La segunda Cuba
El surgimiento, a finales de la década de los ’50 del régimen comunista cubano en un área, el Caribe, considerada históricamente de un valor estratégico fundamental a la luz del “interés nacional” de los EEUU, el fracaso de la operación de Bahía de Cochinos en abril de 1961, la posterior “crisis de los cohetes”, en octubre de 1962, y la consiguiente aceptación tácita, por los acuerdos Kennedy–Krushev, de un miembro del bloque soviético en el hemisferio occidental, crearon las condiciones para el desarrollo y fortalecimiento en el Departamento de Estado de la llamada “No Second Cuba Policy”.
Impedir el surgimiento de una segunda Cuba en el hemisferio se convirtió en el eje central de la política exterior norteamericana hacia la América Latina y el Caribe en particular, hasta el final de la Guerra Fría, con la desintegración de la URSS y su imperio, en 1991. La intervención norteamericana en República Dominicana en 1965 fue básicamente producto de la “No Second Cuba Policy”. Según el Presidente Johnson y su Secretario de Estado Dean Rusk, los acontecimientos en Vietnam y en República Dominicana formaban parte de una más amplia política expansionista del comunismo soviético. Recordemos a este respecto la frase atribuida a Johnson: “Qué podemos hacer en Vietnam si no podemos limpiar a la República Dominicana”.
En la actualidad, dos muy influyentes profesores de relaciones internacionales, Stephen Walt de Harvard y John Mearsheimer de la Universidad de Chicago están subrayando de nuevo la necesidad para EEUU de mantener la hegemonía en el hemisferio occidental, para poder ejercer con eficiencia el papel de “off shore balancer” en los demás escenarios geopolíticos. Lo cual implica que los EEUU amparados por la “profundidad geográfica” de los dos océanos, debe dejar de desperdiciar tesoro y energía para ser el “policía mundial” y transformarse en el “balancín” externo que apoya a las coaliciones regionales que impidan el surgimiento de un” hegemón” regional. “Mutatis mutandis” sería el mismo rol que la Gran Bretaña ejerció en el siglo XIX e inicio del XX, para evitar que surgiera un hegemón en el continente europeo.
Las ideas de Walt y Mearsheimer favorecen un relativo resurgimiento de la “No Second Cuba Policy” y de la misma “Doctrina Monroe”, tomando en cuenta, también, el interés de la Rusia de Putin de “molestar” a los EEUU con su apoyo al régimen de Maduro, como respuesta al apoyo de EEUU a Ucrania y Georgia. Asimismo la creciente presencia china en América Latina está preocupando a los EEUU, aun cuando los intereses chinos son sobretodo económicos y comerciales y están desplegados en toda la región y no particularmente en Venezuela. El gobierno Maduro es un régimen depredador y forajido que tiene vocación y objetivos totalitarios, pero le falta la capacidad y la eficiencia para concretarlos; se trata de un “totalitarismo fallido”, que se está pareciendo más al narcorégimen del dictador panameño Manuel Noriega que al totalitarismo cubano. En efecto, ha habido una progresiva exclusión o deserción de los miembros más ideológicos del régimen y un fortalecimiento del sector más propiamente ligado a la criminalidad organizada. A esto habría que agregar la solidaridad y apoyo del régimen a organizaciones terroristas como el ELN y Hezbollah. A la comunidad democrática internacional le recuerdo el antiguo lema:”Vigilia pretium libertatis”.
@sadiocaracas