La solución no es más Estado
El debate real que hoy hay que plantearse es cómo evitar que un Gobierno socialista empeore las consecuencias de la crisis con su política fiscal y económica
El bulo más recurrente de cuantos circulan es el que califica como liberal el modelo laboral y productivo de la economía española. En España, como en el resto de Europa, la vida cotidiana, en todos sus ámbitos, está sometida a un alto nivel de intervencionismo estatal y autonómico, como se refleja no sólo en las cifras de gasto público, sino también en la ingente producción de normas administrativas. Esta reflexión es una advertencia para prevenirse frente a los cantos de sirena de los oportunistas de izquierda, que cargan contra el libre mercado ya sea por el Covid-19, una cadena de incendios forestales o una fase de sequía. El descalabro económico que ayer describió el Ministerio de Hacienda, con una previsión del 19% de paro (sumados los afectados por un ERTE señalan un 30 por ciento de los trabajadores mano sobre mano) y una caída del PIB del 9,2% en 2020, ya se ha convertido en el caldo de cultivo de las viejas recetas socialistas. Para la izquierda populista, esta crisis parece la ocasión propicia para subsidiar al país y secuestrar el emprendimiento de los ciudadanos con una renta disuasoria. Lo que proponen los ministros de Podemos -con Sánchez al frente- no es una política de reacción a la crisis, sino de aprovechamiento de la crisis para narcotizar a la sociedad al más puro modelo socialista. Nadie discute que el Estado debe inyectar dinero y seguridad en las venas de la economía, pero para que se quede en su estructura productiva, no para financiar el pago de subsidios permanentes cuando los ingresos han caído en picado. Además, el Estado no está haciendo nada que justifique una política fiscal que carga sin contemplaciones a empresas, autónomos, trabajadores y profesionales. Sin el sector privado, es imposible que el Estado pueda sacar a España de la crisis, como tampoco habría podido afrontar la respuesta a la pandemia. El debate real que hoy hay que plantearse es cómo evitar que un Gobierno socialista empeore las consecuencias de la crisis con su política fiscal y económica, con sus ofertas populistas -esas que se anuncian sin saber cómo se van a pagar-, con su descarada pulsión por implantar un régimen paternalista tras una quiebra socio-económica.
Rodríguez Zapatero no fue responsable de la crisis de 2007, ni Sánchez es responsable de la pandemia del Covid-19. Pero un ministro de Zapatero dijo entonces que «la crisis nos pasaría rozando el larguero» y el asesor preferente de Sánchez afirmó el 31 de enero que «creemos que España no va a tener, como mucho, más allá de algún caso aislado». Esta incapacidad de los gobiernos socialistas para llegar a tiempo a los problemas es donde radica su responsabilidad. Y los datos críticos de PIB y desempleo adelantados ayer también tienen su cuota de origen en la incompetente gestión socialista de la pandemia.