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La silenciosa huelga de los maestros cubanos

Carmelina Lobato es maestra particular. Asegura que no vuelve a las aulas de las escuelas estatales (Archivo)

LA HABANA, Cuba.- En el artículo “¿Cuestión de época o de responsabilidad?”, aparecido en la edición del periódico Granma del pasado 10 de enero, se daba a conocer que varios centros educacionales de la capital, violando la disposición de la Dirección Provincial de Educación que orientaba reanudar las clases el 3 de enero, rechazaron a los estudiantes en esa fecha, y les comunicaron que no se presentaran en las escuelas hasta el 8 de enero.

En algunas de las escuelas en que sucedió lo anterior, sus directivos se justificaron alegando que una parte importante de su claustro de profesores lo componen docentes de las provincias orientales, y el 3 de enero aún no habían regresado a La Habana después de disfrutar con sus familias las fiestas de fin de año.

Mas, al margen de esa consideración, y avizorando que el problema podría tener otras aristas, la autora del artículo se hace varias interrogantes. ¿Qué falló? ¿Cuáles son las causas de un fenómeno como este? ¿Será una cuestión de época, o una falta de responsabilidad?

Lo cierto es que el referido incidente no puede verse como un hecho aislado. Al artículo de Granma le faltó incluir la situación de muchos estudiantes de la enseñanza media, y hasta de los grados superiores de la primaria, que ya al mediodía deambulan por las calles, a pesar de la directiva del Ministerio de Educación que exige la doble sesión y la permanencia de los educandos en sus escuelas hasta las cuatro y treinta de la tarde.

Tampoco reflejó Granma las vacaciones adelantadas que últimamente disfrutan los estudiantes. Aunque los alumnos deben estar en las escuelas hasta mediados de julio, los maestros terminan sus clases en junio, mandan a los estudiantes para sus casas, y les dicen que vayan únicamente a las escuelas los días de exámenes.

Semejante actitud de los educadores, que quizás las autoridades podrían juzgar como un incumplimiento de sus obligaciones, también pudiera contemplarse como una especie de resistencia de los maestros ante las desfavorables condiciones en que desarrollan su labor.

A las ya conocidas deficiencias constructivas de muchas escuelas, así como los insuficientes salarios que perciben los maestros y profesores para encarar la carestía de la vida, a partir del último curso escolar habría que agregar dos nuevos contratiempos.

Por una parte, y debido al éxodo de maestros hacia otros sectores de la economía en busca de mejores salarios y adecuadas condiciones de trabajo, los educadores que quedan en el sector de educación han visto aumentada su carga docente, con el consiguiente desgaste físico y mental que eso significa.

Por otro lado, muchos docentes han tenido que modificar sus planes de lección para dar cabida a la divulgación del pensamiento de Fidel Castro. En ese contexto asistimos a lo que podríamos calificar como la fidelización de la enseñanza cubana.

Al final de todo esto, son los estudiantes y sus padres los principales afectados. Los primeros porque reciben una instrucción por debajo de lo esperado. Los padres y familiares debido a que pierden la confianza hacia los centros educacionales. Creen a sus hijos en las escuelas, cuando en realidad los muchachos podrían estar en la calle.

 

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