar a largo plazo la economía cubana, una inversión importante sería suficiente para que la propaganda castrista insufle esperanzas en los muchos ilusos y tantos cómplices que creen que en Cuba las cosas mejorarán sin cambiar el sistema.

 

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